/ jueves 26 de marzo de 2020

Entre la irrealidad y las contradicciones

Oficialmente, las autoridades federales anunciaron esta semana el inicio de la fase 2 de la contingencia con motivo del COVID-19. Sin embargo, la información presentada entre lunes y martes generó varias interrogantes en retrospectiva.

La primera tiene que ver con la empatía y confieso que no he seguido todas las mañaneras para confirmar con seguridad el asunto, pero ¿alguno se ha percatado que ninguna de las autoridades de salud (ni siquiera el Presidente) se ha dirigido a las personas pacientes o a los familiares de las personas fallecidas? ¿Por qué no existe un mensaje institucional para ellas?

El mismo Subsecretario de Salud, López-Gatell, ha dicho que no llevan el seguimiento clínico de los casos, sino poblacional. Pero esto no puede justificar la falta de empatía institucional para quienes el COVID-19 ya es una realidad.

Esto me lleva a otra pregunta inquietante, ¿por qué la autoridad nunca se ha referido al perfil médico de la población mexicana y su relación con el COVID-19? En México, la principal causa de fallecimientos y padecimientos es por enfermedades crónico-degenerativas. Somos de los primeros lugares en diabetes y obesidad a nivel mundial.

Si nuestro país fuera un paciente y las autoridades nuestro médico, ¿acaso no deberían estar preocupados por la reacción al COVID-19 y las personas con enfermedades crónico-degenerativas? Sin caer en el alarmismo, ¿no debería ser existir una preocupación sería ante tal condición de nuestra salud pública?

Ante esto, las autoridades de salud podrán justificarse al decir que el gobierno se adelantó dos semanas a los acontecimientos; pero no sirve de mucho este argumento, si no detuvieron eficientemente las vías de importación ya que tardaron demasiado en establecer controles sanitarios en los aeropuertos. Es normal que el Subsecretario diga ahora que es irrelevante el origen de los casos sospechosos, sin reconocer que se permitió la libre importación.

Durante dos semanas la narrativa institucional ha dicho que “no pasa nada”. Recordemos que no fue el gobierno, sino las escuelas y las empresas quienes tomaron la decisión de aislarse preventivamente. Pero el gobierno usa como argumento a su favor que fueron ellos los que decidieron adelantarse y que gracias a esto, los contagios no se han transmitido aceleradamente como en otros lugares.

López-Gatell ahora dice que la mayor reducción de muertes e infecciones se logra en la comunidad, porque en los hospitales se atiende no se previene. Esto es una clara aceptación de que el aislamiento que hicieron las familias y empresas ha sido positivo; entonces ¿por qué no hay un reconocimiento institucional para quienes llevan dos y hasta tres semanas en comunidad evitando propagar el virus?

Lo único que sí hubo en esos días, fue un reconocimiento a los trabajadores del sector salud; aunque también estuvo acompañado de un exhorto para mantener su labor durante los días más complicados que estar por venir. Pero, ¿acaso no fueron los líderes sindicales de los trabajadores de salud quienes pidieron desde la semana pasada, a través de un desplegado en un diario de circulación nacional, el respaldo de las autoridades de salud?

La última interrogante surgió tras la contundente afirmación que hizo el Subsecretario, al decir que no había problemas financieros para enfrentar esta contingencia. Pero ¿de verdad, no conoce las carencias de los hospitales (falta de insumos, medicamentos y equipos) y del personal médico? El COVID-19 llegó en el momento en que se venía de una condición crítica en el sector y no quiere reconocerse.

Un gobierno de izquierda no debería navegar con tantas contradicciones, pero lo imperdonable es que desconozca la realidad. Mirando una pequeña parte de la realidad, se cree que el árbol es el bosque.

Oficialmente, las autoridades federales anunciaron esta semana el inicio de la fase 2 de la contingencia con motivo del COVID-19. Sin embargo, la información presentada entre lunes y martes generó varias interrogantes en retrospectiva.

La primera tiene que ver con la empatía y confieso que no he seguido todas las mañaneras para confirmar con seguridad el asunto, pero ¿alguno se ha percatado que ninguna de las autoridades de salud (ni siquiera el Presidente) se ha dirigido a las personas pacientes o a los familiares de las personas fallecidas? ¿Por qué no existe un mensaje institucional para ellas?

El mismo Subsecretario de Salud, López-Gatell, ha dicho que no llevan el seguimiento clínico de los casos, sino poblacional. Pero esto no puede justificar la falta de empatía institucional para quienes el COVID-19 ya es una realidad.

Esto me lleva a otra pregunta inquietante, ¿por qué la autoridad nunca se ha referido al perfil médico de la población mexicana y su relación con el COVID-19? En México, la principal causa de fallecimientos y padecimientos es por enfermedades crónico-degenerativas. Somos de los primeros lugares en diabetes y obesidad a nivel mundial.

Si nuestro país fuera un paciente y las autoridades nuestro médico, ¿acaso no deberían estar preocupados por la reacción al COVID-19 y las personas con enfermedades crónico-degenerativas? Sin caer en el alarmismo, ¿no debería ser existir una preocupación sería ante tal condición de nuestra salud pública?

Ante esto, las autoridades de salud podrán justificarse al decir que el gobierno se adelantó dos semanas a los acontecimientos; pero no sirve de mucho este argumento, si no detuvieron eficientemente las vías de importación ya que tardaron demasiado en establecer controles sanitarios en los aeropuertos. Es normal que el Subsecretario diga ahora que es irrelevante el origen de los casos sospechosos, sin reconocer que se permitió la libre importación.

Durante dos semanas la narrativa institucional ha dicho que “no pasa nada”. Recordemos que no fue el gobierno, sino las escuelas y las empresas quienes tomaron la decisión de aislarse preventivamente. Pero el gobierno usa como argumento a su favor que fueron ellos los que decidieron adelantarse y que gracias a esto, los contagios no se han transmitido aceleradamente como en otros lugares.

López-Gatell ahora dice que la mayor reducción de muertes e infecciones se logra en la comunidad, porque en los hospitales se atiende no se previene. Esto es una clara aceptación de que el aislamiento que hicieron las familias y empresas ha sido positivo; entonces ¿por qué no hay un reconocimiento institucional para quienes llevan dos y hasta tres semanas en comunidad evitando propagar el virus?

Lo único que sí hubo en esos días, fue un reconocimiento a los trabajadores del sector salud; aunque también estuvo acompañado de un exhorto para mantener su labor durante los días más complicados que estar por venir. Pero, ¿acaso no fueron los líderes sindicales de los trabajadores de salud quienes pidieron desde la semana pasada, a través de un desplegado en un diario de circulación nacional, el respaldo de las autoridades de salud?

La última interrogante surgió tras la contundente afirmación que hizo el Subsecretario, al decir que no había problemas financieros para enfrentar esta contingencia. Pero ¿de verdad, no conoce las carencias de los hospitales (falta de insumos, medicamentos y equipos) y del personal médico? El COVID-19 llegó en el momento en que se venía de una condición crítica en el sector y no quiere reconocerse.

Un gobierno de izquierda no debería navegar con tantas contradicciones, pero lo imperdonable es que desconozca la realidad. Mirando una pequeña parte de la realidad, se cree que el árbol es el bosque.