/ viernes 8 de mayo de 2020

El temor al Covid-19 en Morelos

Para muchos que reprueban la actuación del gobernador, Cuauhtémoc Blanco, según asoma en todas las encuestas, la lectura de la encuesta de C&E sobre el manejo que los gobiernos han dado a la pandemia, tendría su centro en el alto nivel de rechazo que el mandatario morelense mantiene entre la ciudadanía y que lo coloca, otro mes, como peor evaluado de los mandatarios estatales en el país. El dato entonces no sería “nota”, digamos, sino como un seguimiento.

Lo que nos parece verdaderamente llamativo del Atlas de Opinión Covid-19, es la percepción de riesgo sobre el padecimiento que presentan los morelenses, que podría considerarse alta en términos generales, pero es relativamente moderada si se contrasta con otras entidades. En Morelos sólo el 68% de la población tiene mucho miedo a enfermar, contra 86% en Nuevo León, 94% en Sinaloa, 93% en Sonora, 83% en Tamaulipas, 81% en Michoacán, 85% en Aguascalientes, 78% en Nayarit, 77% en Jalisco, 75% en Hidalgo, y 74% en Guerrero, Chihuahua, Coahuila y Durango, entre otros que muestran mayor temor (y en contraste, mayores tasas de incidencia del padecimiento). Aún así, sólo entre el 7 y 2 por ciento de los encuestados en todo el país (la mayor proporción está en la Ciudad de México, Chihuahua, Guerrero y Coahuila) no temen que la enfermedad toque a sus familias.

También resulta impresionante el alto grado de conocimiento sobre las medidas para prevenir el contagio de Covid-19 entre los morelenses, y en general entre el resto de la población; índices por arriba del 85% de conocimiento de cada una de las prevenciones, tendrían que ser, a la luz de los hechos, suficientes para evaluar de extraordinariamente exitosa una campaña común, de muchos sectores de la sociedad y los gobiernos, respecto a la urgencia de prevenir y las formas de hacerlo. Si el conocimiento orientara siempre la conducta, la amplísima difusión que se ha dado a través de los medios de comunicación a las medidas de protección, sería suficiente para que el comportamiento social cambiara lo suficiente para disminuir la movilidad social y lograr el objetivo de sólo el 35% de personas en la calle (las estrictamente necesarias para que las comunidades no colapsen). Pero eso no pasa. Incluso el uso de cubrebocas, conocido por el 94 por ciento de la población, es notoriamente ignorado por una población mayor del 5% que dice ignorar la importancia del uso del artefacto para protegerse de la infección.

El problema es el eterno dilema de la comunicación persuasiva: cómo hacer que la gente pase del conocimiento a la acción. Mientras esto no quede resuelto, los problemas que presenta la imprudencia notoria de muchos que persisten en ignorar la cuarentena (ahora sabemos que incluso con el temor del contagio), siguen atrayendo el ánimo de quienes consideran necesario el uso de la fuerza pública para, en un rasgo de estado de excepción, mantener a la gente confinada. El problema mayor es que, hasta ahora, pareciera que muchos se esfuerzan en darles la razón.

Frente a la contundente realidad, la evaluación del gobernador se vuelve sinceramente irrelevante.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Para muchos que reprueban la actuación del gobernador, Cuauhtémoc Blanco, según asoma en todas las encuestas, la lectura de la encuesta de C&E sobre el manejo que los gobiernos han dado a la pandemia, tendría su centro en el alto nivel de rechazo que el mandatario morelense mantiene entre la ciudadanía y que lo coloca, otro mes, como peor evaluado de los mandatarios estatales en el país. El dato entonces no sería “nota”, digamos, sino como un seguimiento.

Lo que nos parece verdaderamente llamativo del Atlas de Opinión Covid-19, es la percepción de riesgo sobre el padecimiento que presentan los morelenses, que podría considerarse alta en términos generales, pero es relativamente moderada si se contrasta con otras entidades. En Morelos sólo el 68% de la población tiene mucho miedo a enfermar, contra 86% en Nuevo León, 94% en Sinaloa, 93% en Sonora, 83% en Tamaulipas, 81% en Michoacán, 85% en Aguascalientes, 78% en Nayarit, 77% en Jalisco, 75% en Hidalgo, y 74% en Guerrero, Chihuahua, Coahuila y Durango, entre otros que muestran mayor temor (y en contraste, mayores tasas de incidencia del padecimiento). Aún así, sólo entre el 7 y 2 por ciento de los encuestados en todo el país (la mayor proporción está en la Ciudad de México, Chihuahua, Guerrero y Coahuila) no temen que la enfermedad toque a sus familias.

También resulta impresionante el alto grado de conocimiento sobre las medidas para prevenir el contagio de Covid-19 entre los morelenses, y en general entre el resto de la población; índices por arriba del 85% de conocimiento de cada una de las prevenciones, tendrían que ser, a la luz de los hechos, suficientes para evaluar de extraordinariamente exitosa una campaña común, de muchos sectores de la sociedad y los gobiernos, respecto a la urgencia de prevenir y las formas de hacerlo. Si el conocimiento orientara siempre la conducta, la amplísima difusión que se ha dado a través de los medios de comunicación a las medidas de protección, sería suficiente para que el comportamiento social cambiara lo suficiente para disminuir la movilidad social y lograr el objetivo de sólo el 35% de personas en la calle (las estrictamente necesarias para que las comunidades no colapsen). Pero eso no pasa. Incluso el uso de cubrebocas, conocido por el 94 por ciento de la población, es notoriamente ignorado por una población mayor del 5% que dice ignorar la importancia del uso del artefacto para protegerse de la infección.

El problema es el eterno dilema de la comunicación persuasiva: cómo hacer que la gente pase del conocimiento a la acción. Mientras esto no quede resuelto, los problemas que presenta la imprudencia notoria de muchos que persisten en ignorar la cuarentena (ahora sabemos que incluso con el temor del contagio), siguen atrayendo el ánimo de quienes consideran necesario el uso de la fuerza pública para, en un rasgo de estado de excepción, mantener a la gente confinada. El problema mayor es que, hasta ahora, pareciera que muchos se esfuerzan en darles la razón.

Frente a la contundente realidad, la evaluación del gobernador se vuelve sinceramente irrelevante.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx