/ viernes 15 de abril de 2022

El Salvador

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Juan 3:16.

Estamos viviendo la semana más importante del año para todos los cristianos. Aunque Navidad es la temporada más festiva y convierte a diciembre en un mes mágico, lleno de alegrías, sonrisas, abrazos, fiestas, celebraciones y regalos, es esta la semana más importante para toda la humanidad.

En estas fechas de descanso y vacaciones es fácil perder de vista lo que estamos celebrando. Esta semana se celebra el acto de amor más grande de la historia. Dios envió a su único hijo para dar la vida por todos nosotros. Para limpiar nuestro pecado y regalarnos nuestra liberación.

Hace más de 2000 años nació, en algún lugar de Belén, un niño al que se le puso por nombre Jesús, un hombre que fue crucificado y cuya vida y enseñanzas han sido estudiadas y transmitidas por generaciones y generaciones hasta el día de hoy. Esas enseñanzas han transformado la vida de millones de personas alrededor del mundo y yo soy una de ellas.

Yo soy testigo de cómo Dios puede transformar una vida, rescatar un matrimonio, dar nuevas esperanzas cuando todo parece perdido. “Vengan a mi todos los que estén trabajados y cansados que yo los haré descansar” dice el Señor, y esa es una promesa que hemos visto cumplirse en millones y millones de vidas a lo largo de los siglos.

Desde tiempos inmemoriales hemos habido personas cansadas y angustiadas por las dificultades de la vida que no encontrábamos descaso. El llamado de Dios es precisamente para nosotros, para ti y para mi, para esta clase de personas, angustiadas por la vida, frustradas por los fracasos y en general todo aquel que este cansado de luchar con sus problemas de pareja, de familia o de trabajo.

Y no tiene que ver con el estatus educativo, económico o social. Ricos y pobres, estudiosos y analfabetas, conservadores y liberales somos llamados. En esto consiste lo maravilloso del ministerio de Jesús. Él vino a buscar a todos, especialmente a los necesitados y despreciados de este mundo. El no desarrollo su ministerio en un palacio, asesorando a reyes y príncipes como lo hacían los líderes religiosos de su tiempo, ni siquiera desarrollo su ministerio en Jerusalén, la capital del reino donde se encontraba la gente más rica, por el contrario, la mayor parte de su ministerio la realizó en Galilea, una región donde vivía gente sencilla, sin estudios, de oficios ordinarios como el de pescador, no dio preferencia a los príncipes sino a prostitutas y publicanos, con ellos se sentó para predicarles el evangelio del Reino.

Esa es la buena noticia. Esta escrito, “El ángel les dijo: "No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque les ha nacido en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”.

La Semana Santa es tiempo de reflexión, de recordar que Dios se hizo hombre y vino a la tierra a dar su vida por todos nosotros. Es tiempo de dar gracias a Dios por ese sacrificio y por todo lo que nos ha regalado, por lo que hemos visto y oído. Es tiempo de agradecer por todo lo bueno que hemos vivido y recordar que si bien hemos pasado por malos momentos, son muchas las dificultades que hemos superado.

Que Dios vuelva a nacer esta Semana Santa en nuestro corazón, en nuestra familia y en nuestra comunidad.

Son nuestros mejores deseos.

Facebook: JuanCarlosValenciaAGUA

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Juan 3:16.

Estamos viviendo la semana más importante del año para todos los cristianos. Aunque Navidad es la temporada más festiva y convierte a diciembre en un mes mágico, lleno de alegrías, sonrisas, abrazos, fiestas, celebraciones y regalos, es esta la semana más importante para toda la humanidad.

En estas fechas de descanso y vacaciones es fácil perder de vista lo que estamos celebrando. Esta semana se celebra el acto de amor más grande de la historia. Dios envió a su único hijo para dar la vida por todos nosotros. Para limpiar nuestro pecado y regalarnos nuestra liberación.

Hace más de 2000 años nació, en algún lugar de Belén, un niño al que se le puso por nombre Jesús, un hombre que fue crucificado y cuya vida y enseñanzas han sido estudiadas y transmitidas por generaciones y generaciones hasta el día de hoy. Esas enseñanzas han transformado la vida de millones de personas alrededor del mundo y yo soy una de ellas.

Yo soy testigo de cómo Dios puede transformar una vida, rescatar un matrimonio, dar nuevas esperanzas cuando todo parece perdido. “Vengan a mi todos los que estén trabajados y cansados que yo los haré descansar” dice el Señor, y esa es una promesa que hemos visto cumplirse en millones y millones de vidas a lo largo de los siglos.

Desde tiempos inmemoriales hemos habido personas cansadas y angustiadas por las dificultades de la vida que no encontrábamos descaso. El llamado de Dios es precisamente para nosotros, para ti y para mi, para esta clase de personas, angustiadas por la vida, frustradas por los fracasos y en general todo aquel que este cansado de luchar con sus problemas de pareja, de familia o de trabajo.

Y no tiene que ver con el estatus educativo, económico o social. Ricos y pobres, estudiosos y analfabetas, conservadores y liberales somos llamados. En esto consiste lo maravilloso del ministerio de Jesús. Él vino a buscar a todos, especialmente a los necesitados y despreciados de este mundo. El no desarrollo su ministerio en un palacio, asesorando a reyes y príncipes como lo hacían los líderes religiosos de su tiempo, ni siquiera desarrollo su ministerio en Jerusalén, la capital del reino donde se encontraba la gente más rica, por el contrario, la mayor parte de su ministerio la realizó en Galilea, una región donde vivía gente sencilla, sin estudios, de oficios ordinarios como el de pescador, no dio preferencia a los príncipes sino a prostitutas y publicanos, con ellos se sentó para predicarles el evangelio del Reino.

Esa es la buena noticia. Esta escrito, “El ángel les dijo: "No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque les ha nacido en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”.

La Semana Santa es tiempo de reflexión, de recordar que Dios se hizo hombre y vino a la tierra a dar su vida por todos nosotros. Es tiempo de dar gracias a Dios por ese sacrificio y por todo lo que nos ha regalado, por lo que hemos visto y oído. Es tiempo de agradecer por todo lo bueno que hemos vivido y recordar que si bien hemos pasado por malos momentos, son muchas las dificultades que hemos superado.

Que Dios vuelva a nacer esta Semana Santa en nuestro corazón, en nuestra familia y en nuestra comunidad.

Son nuestros mejores deseos.

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