/ martes 1 de diciembre de 2020

El pre juicio a Villalobos

Antonio Villalobos seguirá en la alcaldía de Cuernavaca pero el daño que se ha hecho a su imagen parece insalvable con su vinculación a proceso por presunto cohecho otorgada por un juez a la Fiscalía Anticorrupción. El tratamiento que comúnmente se da a este tipo de casos resulta desgastante aún antes de que los juzgadores determinen la culpabilidad y dicten sentencia en contra de los vinculados a proceso que, por cierto, mantienen a salvo sus derechos políticos y electorales.

Los pronunciamientos de partidos políticos sobre la conveniencia de que los sujetos sospechosos se separen del cargo es un posicionamiento político groseramente obvio, la idea de defenestrar al rival que se percibe como un riesgo para los planes personales, electorales, políticos o hasta de negocios es recurrente en la política mexicana. No hace mucho, había políticos que alegaban la urgencia de que Marco Zapotitla, José Manuel Sanz, Pablo Ojeda, se separaran de sus cargos para facilitar investigaciones en su contra. Entonces, los partidos que los apoyan se pronunciaron en contra; lo mismo ha pasado con otros que han sido investigados en otras administraciones. La presunción de inocencia no es un valor en la clase política, un contrasentido ya que si un funcionario público es encontrado culpable de algún delito debe sancionarse, nunca antes.

La separación de Villalobos de la presidencia municipal podría ocurrir bajo tres escenarios, el primero requiere de que un cabildo que lo ha respaldado reiteradamente en cuestiones mucho más costosas políticamente decidiera cambiar de lealtades y hacerle un favor a quienes han sido rivales no sólo del alcalde, sino de todos ellos, lo que no parece cercano de ocurrir, pese a que los regidores del PAN y PRI están siendo instruidos a retirar el apoyo. El segundo pasa por el Congreso, que la mayoría de la cámara dictaran la urgente salida del alcalde ya sea por petición del gobernador o de la mitad más uno de la diputación (recordamos que la cámara ha sido incapaz de acordar siquiera la remoción de uno de sus miembros, Marcos Zapotitla, acusado también de delitos graves); para ello se requiere un acuerdo de diputados adversos al alcalde quienes tendrían que construir una mayoría para lograr la orden de separar a Villalobos del cargo. Y el tercero, donde después de una contaminación administrativa que colocara al municipio en condiciones de ingobernabilidad, el propio alcalde decidiera separarse de la presidencia municipal. Ninguna de las tres posibilidades parece ocurrirá en el corto plazo, aunque es posible que ya desde ahora haya quienes busquen generar las condiciones para que ello ocurra.

Grave, porque Cuernavaca tiene muchos problemas mucho más importantes que el lío tejido por la presunta corrupción de un grupo de inspectores que, acogidos al tristemente famoso criterio de oportunidad, acusan al alcalde de ser más que su cómplice, su mandamás. Mientras ese escándalo distrae a muchos, en la ciudad la pandemia sigue cobrando vidas, los negocios aún padecen los efectos del cierre parcial, la ciudadanía sufre las deficiencias de servicios públicos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Antonio Villalobos seguirá en la alcaldía de Cuernavaca pero el daño que se ha hecho a su imagen parece insalvable con su vinculación a proceso por presunto cohecho otorgada por un juez a la Fiscalía Anticorrupción. El tratamiento que comúnmente se da a este tipo de casos resulta desgastante aún antes de que los juzgadores determinen la culpabilidad y dicten sentencia en contra de los vinculados a proceso que, por cierto, mantienen a salvo sus derechos políticos y electorales.

Los pronunciamientos de partidos políticos sobre la conveniencia de que los sujetos sospechosos se separen del cargo es un posicionamiento político groseramente obvio, la idea de defenestrar al rival que se percibe como un riesgo para los planes personales, electorales, políticos o hasta de negocios es recurrente en la política mexicana. No hace mucho, había políticos que alegaban la urgencia de que Marco Zapotitla, José Manuel Sanz, Pablo Ojeda, se separaran de sus cargos para facilitar investigaciones en su contra. Entonces, los partidos que los apoyan se pronunciaron en contra; lo mismo ha pasado con otros que han sido investigados en otras administraciones. La presunción de inocencia no es un valor en la clase política, un contrasentido ya que si un funcionario público es encontrado culpable de algún delito debe sancionarse, nunca antes.

La separación de Villalobos de la presidencia municipal podría ocurrir bajo tres escenarios, el primero requiere de que un cabildo que lo ha respaldado reiteradamente en cuestiones mucho más costosas políticamente decidiera cambiar de lealtades y hacerle un favor a quienes han sido rivales no sólo del alcalde, sino de todos ellos, lo que no parece cercano de ocurrir, pese a que los regidores del PAN y PRI están siendo instruidos a retirar el apoyo. El segundo pasa por el Congreso, que la mayoría de la cámara dictaran la urgente salida del alcalde ya sea por petición del gobernador o de la mitad más uno de la diputación (recordamos que la cámara ha sido incapaz de acordar siquiera la remoción de uno de sus miembros, Marcos Zapotitla, acusado también de delitos graves); para ello se requiere un acuerdo de diputados adversos al alcalde quienes tendrían que construir una mayoría para lograr la orden de separar a Villalobos del cargo. Y el tercero, donde después de una contaminación administrativa que colocara al municipio en condiciones de ingobernabilidad, el propio alcalde decidiera separarse de la presidencia municipal. Ninguna de las tres posibilidades parece ocurrirá en el corto plazo, aunque es posible que ya desde ahora haya quienes busquen generar las condiciones para que ello ocurra.

Grave, porque Cuernavaca tiene muchos problemas mucho más importantes que el lío tejido por la presunta corrupción de un grupo de inspectores que, acogidos al tristemente famoso criterio de oportunidad, acusan al alcalde de ser más que su cómplice, su mandamás. Mientras ese escándalo distrae a muchos, en la ciudad la pandemia sigue cobrando vidas, los negocios aún padecen los efectos del cierre parcial, la ciudadanía sufre las deficiencias de servicios públicos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx