/ martes 16 de junio de 2020

El movimiento democrático derrota al racismo en USA

Los grupos de derecha en USA han sido desplazados por el empuje del movimiento democrático, y hoy se baten en retirada en todo el país, en medio del desastre político de la administración Trump, y con evidentes signos de que el racismo está sufriendo una derrota histórica a manos de la izquierda norteamericana.

En USA hay unos 1 mil 600 monumentos o sitios históricos que honran la memoria de los racistas, en especial de las batallas que dieron durante la Guerra Civil del siglo XIX, o bien de sus héroes. Una de ellas, la del general Robert E. Lee, comandante del ejército esclavista sureño, fue retirada de Richmond, capital histórica de los confederados racistas.

Asimismo, la Marina de USA ha prohibido el uso de banderas de la Confederación, tradicionales entre los grupos racistas y esclavistas, y cientos de estatuas han sido retiradas de las plazas públicas en todo el territorio norteamericano. El edificio cultural del racismo está siendo demolido. En especial se han derribado, retirado o descabezado varias estatuas de Cristóbal Colón, descubridor de América y fundador del esclavismo en el continente.

El presidente Donald Trump, por su parte, ha generado sus acostumbrados twits ahora contra el pacifista Martin Gugino, quien fuera derribado por policías blancos durante una manifestación en Búfalo. Gugino fue empujado, y al caer al piso, se rompió la cabeza y comenzó a sangrar por un oído.

El presidente se permitió comentar que Gugino había caído “más rápido de lo que fue empujado”, y eso le daba base para suponer que era “un provocador Antifa” por lo cual había que precaverse. Trump se permitió comentar lo anterior mientras Gugino aún estaba en el hospital, por lo que el magnate fue objeto de duras críticas a nivel nacional.

La derecha había dominado el escenario político desde la elección de Donald Trump hace casi 4 años. Sin embargo, a fines de mayo se produjo un cambio sustancial en la correlación de fuerzas. La muerte de George Floyd a manos de un policía blanco en Minneapolis conmovió la conciencia de los movimientos negros contrarios a la discriminación, así como de todos los sectores democráticos que fueron creciendo a lo largo de las diversas etapas de la lucha por la democracia.

A los afroamericanos se sumaron prácticamente todos los inmigrantes organizados (salvadoreños, mexicanos, asiáticos, etc.) que se identificaron con la causa, y juntos formaron un torrente incontenible que arrasó con las aspiraciones reeleccionistas de Trump, y puso a los movimientos racistas (KKK, neonazis, Supremacía Blanca) a la defensiva y sin poder agruparse ni coordinarse.

Junto a los grupos de la oposición se han abierto camino los miembros del grupo Antifa (Antifascistas) integrado en su mayoría por blancos democráticos o francamente radicales, que han venido surgiendo de varios movimientos antisistema, y que tuvieron una de sus actuaciones estelares en Charlotesville, en 2017, donde pudieron desbaratar una reunión nacional de grupos racistas.

Hay que tomar en cuenta que, a la fecha, en USA han muerto más de 112 mil personas por Covid (la mayoría afroamericanos y latinos) demostrando que si bien esa enfermedad ha anidado en los países más avanzados, ha golpeado con mayor fuerza a los sectores más desprotegidos de la población.

Asimismo, la pandemia ha generado un paro gigantesco de actividades en todos los sectores (agrícola, industrial, financiero) y ha logrado llevar a más de 43 millones de trabajadores al desempleo, de tal modo que ha empujado más a la economía hacia la recesión.

El horror generado por la violencia policiaca fue el detonador de las protestas. En un momento determinado, había movilizaciones en unas 140 ciudades de USA, además de los pueblos y comunidades. La opinión pública fue girando rápidamente hacia posiciones democráticas y antirracistas.

En ese contexto, la opinión pública no olvida que Trump intentó al principio de la crisis dar un golpe de estado militar, invocando una ley antiinsurreccional promulgada en 1807, con objeto de lanzar al ejército contra los manifestantes en las calles, e imponer así “la ley y el orden”.

No obstante, el magnate no pudo generar consenso en torno a su propuesta, porque la mayoría de los líderes de opinión se opusieron a su proyecto, incluyendo a los expresidentes vivos (Bush, Clinton, Obama) y la enorme mayoría de funcionarios, líderes políticos y jefes militares en activo y retirados. Fue un fiasco.

Maniatado en sus pretensiones, con una opinión pública adversa, con miles de muertos por la pandemia y millones de desocupados, Donald Trump está por terminar sus cuatro años de mandato en medio de una de las peores crisis que se han presentado en la historia de USA. Un escenario catastrófico.

Todo se le juntó: pandemia, recesión, cesantía laboral e insurgencia del movimiento afroamericano. Un coctel del que no podrá salir vivo en términos políticos. Hoy solo cuenta con el apoyo del 39 por ciento de aprobación, contra un 57 por ciento que desaprueba su gestión

Joe Biden, virtual candidato demócrata, lo aventaja con unos 14 puntos en la intención del voto, y la tendencia marca que esta diferencia va creciendo. En USA no ha logrado la reelección ningún presidente en funciones en cuyo mandato se haya producido una recesión. Las cifras de Trump indican un decrecimiento de la economía entre 6.5 y 10 por ciento para este año.

Lo anterior demuestra que USA ya no podrá ser gobernado por movimientos racistas. La clase dirigente de USA se apresta a colocar a alguien más tolerante, más capaz, menos prepotente, con una mentalidad más amplia y abierta a la democracia. La oportunidad política de la derecha racista en USA hoy toca a su fin.

Los grupos de derecha en USA han sido desplazados por el empuje del movimiento democrático, y hoy se baten en retirada en todo el país, en medio del desastre político de la administración Trump, y con evidentes signos de que el racismo está sufriendo una derrota histórica a manos de la izquierda norteamericana.

En USA hay unos 1 mil 600 monumentos o sitios históricos que honran la memoria de los racistas, en especial de las batallas que dieron durante la Guerra Civil del siglo XIX, o bien de sus héroes. Una de ellas, la del general Robert E. Lee, comandante del ejército esclavista sureño, fue retirada de Richmond, capital histórica de los confederados racistas.

Asimismo, la Marina de USA ha prohibido el uso de banderas de la Confederación, tradicionales entre los grupos racistas y esclavistas, y cientos de estatuas han sido retiradas de las plazas públicas en todo el territorio norteamericano. El edificio cultural del racismo está siendo demolido. En especial se han derribado, retirado o descabezado varias estatuas de Cristóbal Colón, descubridor de América y fundador del esclavismo en el continente.

El presidente Donald Trump, por su parte, ha generado sus acostumbrados twits ahora contra el pacifista Martin Gugino, quien fuera derribado por policías blancos durante una manifestación en Búfalo. Gugino fue empujado, y al caer al piso, se rompió la cabeza y comenzó a sangrar por un oído.

El presidente se permitió comentar que Gugino había caído “más rápido de lo que fue empujado”, y eso le daba base para suponer que era “un provocador Antifa” por lo cual había que precaverse. Trump se permitió comentar lo anterior mientras Gugino aún estaba en el hospital, por lo que el magnate fue objeto de duras críticas a nivel nacional.

La derecha había dominado el escenario político desde la elección de Donald Trump hace casi 4 años. Sin embargo, a fines de mayo se produjo un cambio sustancial en la correlación de fuerzas. La muerte de George Floyd a manos de un policía blanco en Minneapolis conmovió la conciencia de los movimientos negros contrarios a la discriminación, así como de todos los sectores democráticos que fueron creciendo a lo largo de las diversas etapas de la lucha por la democracia.

A los afroamericanos se sumaron prácticamente todos los inmigrantes organizados (salvadoreños, mexicanos, asiáticos, etc.) que se identificaron con la causa, y juntos formaron un torrente incontenible que arrasó con las aspiraciones reeleccionistas de Trump, y puso a los movimientos racistas (KKK, neonazis, Supremacía Blanca) a la defensiva y sin poder agruparse ni coordinarse.

Junto a los grupos de la oposición se han abierto camino los miembros del grupo Antifa (Antifascistas) integrado en su mayoría por blancos democráticos o francamente radicales, que han venido surgiendo de varios movimientos antisistema, y que tuvieron una de sus actuaciones estelares en Charlotesville, en 2017, donde pudieron desbaratar una reunión nacional de grupos racistas.

Hay que tomar en cuenta que, a la fecha, en USA han muerto más de 112 mil personas por Covid (la mayoría afroamericanos y latinos) demostrando que si bien esa enfermedad ha anidado en los países más avanzados, ha golpeado con mayor fuerza a los sectores más desprotegidos de la población.

Asimismo, la pandemia ha generado un paro gigantesco de actividades en todos los sectores (agrícola, industrial, financiero) y ha logrado llevar a más de 43 millones de trabajadores al desempleo, de tal modo que ha empujado más a la economía hacia la recesión.

El horror generado por la violencia policiaca fue el detonador de las protestas. En un momento determinado, había movilizaciones en unas 140 ciudades de USA, además de los pueblos y comunidades. La opinión pública fue girando rápidamente hacia posiciones democráticas y antirracistas.

En ese contexto, la opinión pública no olvida que Trump intentó al principio de la crisis dar un golpe de estado militar, invocando una ley antiinsurreccional promulgada en 1807, con objeto de lanzar al ejército contra los manifestantes en las calles, e imponer así “la ley y el orden”.

No obstante, el magnate no pudo generar consenso en torno a su propuesta, porque la mayoría de los líderes de opinión se opusieron a su proyecto, incluyendo a los expresidentes vivos (Bush, Clinton, Obama) y la enorme mayoría de funcionarios, líderes políticos y jefes militares en activo y retirados. Fue un fiasco.

Maniatado en sus pretensiones, con una opinión pública adversa, con miles de muertos por la pandemia y millones de desocupados, Donald Trump está por terminar sus cuatro años de mandato en medio de una de las peores crisis que se han presentado en la historia de USA. Un escenario catastrófico.

Todo se le juntó: pandemia, recesión, cesantía laboral e insurgencia del movimiento afroamericano. Un coctel del que no podrá salir vivo en términos políticos. Hoy solo cuenta con el apoyo del 39 por ciento de aprobación, contra un 57 por ciento que desaprueba su gestión

Joe Biden, virtual candidato demócrata, lo aventaja con unos 14 puntos en la intención del voto, y la tendencia marca que esta diferencia va creciendo. En USA no ha logrado la reelección ningún presidente en funciones en cuyo mandato se haya producido una recesión. Las cifras de Trump indican un decrecimiento de la economía entre 6.5 y 10 por ciento para este año.

Lo anterior demuestra que USA ya no podrá ser gobernado por movimientos racistas. La clase dirigente de USA se apresta a colocar a alguien más tolerante, más capaz, menos prepotente, con una mentalidad más amplia y abierta a la democracia. La oportunidad política de la derecha racista en USA hoy toca a su fin.