/ jueves 2 de diciembre de 2021

El mito de Supermán

Los mitos son una forma de entender la realidad a partir de acontecimientos narrados. La mayoría de las veces son la respuesta para entender, o más bien explicar, la razón de acciones o estructuras sociales. Lévi-Strauss sostenía que a pesar de que estos eventos pertenecen a un orden fantástico o mágico no significa necesariamente que carezcan de racionalización.

Hay mitos fundacionales que describen cómo la unión matrimonial entre individuos del mismo clan termina en tragedia, revelando el tabú del incesto, no porque en realidad supieran que existen defectos en la genética al momento de la concepción, sino porque los lazos de parentesco se vuelven necesarios al intercambiar mujeres para ampliar vínculos con distintivos clanes y así fortalecer el circulo social.

También logran funcionar para reafirmar la identidad entre pueblos que tienen afinidad con animales o plantas en forma de tótem; por decirlo así, estos elementos están cargados de significación porque representan valores inherentes a su naturaleza. Por supuesto, muchos han quedado en desuso porque la estructura de la sociedad ha cambiado, revelando sólo una interpretación social y cultural de lo acontecido, tanto sus convencionalismos como su historia.

Más que otra cosa, los mitos están construidos con símbolos que tienen un significado específico, no son simples representaciones casuales o fortuitas. Umberto Eco, en este sentido, sostiene que es posible tener otro tipo de mitos en la sociedad contemporánea, más emparejados a nuestras prácticas como el consumo masificado, las distinciones sociales, los objetos que nos rodean, así como el valor que le otorgamos a ciertos convencionalismos cotidianos.

Precisamente fueron las historias de superhéroes, parecidas a la narrativa mítica, las que lograron popularizarse gracias a las novelas gráficas y cómics. Por supuesto, estas no revelaban un acontecimiento que se remontaba a una génesis o constituían un acto fundacional, sino que representaban valores o percepciones sobre la realidad; en general, simbolizaban una imagen condensada de aspiraciones y deseos personales. Significaba lo que muchos deseaban ser.

No es extraño que esto ocurra. En una sociedad donde muchos individuos sufren complejos de inferioridad y frustraciones, donde la fuerza individual es reducida por los grandes acontecimientos, los símbolos suelen mitificarse hasta generar un reconocimiento con superhéroes, capaces de satisfacer exigencias que el ciudadano común no logra alcanzar.

Así, Supermán personifica al individuo común. Por una parte, Clark Kenta se desenvuelve cotidianamente como un empleado poco valorado, su actitud es más bien tímida y su inteligencia apenas mediocre, sin mencionar que vive eternamente enamorado de una mujer que no lo aprecia. Pero su personalidad secreta de hecho es un superhéroe dotado con poderes sobrehumanos, su fuerza es casi ilimitada, surca los cielos a grandes velocidades y es capaz fundir objetos con su mirada. Lucha contra las fuerzas del mal, es adorado y es apuesto, humilde y bondadoso.

Las personas siguen sus aventuras y películas porque, en un ardid de deseo, logran identificarse con él. Como menciona Eco, el individuo común y corriente alimenta la secreta esperanza de que un día, de los despojos de su cabizbaja e insegura personalidad, se alzará un superhombre capaz de recuperar años de mediocridad. En eso se basa el mito de Supermán: la necesidad de un superhéroe.

Los mitos son una forma de entender la realidad a partir de acontecimientos narrados. La mayoría de las veces son la respuesta para entender, o más bien explicar, la razón de acciones o estructuras sociales. Lévi-Strauss sostenía que a pesar de que estos eventos pertenecen a un orden fantástico o mágico no significa necesariamente que carezcan de racionalización.

Hay mitos fundacionales que describen cómo la unión matrimonial entre individuos del mismo clan termina en tragedia, revelando el tabú del incesto, no porque en realidad supieran que existen defectos en la genética al momento de la concepción, sino porque los lazos de parentesco se vuelven necesarios al intercambiar mujeres para ampliar vínculos con distintivos clanes y así fortalecer el circulo social.

También logran funcionar para reafirmar la identidad entre pueblos que tienen afinidad con animales o plantas en forma de tótem; por decirlo así, estos elementos están cargados de significación porque representan valores inherentes a su naturaleza. Por supuesto, muchos han quedado en desuso porque la estructura de la sociedad ha cambiado, revelando sólo una interpretación social y cultural de lo acontecido, tanto sus convencionalismos como su historia.

Más que otra cosa, los mitos están construidos con símbolos que tienen un significado específico, no son simples representaciones casuales o fortuitas. Umberto Eco, en este sentido, sostiene que es posible tener otro tipo de mitos en la sociedad contemporánea, más emparejados a nuestras prácticas como el consumo masificado, las distinciones sociales, los objetos que nos rodean, así como el valor que le otorgamos a ciertos convencionalismos cotidianos.

Precisamente fueron las historias de superhéroes, parecidas a la narrativa mítica, las que lograron popularizarse gracias a las novelas gráficas y cómics. Por supuesto, estas no revelaban un acontecimiento que se remontaba a una génesis o constituían un acto fundacional, sino que representaban valores o percepciones sobre la realidad; en general, simbolizaban una imagen condensada de aspiraciones y deseos personales. Significaba lo que muchos deseaban ser.

No es extraño que esto ocurra. En una sociedad donde muchos individuos sufren complejos de inferioridad y frustraciones, donde la fuerza individual es reducida por los grandes acontecimientos, los símbolos suelen mitificarse hasta generar un reconocimiento con superhéroes, capaces de satisfacer exigencias que el ciudadano común no logra alcanzar.

Así, Supermán personifica al individuo común. Por una parte, Clark Kenta se desenvuelve cotidianamente como un empleado poco valorado, su actitud es más bien tímida y su inteligencia apenas mediocre, sin mencionar que vive eternamente enamorado de una mujer que no lo aprecia. Pero su personalidad secreta de hecho es un superhéroe dotado con poderes sobrehumanos, su fuerza es casi ilimitada, surca los cielos a grandes velocidades y es capaz fundir objetos con su mirada. Lucha contra las fuerzas del mal, es adorado y es apuesto, humilde y bondadoso.

Las personas siguen sus aventuras y películas porque, en un ardid de deseo, logran identificarse con él. Como menciona Eco, el individuo común y corriente alimenta la secreta esperanza de que un día, de los despojos de su cabizbaja e insegura personalidad, se alzará un superhombre capaz de recuperar años de mediocridad. En eso se basa el mito de Supermán: la necesidad de un superhéroe.