/ viernes 29 de mayo de 2020

El Fondo de Desastres Naturales

Con la llegada de las lluvias llegan también diversos fenómenos atípicos que, hay que reconocer, son cada vez son mas frecuentes: fuertes vientos, granizadas, tormentas puntuales de corta duración pero alto impacto, entre otros.

Y los ciclones… que siempre han existido, siempre impredecibles, pero siempre peligrosos para la población, más cuando no hay autoridad que logre controlar los asentamientos en zonas inundables.

Cada año hay miles de personas que viven en riesgo, por diversas razones, una ya la mencioné, se asientan en zonas con riesgo de inundación, zonas que el agua reconoce como propias cuando sale de su cauce, no importa que hayan pasado años sin que haya ocupado esos espacios, el agua tarde o temprano reconoce su cauce.

Pero también influyen aspectos como una mayor deforestación, que ha impactado los ecosistemas naturales y afectado los ciclos propios de cada región. Una zona que ha sido deforestada ya no retiene los escurrimientos, y eso tiene un doble impacto, por un lado disminuye la infiltración de agua a los acuíferos, la recarga disminuye, y por otro los escurrimientos de agua ocurren con una mayor velocidad, grandes cantidades de agua se concentran rápidamente en los cauces, y provocan crecientes más vertiginosas, mas peligrosas.

También el calentamiento global y el cambio climático son una de las razones de mayor importancia, sequías mas prolongadas, huracanes más intensos, alteraciones en los patrones de precipitación, son algunos de los efectos mas visibles y de mayor peligro para la población.

¿Y cuando ocurre una catástrofe? Entra en operación el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN).

Este fondo existe desde 1996. En ese entonces no existía ningún instrumento que mitigara los efectos casados por un huracán. El único programa que existía era el Plan DN-III, manejado por la Secretaría de la Defensa Nacional. Este tiene como propósito atender a damnificados de desastres naturales. Es de ayuda para mitigar el momento, pero no para la reconstrucción de infraestructura pública y/o vivienda de estratos marginados.

Y en aquel tiempo, Opal y Roxanne devastaron la Península de Yucatán, Tabasco y Veracruz. Provocaron las peores inundaciones que Campeche había padecido desde 1927. El hundimiento de un buque y la suspensión de la extracción petrolera causaron cuantiosísimas pérdidas. En adición, la carretera que unía el continente con Ciudad del Carmen (Isla del Carmen) en Campeche quedó destruida, la isla quedó incomunicada.

Además era 1995, se vivían los estragos del “error de diciembre”, fue el año de una de las peores crisis económicas sufridas por México en la historia contemporánea. Por ello, se consideró una buena idea diseñar un Fondo de Desastres Naturales que tuviera como propósito reconstruir infraestructura pública y vivienda de estratos marginados cuando ocurriera un fenómeno natural devastador. Y así ha sido.

Sin embargo, la semana pasada el Grupo Parlamentario de MORENA, presentó una iniciativa para reformar 14 leyes y con ello desaparecer 44 fideicomisos, incluidos el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) y el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine). Afortunadamente, varios días de reclamos, particularmente de algunos famosos cineastas mexicanos, gobernadores de todos los partidos e inclusive, del propio titular de protección civil, provocaron que los diputados federales de MORENA decidieran 'congelar' su propuesta, al menos por el momento.

Sería un error desaparecer el FONDEN, sin duda se va a requerir cuando se vuelva a presentar un huracán, un sismo o un incendio devastador. Es cierto que debe mejorarse, hacer reglas más claras y vigilar mejor su aplicación. Pero ya se ha visto que cuando deciden desaparecer algo que funciona, para “crear algo mejor”, resulta desastroso para México.

Con la llegada de las lluvias llegan también diversos fenómenos atípicos que, hay que reconocer, son cada vez son mas frecuentes: fuertes vientos, granizadas, tormentas puntuales de corta duración pero alto impacto, entre otros.

Y los ciclones… que siempre han existido, siempre impredecibles, pero siempre peligrosos para la población, más cuando no hay autoridad que logre controlar los asentamientos en zonas inundables.

Cada año hay miles de personas que viven en riesgo, por diversas razones, una ya la mencioné, se asientan en zonas con riesgo de inundación, zonas que el agua reconoce como propias cuando sale de su cauce, no importa que hayan pasado años sin que haya ocupado esos espacios, el agua tarde o temprano reconoce su cauce.

Pero también influyen aspectos como una mayor deforestación, que ha impactado los ecosistemas naturales y afectado los ciclos propios de cada región. Una zona que ha sido deforestada ya no retiene los escurrimientos, y eso tiene un doble impacto, por un lado disminuye la infiltración de agua a los acuíferos, la recarga disminuye, y por otro los escurrimientos de agua ocurren con una mayor velocidad, grandes cantidades de agua se concentran rápidamente en los cauces, y provocan crecientes más vertiginosas, mas peligrosas.

También el calentamiento global y el cambio climático son una de las razones de mayor importancia, sequías mas prolongadas, huracanes más intensos, alteraciones en los patrones de precipitación, son algunos de los efectos mas visibles y de mayor peligro para la población.

¿Y cuando ocurre una catástrofe? Entra en operación el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN).

Este fondo existe desde 1996. En ese entonces no existía ningún instrumento que mitigara los efectos casados por un huracán. El único programa que existía era el Plan DN-III, manejado por la Secretaría de la Defensa Nacional. Este tiene como propósito atender a damnificados de desastres naturales. Es de ayuda para mitigar el momento, pero no para la reconstrucción de infraestructura pública y/o vivienda de estratos marginados.

Y en aquel tiempo, Opal y Roxanne devastaron la Península de Yucatán, Tabasco y Veracruz. Provocaron las peores inundaciones que Campeche había padecido desde 1927. El hundimiento de un buque y la suspensión de la extracción petrolera causaron cuantiosísimas pérdidas. En adición, la carretera que unía el continente con Ciudad del Carmen (Isla del Carmen) en Campeche quedó destruida, la isla quedó incomunicada.

Además era 1995, se vivían los estragos del “error de diciembre”, fue el año de una de las peores crisis económicas sufridas por México en la historia contemporánea. Por ello, se consideró una buena idea diseñar un Fondo de Desastres Naturales que tuviera como propósito reconstruir infraestructura pública y vivienda de estratos marginados cuando ocurriera un fenómeno natural devastador. Y así ha sido.

Sin embargo, la semana pasada el Grupo Parlamentario de MORENA, presentó una iniciativa para reformar 14 leyes y con ello desaparecer 44 fideicomisos, incluidos el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) y el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine). Afortunadamente, varios días de reclamos, particularmente de algunos famosos cineastas mexicanos, gobernadores de todos los partidos e inclusive, del propio titular de protección civil, provocaron que los diputados federales de MORENA decidieran 'congelar' su propuesta, al menos por el momento.

Sería un error desaparecer el FONDEN, sin duda se va a requerir cuando se vuelva a presentar un huracán, un sismo o un incendio devastador. Es cierto que debe mejorarse, hacer reglas más claras y vigilar mejor su aplicación. Pero ya se ha visto que cuando deciden desaparecer algo que funciona, para “crear algo mejor”, resulta desastroso para México.