/ lunes 24 de febrero de 2020

El feminismo, la cuarta ola llegó

¿Por qué en nuestro país, la violencia hacia las mujeres ha ido en aumento? Es muy difícil conocer con precisión todos los porqués de su ocurrencia. La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las trasgresiones más graves, extendidas, arraigadas y toleradas en el mundo a decir de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El organismo internacional en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres cada 25 de noviembre y de su campaña naranja: “Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas”, hace un llamado al gobierno, a instituciones públicas y privadas y a toda la sociedad en su conjunto “a seguir comprometiéndose y a sumar esfuerzos para implementar acciones encaminadas a prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia que viven millones de mujeres y niñas”.

Dichas acciones suenan bien, sin embargo, el número cada día mayor de asesinatos y agresiones contra las mujeres, nos muestra que las campañas promovidas por la ONU, y que son replicadas por los gobiernos federal, estatales, municipales o instituciones privadas de poco han valido. Se necesita más que una campaña o campañas.

Los datos sobre las violaciones contra las mujeres y niñas, sus asesinatos se necesitan mucho pero mucho más para enfrentarlas; una verdadera revolución que erradique la violencia física, escolar, en el hogar, sicológica, sexual, institucional, laboral, económica.

“Todas las mujeres vivimos en mayor o menor intensidad formas de violencia. Sufrimos violencia cuando no reconocen ni valoran nuestro trabajo, cuando nos hacen callar haciéndonos creer que nuestra opinión no es importante, cuando se utiliza un lenguaje sexista que no nombra a las mujeres, cuando nos pagan menos que a los hombres por realizar las mismas funciones, cuando tenemos que convivir con mensajes publicitarios que nos tratan como objetos sexuales, cuando sentimos miedo por caminar solas...”.

Efectivamente, “la violencia contra las mujeres es una expresión de la relación de desigualdad entre hombres y mujeres”; es una afirmación de la superioridad de un sexo sobre el otro; de los hombres sobre las mujeres”. Pero lamentablemente esto se aprende en todas partes, en la casa, principalmente, en la escuela, en el trabajo, amén de que la cultura machista la promueven y enseñan las propias mujeres que si bien, ya no es como antes, las mamás –tristemente- son también sus promotoras: “prepárale la cena a tu hermano, lávale y plánchale la ropa, debes atender a tu marido”.

En la historia de la humanidad, en la lucha por nuestros derechos, las mujeres hemos ido logrando triunfos a través de movimientos, de “olas feministas”. La primera fue aquella que venía antes de la Revolución francesa y con aquel pensamiento se promovió la igualdad y el derecho de las mujeres a la educación. La segunda ola se centró en el derecho al sufragio y el logro de las mujeres a votar y ser votadas; en tanto la tercera ola fue impulsada en los años 60 del siglo pasado por Simone de Beauvoir y Betty Friedan, quienes pelearon por los derechos humanos de las mujeres y por la abolición del patriarcado. Fue en aquel entonces cuando se masificó el término "feminista".

Hoy se afirma que la cuarta ola “está rompiendo un paradigma, las mujeres como responsables de la crianza y por tanto del machismo”, la que nació en medio de una revolución tecnológica, la de las redes sociales, que como nunca está saliendo a tomar la calle y hacerse visible, pero no sólo esto, se está apropiando del poder, enfrentando al patriarcado, al macho, tomando conciencia y “poniendo en jaque la desigualdad estructural de la sociedad”.


Senadora de Morena

¿Por qué en nuestro país, la violencia hacia las mujeres ha ido en aumento? Es muy difícil conocer con precisión todos los porqués de su ocurrencia. La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las trasgresiones más graves, extendidas, arraigadas y toleradas en el mundo a decir de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El organismo internacional en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres cada 25 de noviembre y de su campaña naranja: “Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas”, hace un llamado al gobierno, a instituciones públicas y privadas y a toda la sociedad en su conjunto “a seguir comprometiéndose y a sumar esfuerzos para implementar acciones encaminadas a prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia que viven millones de mujeres y niñas”.

Dichas acciones suenan bien, sin embargo, el número cada día mayor de asesinatos y agresiones contra las mujeres, nos muestra que las campañas promovidas por la ONU, y que son replicadas por los gobiernos federal, estatales, municipales o instituciones privadas de poco han valido. Se necesita más que una campaña o campañas.

Los datos sobre las violaciones contra las mujeres y niñas, sus asesinatos se necesitan mucho pero mucho más para enfrentarlas; una verdadera revolución que erradique la violencia física, escolar, en el hogar, sicológica, sexual, institucional, laboral, económica.

“Todas las mujeres vivimos en mayor o menor intensidad formas de violencia. Sufrimos violencia cuando no reconocen ni valoran nuestro trabajo, cuando nos hacen callar haciéndonos creer que nuestra opinión no es importante, cuando se utiliza un lenguaje sexista que no nombra a las mujeres, cuando nos pagan menos que a los hombres por realizar las mismas funciones, cuando tenemos que convivir con mensajes publicitarios que nos tratan como objetos sexuales, cuando sentimos miedo por caminar solas...”.

Efectivamente, “la violencia contra las mujeres es una expresión de la relación de desigualdad entre hombres y mujeres”; es una afirmación de la superioridad de un sexo sobre el otro; de los hombres sobre las mujeres”. Pero lamentablemente esto se aprende en todas partes, en la casa, principalmente, en la escuela, en el trabajo, amén de que la cultura machista la promueven y enseñan las propias mujeres que si bien, ya no es como antes, las mamás –tristemente- son también sus promotoras: “prepárale la cena a tu hermano, lávale y plánchale la ropa, debes atender a tu marido”.

En la historia de la humanidad, en la lucha por nuestros derechos, las mujeres hemos ido logrando triunfos a través de movimientos, de “olas feministas”. La primera fue aquella que venía antes de la Revolución francesa y con aquel pensamiento se promovió la igualdad y el derecho de las mujeres a la educación. La segunda ola se centró en el derecho al sufragio y el logro de las mujeres a votar y ser votadas; en tanto la tercera ola fue impulsada en los años 60 del siglo pasado por Simone de Beauvoir y Betty Friedan, quienes pelearon por los derechos humanos de las mujeres y por la abolición del patriarcado. Fue en aquel entonces cuando se masificó el término "feminista".

Hoy se afirma que la cuarta ola “está rompiendo un paradigma, las mujeres como responsables de la crianza y por tanto del machismo”, la que nació en medio de una revolución tecnológica, la de las redes sociales, que como nunca está saliendo a tomar la calle y hacerse visible, pero no sólo esto, se está apropiando del poder, enfrentando al patriarcado, al macho, tomando conciencia y “poniendo en jaque la desigualdad estructural de la sociedad”.


Senadora de Morena