/ miércoles 23 de marzo de 2022

El “Doctor muerte” quiso ser Dios y mató a más de 200 personas

Su lema era "morir no es un crimen", sin duda, una extraña filosofía que concibió desde muy joven, Harold Frederick Shipman.

El británico Harold Frederick Shipman, más conocido como el "Doctor Muerte", fue uno de los peores asesinos seriales de la historia, ya que se le adjudican más de 218 crímenes, todos ellos pacientes suyos, y en el juicio al que fue sometido por 15 asesinatos fue condenado con una cadena perpetua por cada uno de ellos.

Harold nació en Nottingham, al centro de Inglaterra, el 14 de enero de 1946, en el seno de una familia de clase trabajadora. Fue el segundo de los cuatro hijos de Harold Shipman, un conductor de camión y Vera Shipman, ambos metodistas devotos.

Fred como lo llamaban, era un niño inteligente y seguro de sí mismo. Sin embargo, a sus 17 años su vida cambió drásticamente. Su madre enfermó y murió de cáncer de pulmón. A partir del deceso de su progenitora sobrevino en él una reacción contradictoria.

Harold Frederick vio como a Vera le administraban morfina en casa. Un hecho que lo marcó porque posteriormente se convirtió en su propio modus operandi. Ahí fue cuando floreció su obsesión por los fármacos y las drogas. Digamos que fue el preámbulo que lo llevó a coquetear con la morfina hasta volverse adicto a ella.

Años más tarde, en Harold Frederick germinó el gusto por la medicina, así que en 1970 se graduó como médico general en la Facultad de Medicina de Leeds. Luego en 1974, comenzó a trabajar en el Abraham Ormerod Medical Center, al oeste de Yorkshire.

Durante su paso por la clínica antes mencionada, fue multado por la prescripción y el uso de la petidina, un analgésico potente que ejerce su efecto en el sistema nervioso central, aliviando y bloqueando a su vez la transmisión de los impulsos de dolor.

No obstante, tras un periodo de rehabilitación, volvió a laborar en Hide, muy cerca de Manchester.

Después de haber cosechado una buena racha, a finales de 1993, fundó su propio nosocomio, colocándole en una posición de relevancia, al ser respetado por la comunidad galena.

// Huele a muerte la Clínica Shipman //

Y de pronto la mortalidad se hizo evidente en la Clínica Shipman. Un dato revelador causó incertidumbre en la doctora Linda Reynolds que trabajaba en el Hospital Brooke Surgery, justo enfrente de la clínica de Shipman, cuando fue a visitar a John Pollard, coronel de distrito de South Manchester.

La cirujana de renombre notó que había un alto índice de mortalidad entre los pacientes de Harold Frederick Shipman. En particular, llamaba la atención, el elevado número de incineraciones realizadas de ex pacientes de Fred, en su mayoría mujeres mayores.

Y aunque el caso fue tomado en consideración por la policía, no existieron en ese momento, pruebas suficientes para arrestar y levantar cargos en contra de Shipman.

// La cloaca de destapa //

Pero, ¿qué método utilizó Harold Frederick para matar a personas y a mujeres de avanzada edad?. Todos sus asesinatos los provocó a través de sobredosis de morfina. Una vez que tenía el control de los pacientes, bajo el pretexto de llevar a cabo un tratamiento, les inyectaba una cantidad absurda de este analgésico opiáceo, lo que originaba la muerte en todos los casos.

Lo cierto es que Frederick mataba indiscriminadamente a cualquier persona que por algún motivo se le cruzara. Desde luego también pone en entredicho la burocracia que existía en aquella época en Inglaterra. Porque él pasaba certificados médicos de defunción a colegas, quienes solo firmaban, y así sin más iban desfilando miles de documentos donde se asentaban cientos de fallecimientos.

Muchos de estos, iban directos a incineración por lo que no había posibilidad de autopsia. Pero, hubo otros cuerpos que no fueron directo al fuego.

El 24 de junio de 1998, Shipman realizó una visita a casa de Kathleen Grundy, una mujer longeva sin aparentes problemas de salud graves, a la cual le indujo la muerte tras una dosis de morfina.

A pesar de ello, no lo atraparon en ese instante porque no había algún familiar en el domicilio de Kathleen.

Por otra parte, previo al deceso de ella, Harold aprovechó cada segundo del procedimiento para manipularla y convencerla de cambiar su testamento, quitando a su hija, la abogada Angela Woodruff, y disponiendo que él fuese el único heredero de 386 mil libras esterlinas, según voluntad de su madre.

Al enterarse, Angela se quedó asombrada y pidió una investigación que suscitó a que el cadáver fuera exhumado y examinado, encontrándose niveles elevados de morfina. Con ello, Shipman fue finalmente arrestado el 7 de septiembre de 1998.

// Un auténtico carnicero //

El juicio descubrió lo peor porque el jurado lo declaró culpable de 15 asesinatos, 459 personas murieron bajo su cuidado, y es posible que exterminó a 250 de ellas, el 80 por ciento de sus víctimas fueron mujeres, la más joven de 41 años.

Desde luego, Shipman negó su culpabilidad. En 2004, luego de recibir una condena de 15 cadenas perpetuas y cuatro años por falsificaciones, se ahorcó mientras permanecía en la prisión de Wakefield, Inglaterra.

Tal vez en su aire de arrogancia, en ese trance de locura, Harold Frederick Shipman trataba de homenajear a su madre, que lidió con el dolor frente a sus ojos, y que solo la morfina le brindó un rato libre de espasmos.

Su lema era "morir no es un crimen", sin duda, una extraña filosofía que concibió desde muy joven, Harold Frederick Shipman.

El británico Harold Frederick Shipman, más conocido como el "Doctor Muerte", fue uno de los peores asesinos seriales de la historia, ya que se le adjudican más de 218 crímenes, todos ellos pacientes suyos, y en el juicio al que fue sometido por 15 asesinatos fue condenado con una cadena perpetua por cada uno de ellos.

Harold nació en Nottingham, al centro de Inglaterra, el 14 de enero de 1946, en el seno de una familia de clase trabajadora. Fue el segundo de los cuatro hijos de Harold Shipman, un conductor de camión y Vera Shipman, ambos metodistas devotos.

Fred como lo llamaban, era un niño inteligente y seguro de sí mismo. Sin embargo, a sus 17 años su vida cambió drásticamente. Su madre enfermó y murió de cáncer de pulmón. A partir del deceso de su progenitora sobrevino en él una reacción contradictoria.

Harold Frederick vio como a Vera le administraban morfina en casa. Un hecho que lo marcó porque posteriormente se convirtió en su propio modus operandi. Ahí fue cuando floreció su obsesión por los fármacos y las drogas. Digamos que fue el preámbulo que lo llevó a coquetear con la morfina hasta volverse adicto a ella.

Años más tarde, en Harold Frederick germinó el gusto por la medicina, así que en 1970 se graduó como médico general en la Facultad de Medicina de Leeds. Luego en 1974, comenzó a trabajar en el Abraham Ormerod Medical Center, al oeste de Yorkshire.

Durante su paso por la clínica antes mencionada, fue multado por la prescripción y el uso de la petidina, un analgésico potente que ejerce su efecto en el sistema nervioso central, aliviando y bloqueando a su vez la transmisión de los impulsos de dolor.

No obstante, tras un periodo de rehabilitación, volvió a laborar en Hide, muy cerca de Manchester.

Después de haber cosechado una buena racha, a finales de 1993, fundó su propio nosocomio, colocándole en una posición de relevancia, al ser respetado por la comunidad galena.

// Huele a muerte la Clínica Shipman //

Y de pronto la mortalidad se hizo evidente en la Clínica Shipman. Un dato revelador causó incertidumbre en la doctora Linda Reynolds que trabajaba en el Hospital Brooke Surgery, justo enfrente de la clínica de Shipman, cuando fue a visitar a John Pollard, coronel de distrito de South Manchester.

La cirujana de renombre notó que había un alto índice de mortalidad entre los pacientes de Harold Frederick Shipman. En particular, llamaba la atención, el elevado número de incineraciones realizadas de ex pacientes de Fred, en su mayoría mujeres mayores.

Y aunque el caso fue tomado en consideración por la policía, no existieron en ese momento, pruebas suficientes para arrestar y levantar cargos en contra de Shipman.

// La cloaca de destapa //

Pero, ¿qué método utilizó Harold Frederick para matar a personas y a mujeres de avanzada edad?. Todos sus asesinatos los provocó a través de sobredosis de morfina. Una vez que tenía el control de los pacientes, bajo el pretexto de llevar a cabo un tratamiento, les inyectaba una cantidad absurda de este analgésico opiáceo, lo que originaba la muerte en todos los casos.

Lo cierto es que Frederick mataba indiscriminadamente a cualquier persona que por algún motivo se le cruzara. Desde luego también pone en entredicho la burocracia que existía en aquella época en Inglaterra. Porque él pasaba certificados médicos de defunción a colegas, quienes solo firmaban, y así sin más iban desfilando miles de documentos donde se asentaban cientos de fallecimientos.

Muchos de estos, iban directos a incineración por lo que no había posibilidad de autopsia. Pero, hubo otros cuerpos que no fueron directo al fuego.

El 24 de junio de 1998, Shipman realizó una visita a casa de Kathleen Grundy, una mujer longeva sin aparentes problemas de salud graves, a la cual le indujo la muerte tras una dosis de morfina.

A pesar de ello, no lo atraparon en ese instante porque no había algún familiar en el domicilio de Kathleen.

Por otra parte, previo al deceso de ella, Harold aprovechó cada segundo del procedimiento para manipularla y convencerla de cambiar su testamento, quitando a su hija, la abogada Angela Woodruff, y disponiendo que él fuese el único heredero de 386 mil libras esterlinas, según voluntad de su madre.

Al enterarse, Angela se quedó asombrada y pidió una investigación que suscitó a que el cadáver fuera exhumado y examinado, encontrándose niveles elevados de morfina. Con ello, Shipman fue finalmente arrestado el 7 de septiembre de 1998.

// Un auténtico carnicero //

El juicio descubrió lo peor porque el jurado lo declaró culpable de 15 asesinatos, 459 personas murieron bajo su cuidado, y es posible que exterminó a 250 de ellas, el 80 por ciento de sus víctimas fueron mujeres, la más joven de 41 años.

Desde luego, Shipman negó su culpabilidad. En 2004, luego de recibir una condena de 15 cadenas perpetuas y cuatro años por falsificaciones, se ahorcó mientras permanecía en la prisión de Wakefield, Inglaterra.

Tal vez en su aire de arrogancia, en ese trance de locura, Harold Frederick Shipman trataba de homenajear a su madre, que lidió con el dolor frente a sus ojos, y que solo la morfina le brindó un rato libre de espasmos.