/ jueves 4 de abril de 2019

El determinante social original

En términos de política social desde la campaña electoral 2018 había un diagnóstico que no era común y fallamos quienes pensamos que debía leerse teóricamente. En aquellos días, me pidieron dar una opinión al spot que ya había sido publicado en redes sociales.

Comenzaba con la presentación de un breve contexto sobre la situación de pobreza en el país: 53.4 millones de personas en pobreza; los trabajadores no podían adquirir la canasta básica con su ingreso; los jóvenes estan en la desesperanza y caen en la delincuencia; y los productores agrícolas, abandonados y dejaron de producir.

Si bien esas variables eran necesarias para intentar una presentación general e inicial del problema, la actual discusión sobre el desarrollo social está centrada en el análisis de la desigualdad, sus causas y formas de reducirla. Pero todo eso no estaba considerado ni superficialmente el spot; tampoco la problemática urbana ni la desigualdad en función del género, condición étnica y adultos mayores.

Lo que sí existía con mucha claridad era transformar la Sedesol, se aseguraba que para reducir la pobreza tenía que cambiar la institución. Esta nueva dependencia pública se concentraría en poner en marcha: proyectos innovadores para el desarrollo económico; atender los municipios más pobres del país; construir y recuperar la infraestructura comunitaria; fomentar empresas locales; producir alimentos para el autoconsumo; dar incentivos para procesos productivos regionales y nacionales; invertir en Centros de Bienestar Infantil Comunitarios; y mejorar Estancias Infantiles y el Programa 65 y más.

Sin embargo, la transformación de la dependencia no cuestionaba el papel de coordinación o “cabeza de sector” de la entonces Sedesol, ni los mecanismos de política pública utilizados en sus 25 años para que la coordinación implemente las acciones y recursos públicos orientados a reducir la pobreza. No había un diagnótico sobre el uso de recursos dado que el combate a la pobreza es permanente y evolutivo, ni el diseño institucional distinto para el abordaje de la desigualdad. En la última parte del spot se prometía una nueva institución social y se decía: “nueva Sedesol, para un México más próspero y solidario”.

Entiendo que no era posible transmitir un análisis social amplio en un spot, pero se dejó concientemente de lado la oportunidad para presentar una transformación social más allá que una “cascada” de programas sociales asistencialistas.

En este sentido, el determinante original del diagnóstico y de la actual política social estaba visto desde lo social netamente. Lo anterior que ha quedado claro con las decisiones de política y presupuesto social tomadas por AMLO. Ese factor determinante no era el muchos veníamos.

Lo que se requiere son políticas agresivas: la puesta en marcha de palancas de desarrollo, una nueva división económica-laboral regional y un nuevo orden administrativo basado en los recursos, más que en las divisiones políticas, que ya no responden de ninguna manera los retos que exige el desarrollo del país.

Sin embargo, todo indica que la nueva dependencia y sus programas sociales siguen una ruta clara, basada en un diagnostico político: desmantelar todo lo previamente existentente y crear la nueva población beneficiaria de la 4T. Ni más ni menos.

En términos de política social desde la campaña electoral 2018 había un diagnóstico que no era común y fallamos quienes pensamos que debía leerse teóricamente. En aquellos días, me pidieron dar una opinión al spot que ya había sido publicado en redes sociales.

Comenzaba con la presentación de un breve contexto sobre la situación de pobreza en el país: 53.4 millones de personas en pobreza; los trabajadores no podían adquirir la canasta básica con su ingreso; los jóvenes estan en la desesperanza y caen en la delincuencia; y los productores agrícolas, abandonados y dejaron de producir.

Si bien esas variables eran necesarias para intentar una presentación general e inicial del problema, la actual discusión sobre el desarrollo social está centrada en el análisis de la desigualdad, sus causas y formas de reducirla. Pero todo eso no estaba considerado ni superficialmente el spot; tampoco la problemática urbana ni la desigualdad en función del género, condición étnica y adultos mayores.

Lo que sí existía con mucha claridad era transformar la Sedesol, se aseguraba que para reducir la pobreza tenía que cambiar la institución. Esta nueva dependencia pública se concentraría en poner en marcha: proyectos innovadores para el desarrollo económico; atender los municipios más pobres del país; construir y recuperar la infraestructura comunitaria; fomentar empresas locales; producir alimentos para el autoconsumo; dar incentivos para procesos productivos regionales y nacionales; invertir en Centros de Bienestar Infantil Comunitarios; y mejorar Estancias Infantiles y el Programa 65 y más.

Sin embargo, la transformación de la dependencia no cuestionaba el papel de coordinación o “cabeza de sector” de la entonces Sedesol, ni los mecanismos de política pública utilizados en sus 25 años para que la coordinación implemente las acciones y recursos públicos orientados a reducir la pobreza. No había un diagnótico sobre el uso de recursos dado que el combate a la pobreza es permanente y evolutivo, ni el diseño institucional distinto para el abordaje de la desigualdad. En la última parte del spot se prometía una nueva institución social y se decía: “nueva Sedesol, para un México más próspero y solidario”.

Entiendo que no era posible transmitir un análisis social amplio en un spot, pero se dejó concientemente de lado la oportunidad para presentar una transformación social más allá que una “cascada” de programas sociales asistencialistas.

En este sentido, el determinante original del diagnóstico y de la actual política social estaba visto desde lo social netamente. Lo anterior que ha quedado claro con las decisiones de política y presupuesto social tomadas por AMLO. Ese factor determinante no era el muchos veníamos.

Lo que se requiere son políticas agresivas: la puesta en marcha de palancas de desarrollo, una nueva división económica-laboral regional y un nuevo orden administrativo basado en los recursos, más que en las divisiones políticas, que ya no responden de ninguna manera los retos que exige el desarrollo del país.

Sin embargo, todo indica que la nueva dependencia y sus programas sociales siguen una ruta clara, basada en un diagnostico político: desmantelar todo lo previamente existentente y crear la nueva población beneficiaria de la 4T. Ni más ni menos.

ÚLTIMASCOLUMNAS