/ domingo 9 de mayo de 2021

¿Dónde está el dinero?

La discrecionalidad con que el gobierno de Morelos asigna sus presupuestos provoca la quiebra de muchas de las políticas públicas, de los ayuntamientos y de los organismos autónomos que suponen limitar las disfunciones de todos los niveles de gobierno.

El diseño presupuestal pasa, necesariamente, por la definición de un conjunto de prioridades para los tomadores de decisiones en los gobiernos. Por ejemplo, si un gobierno considera que un tren es más importante para su administración que vacunas y servicios para enfrentar una pandemia que amenaza la vida y la economía de todo el mundo, seguramente dirigirá más recursos a la infraestructura ferroviaria que a fondear la salud. Más allá de las apreciaciones éticas y morales, que por supuesto debieran existir, los diseñadores de presupuestos marcan con recursos adicionales o con garantías para el flujo de recursos, aquellos proyectos que consideran relevantes para su gobierno considerando probablemente sin mayores evidencias, que eso quiere o necesita la gente.

En Morelos, los gobiernos están agobiados por una espiral de crímenes que pega al desarrollo económico y social de la entidad, pero también exhiben tentaciones autoritarias profundas, y diseñan presupuestos que disminuyen los recursos para los municipios, comprometen el desarrollo social y lesionan la posibilidad de los organismos autónomos para cumplir a cabalidad con sus atribuciones jurídicas. El permanente castigo al financiamiento de plazas para educación básica, del funcionamiento de la UAEM; está directamente emparentado con la falta de recursos para la operación de, por ejemplo, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos, y del Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana; pero también incluye la reducción y aletargamiento de apoyos al campo, el escaso financiamiento al sector salud, y hasta una errática evaluación del gasto en materia de seguridad pública y protección ciudadana.

La falta de compromiso del gobierno estatal con los rubros anteriores tiene sus manifestaciones más claras en los señalamientos que desde el gobierno estatal se hacen hacia actores y grupos políticos. A los maestros, por ejemplo, se les ha dejado de escuchar, lo que equivale a anularlos totalmente de la participación social; al presidente de la CDHEM se le ha intentado destituir, al Impepac se le hace dar mil vueltas para negarle sistemáticamente un incremento al presupuesto para los comicios de junio entrante y hasta se le indica dónde tendría que hacer recortes. El castigo entonces se traduce en desprecio por las instituciones y en el peor de los casos, hasta la ubicación de sus titulares como enemigos del gobierno (como ocurre con la CDHEM).

El problema es mucho mayor cuando se percibe que el problema presupuestal parece tocar a todas las dependencias, incluidas las el gobierno supone prioritarias, como la seguridad pública. Por supuesto que el problema podría atribuirse a la pandemia, que produjo la caída de entre 7 y 23% del Producto Interno Bruto en el estado durante el 2020; pero los rezagos en materia presupuestal son previos a la pandemia. Urge rediseñar el presupuesto, pero primero definir prioridades de gasto.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La discrecionalidad con que el gobierno de Morelos asigna sus presupuestos provoca la quiebra de muchas de las políticas públicas, de los ayuntamientos y de los organismos autónomos que suponen limitar las disfunciones de todos los niveles de gobierno.

El diseño presupuestal pasa, necesariamente, por la definición de un conjunto de prioridades para los tomadores de decisiones en los gobiernos. Por ejemplo, si un gobierno considera que un tren es más importante para su administración que vacunas y servicios para enfrentar una pandemia que amenaza la vida y la economía de todo el mundo, seguramente dirigirá más recursos a la infraestructura ferroviaria que a fondear la salud. Más allá de las apreciaciones éticas y morales, que por supuesto debieran existir, los diseñadores de presupuestos marcan con recursos adicionales o con garantías para el flujo de recursos, aquellos proyectos que consideran relevantes para su gobierno considerando probablemente sin mayores evidencias, que eso quiere o necesita la gente.

En Morelos, los gobiernos están agobiados por una espiral de crímenes que pega al desarrollo económico y social de la entidad, pero también exhiben tentaciones autoritarias profundas, y diseñan presupuestos que disminuyen los recursos para los municipios, comprometen el desarrollo social y lesionan la posibilidad de los organismos autónomos para cumplir a cabalidad con sus atribuciones jurídicas. El permanente castigo al financiamiento de plazas para educación básica, del funcionamiento de la UAEM; está directamente emparentado con la falta de recursos para la operación de, por ejemplo, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos, y del Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana; pero también incluye la reducción y aletargamiento de apoyos al campo, el escaso financiamiento al sector salud, y hasta una errática evaluación del gasto en materia de seguridad pública y protección ciudadana.

La falta de compromiso del gobierno estatal con los rubros anteriores tiene sus manifestaciones más claras en los señalamientos que desde el gobierno estatal se hacen hacia actores y grupos políticos. A los maestros, por ejemplo, se les ha dejado de escuchar, lo que equivale a anularlos totalmente de la participación social; al presidente de la CDHEM se le ha intentado destituir, al Impepac se le hace dar mil vueltas para negarle sistemáticamente un incremento al presupuesto para los comicios de junio entrante y hasta se le indica dónde tendría que hacer recortes. El castigo entonces se traduce en desprecio por las instituciones y en el peor de los casos, hasta la ubicación de sus titulares como enemigos del gobierno (como ocurre con la CDHEM).

El problema es mucho mayor cuando se percibe que el problema presupuestal parece tocar a todas las dependencias, incluidas las el gobierno supone prioritarias, como la seguridad pública. Por supuesto que el problema podría atribuirse a la pandemia, que produjo la caída de entre 7 y 23% del Producto Interno Bruto en el estado durante el 2020; pero los rezagos en materia presupuestal son previos a la pandemia. Urge rediseñar el presupuesto, pero primero definir prioridades de gasto.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx