No tengo idea exacta de cuándo, como o dónde, los tacos de cecina con longaniza, cebollitas y papas, se volvieron indispensables para los morelenses. Pero si estoy seguro que esa necesidad culinaria, ha generado que cualquiera piense que puede hacerlos.
Por eso, abundan los farsantes que armados de comal o anafre, pretenden engañar a los paladares expertos, que no se conforman con cualquier cosa. En lo personal me he llevado muchas decepciones.
Sin embargo, últimamente descubrí los tacos de Don Nacho. Son tacos de tianguis, los he hallado en varios mercaditos sobre ruedas de la zona norte de Cuernavaca y específicamente en el puente que da entrada a la Unidad Habitacional Geo de Lomas de Ahuatlán, donde están prácticamente toda la semana, menos los martes.
Son tacos que lo tienen casi todo: las tortillas son hechas a mano con masa verde, obvio van con copia y están al momento y bien suavecitas. Su contenido además ofrece alternativas; los hay de cecina, longaniza, carne enchilada y pechuga de pollo, o campechanos en cualquiera de sus combinaciones.
A mi hijo Jano le envenenan las deliciosas papas que complementan el paquete; a él no le gustan con cebollita pero sin duda este adicional cierra con broche de oro el platillo.
En los de Don Nacho me he encontrado al menos tres veces a Froy, popular fotógrafo de El Sol de Cuernavaca y tragón experto, que dice que va hasta allá porque a su suegra le encantan. Esconde la panza cuando está contando esas razones y quien lo conoce le da el avión porque sabe que se hace de la boca chiquita.
En la mesa siempre hay pepinos y salsa verde, roja, habanero y aguas frescas. También venden tlacoyos, quesadillas y otros chunches que la gente pide. Yo siempre me pido dos campechanos con todo para empezar y a veces le agrego un tercero, no más, porque están gorditos y su precio, ese es otro detalle, están baratos baratos, como la carne de gato.
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