/ martes 14 de diciembre de 2021

Desplome del PAN y la oposición de derecha

Cada día son más notorias las fisuras al interior del PAN. Pareciera que, conforme se acercan los procesos electorales del 2022, en vez de fortalecerse el principal partido de oposición muestra grietas más grandes, al grado que hoy vive bajo la amenaza del derrumbe político.

Por un lado, el partido blanquiazul carece de figuras fuertes que pudieran amalgamar sus diversas corrientes internas. Lejos ya los días del Maquío Clouthier y de Castillo Peraza, hoy el presidente de ese instituto, Marko Cortés, tira palos de ciego y no le pega ni al suelo. Sus yerros son notables, y cada vez que habla genera división, descontento y hasta burlas de algunos militantes. Y sin embargo, el contador Cortés persiste en no abrir las puertas a nuevas posibilidades de dirección.

Por otro lado, el otrora gran partido de la derecha –cada día más parecido a sus antiguos antagonistas del PRI y del PRD- da muestras claras de haber perdido casi todo su caudal electoral. En palabras del Jefe Diego, en la última elección extraordinaria para senador en Nayarit el PAN pasó a ocupar un honroso lugar en las filas de la “chiquillada”, ya que solo obtuvo poco más del 2% de los votos, siendo superado por todos los contendientes. Mal y de malas.

Vayamos a las cifras, que hablan por sí solas:

En dicha elección, realizada el domingo 5 de diciembre, los resultados para senador fueron los siguientes:

  • Morena, 52 por ciento de los votos
  • Movimiento Ciudadano: 33 %
  • PRI: 4.5 %
  • PRD: 2.6 %
  • PAN: 2.4 %

La candidata de Morena, Rosa Elena Jiménez, pasó así a ser la nueva integrante de la bancada de Morena en el senado, aumentando con eso las posibilidades y la fuerza del partido del gobierno en ese cuerpo legislativo.

La dirección política del PAN ha guardado silencio ante las evidencias. Parece no haber registrado el suceso, y por lo mismo ignora las consecuencias y las lecciones que de ahí se derivan. El único partido con alguna capacidad de entender la nueva situación, y por lo mismo asumir una posición política adecuada, es Movimiento Ciudadano.

En Nayarit el MC obtuvo un honroso segundo lugar, pero esto es solo la continuidad de su trayectoria. En las elecciones del 5 de junio, obtuvo la gubernatura de Nuevo León y peleó fuertemente la de Campeche; luego ganó la elección extraordinaria de Tlaquepaque, en Jalisco, y finalmente obtuvo el segundo espacio en Nayarit. Nada mal para haber ido sin alianzas a todas esas contiendas.

El PRI está en pleno proceso de debate interno acerca de las perspectivas inmediatas: por lo pronto, hay dos líneas claramente definidas: los que buscan conciliar con el obradorismo –línea encabezada por Alejandro Murat, gobernador de Oaxaca, y los que se oponen a ello.

Esa línea tiene varios patrocinadores, destacando los de la vieja guardia salinista. En su reciente asamblea nacional, los priístas se declararon “de centro-izquierda” y rechazaron de palabra el neoliberalismo “que les impusieron” desde el poder. Por sus frutos los iremos conociendo. Porque lo de menos es declararse contrario al neoliberalismo, y en los hechos votar por medidas privatizadoras. Eso se verá en la próxima votación acerca de la Reforma Eléctrica.

En el PRD no se nota ningún cambio, pero ni falta le hacen. En su última plenaria nacional trataron de dar “un viraje” hacia la socialdemocracia, pero todo mundo sabe que el viejo aparato manejado por los “Chuchos” baila al son que le toque quien tiene algo que ofrecerles para satisfacer sus ambiciones tribales. El PRD, antiguo partido que daba gloria a la izquierda democrática, vaga sin rumbo fijo, con la mitad de los registros estatales perdidos y desfalleciente para enfrentar los retos del futuro.

El panorama no puede ser más tétrico para la oposición de derecha: en 2022 se realizarán 6 elecciones para gobernador en el país, de las cuales –Marko Cortés dixit-- dan 5 por perdidas, quedando solo una de consolación, la de Aguascalientes, donde los precandidatos panistas se están dando hasta con la cubeta.

En los hechos, las verdaderas campañas electorales se dan actualmente al interior de Morena y la coalición que encabeza con el PT y PVEM. Aunque restarían algunas formalidades de campaña, quienes resulten candidatos de esta coalición ocuparán, sin duda, las gubernaturas de los estados donde van a contender. Son la nueva mayoría nacional y sus preferencias siguen al alza, con una oposición cada día más disminuida.

El tema electoral no es como en las adivinanzas. No se trata de vislumbrar el futuro; solo se requiere dar seguimiento al flujo de la información, buscar las preferencias, las tendencias de cada agrupación. La sociedad mexicana rechaza cada día de manera más notoria a los partidos de la derecha, porque representan las causas del neoliberalismo, los intereses de los grupos que hasta hace poco tiempo explotaban y reprimían al pueblo.

Y aunque lo entendieran algunos de sus líderes. El senador Damián Zepeda, por ejemplo, ha llamado al PAN a reflexionar para corregir sus errores. Pero todo es cada día más inútil. Los frutos del sistema neoliberal son amargos, y los conocemos de sobra. Aunque los partidos de derecha reflexionaran con lucidez, sus intereses los jalan hacia atrás y hacia abajo, hundidos cada vez más en el rechazo popular.

Los más recientes destellos de su intento de reflexión se notan en los diálogos de Bucareli entre Marko Cortés y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Entre ambos han acordado debatir acerca de todos los temas de interés nacional y han formulado un calendario.

Esto no quiere decir que la derecha haya renunciado al poder ni a sus privilegios. Simplemente es un repliegue táctico, como tanteando el terreno. Porque ya han agotado todas las vías: desde la calumnia que tizna hasta el golpe blando. Las campañas de propaganda negra van a seguir. Solo han dejado con la correa más corta a sus perros de presa.

Pero de la condena histórica no podrán escapar. Solo un golpe de estado militar les pudiera salvar el pellejo en un futuro, pero eso actualmente no es posible cuando el general comandante del ejército ha hecho llamados públicos a la sociedad a respaldar el movimiento de la actual transformación.

Por eso llegaron a Bucareli. No por convicción, sino por conveniencia.

Cada día son más notorias las fisuras al interior del PAN. Pareciera que, conforme se acercan los procesos electorales del 2022, en vez de fortalecerse el principal partido de oposición muestra grietas más grandes, al grado que hoy vive bajo la amenaza del derrumbe político.

Por un lado, el partido blanquiazul carece de figuras fuertes que pudieran amalgamar sus diversas corrientes internas. Lejos ya los días del Maquío Clouthier y de Castillo Peraza, hoy el presidente de ese instituto, Marko Cortés, tira palos de ciego y no le pega ni al suelo. Sus yerros son notables, y cada vez que habla genera división, descontento y hasta burlas de algunos militantes. Y sin embargo, el contador Cortés persiste en no abrir las puertas a nuevas posibilidades de dirección.

Por otro lado, el otrora gran partido de la derecha –cada día más parecido a sus antiguos antagonistas del PRI y del PRD- da muestras claras de haber perdido casi todo su caudal electoral. En palabras del Jefe Diego, en la última elección extraordinaria para senador en Nayarit el PAN pasó a ocupar un honroso lugar en las filas de la “chiquillada”, ya que solo obtuvo poco más del 2% de los votos, siendo superado por todos los contendientes. Mal y de malas.

Vayamos a las cifras, que hablan por sí solas:

En dicha elección, realizada el domingo 5 de diciembre, los resultados para senador fueron los siguientes:

  • Morena, 52 por ciento de los votos
  • Movimiento Ciudadano: 33 %
  • PRI: 4.5 %
  • PRD: 2.6 %
  • PAN: 2.4 %

La candidata de Morena, Rosa Elena Jiménez, pasó así a ser la nueva integrante de la bancada de Morena en el senado, aumentando con eso las posibilidades y la fuerza del partido del gobierno en ese cuerpo legislativo.

La dirección política del PAN ha guardado silencio ante las evidencias. Parece no haber registrado el suceso, y por lo mismo ignora las consecuencias y las lecciones que de ahí se derivan. El único partido con alguna capacidad de entender la nueva situación, y por lo mismo asumir una posición política adecuada, es Movimiento Ciudadano.

En Nayarit el MC obtuvo un honroso segundo lugar, pero esto es solo la continuidad de su trayectoria. En las elecciones del 5 de junio, obtuvo la gubernatura de Nuevo León y peleó fuertemente la de Campeche; luego ganó la elección extraordinaria de Tlaquepaque, en Jalisco, y finalmente obtuvo el segundo espacio en Nayarit. Nada mal para haber ido sin alianzas a todas esas contiendas.

El PRI está en pleno proceso de debate interno acerca de las perspectivas inmediatas: por lo pronto, hay dos líneas claramente definidas: los que buscan conciliar con el obradorismo –línea encabezada por Alejandro Murat, gobernador de Oaxaca, y los que se oponen a ello.

Esa línea tiene varios patrocinadores, destacando los de la vieja guardia salinista. En su reciente asamblea nacional, los priístas se declararon “de centro-izquierda” y rechazaron de palabra el neoliberalismo “que les impusieron” desde el poder. Por sus frutos los iremos conociendo. Porque lo de menos es declararse contrario al neoliberalismo, y en los hechos votar por medidas privatizadoras. Eso se verá en la próxima votación acerca de la Reforma Eléctrica.

En el PRD no se nota ningún cambio, pero ni falta le hacen. En su última plenaria nacional trataron de dar “un viraje” hacia la socialdemocracia, pero todo mundo sabe que el viejo aparato manejado por los “Chuchos” baila al son que le toque quien tiene algo que ofrecerles para satisfacer sus ambiciones tribales. El PRD, antiguo partido que daba gloria a la izquierda democrática, vaga sin rumbo fijo, con la mitad de los registros estatales perdidos y desfalleciente para enfrentar los retos del futuro.

El panorama no puede ser más tétrico para la oposición de derecha: en 2022 se realizarán 6 elecciones para gobernador en el país, de las cuales –Marko Cortés dixit-- dan 5 por perdidas, quedando solo una de consolación, la de Aguascalientes, donde los precandidatos panistas se están dando hasta con la cubeta.

En los hechos, las verdaderas campañas electorales se dan actualmente al interior de Morena y la coalición que encabeza con el PT y PVEM. Aunque restarían algunas formalidades de campaña, quienes resulten candidatos de esta coalición ocuparán, sin duda, las gubernaturas de los estados donde van a contender. Son la nueva mayoría nacional y sus preferencias siguen al alza, con una oposición cada día más disminuida.

El tema electoral no es como en las adivinanzas. No se trata de vislumbrar el futuro; solo se requiere dar seguimiento al flujo de la información, buscar las preferencias, las tendencias de cada agrupación. La sociedad mexicana rechaza cada día de manera más notoria a los partidos de la derecha, porque representan las causas del neoliberalismo, los intereses de los grupos que hasta hace poco tiempo explotaban y reprimían al pueblo.

Y aunque lo entendieran algunos de sus líderes. El senador Damián Zepeda, por ejemplo, ha llamado al PAN a reflexionar para corregir sus errores. Pero todo es cada día más inútil. Los frutos del sistema neoliberal son amargos, y los conocemos de sobra. Aunque los partidos de derecha reflexionaran con lucidez, sus intereses los jalan hacia atrás y hacia abajo, hundidos cada vez más en el rechazo popular.

Los más recientes destellos de su intento de reflexión se notan en los diálogos de Bucareli entre Marko Cortés y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Entre ambos han acordado debatir acerca de todos los temas de interés nacional y han formulado un calendario.

Esto no quiere decir que la derecha haya renunciado al poder ni a sus privilegios. Simplemente es un repliegue táctico, como tanteando el terreno. Porque ya han agotado todas las vías: desde la calumnia que tizna hasta el golpe blando. Las campañas de propaganda negra van a seguir. Solo han dejado con la correa más corta a sus perros de presa.

Pero de la condena histórica no podrán escapar. Solo un golpe de estado militar les pudiera salvar el pellejo en un futuro, pero eso actualmente no es posible cuando el general comandante del ejército ha hecho llamados públicos a la sociedad a respaldar el movimiento de la actual transformación.

Por eso llegaron a Bucareli. No por convicción, sino por conveniencia.