Se llama Antropoceno y mucho se ha debatido sobre el concepto; como quiera que se le considere, es un hecho que el hombre afecta cada vez más a la naturaleza transformándola, es decir, la afectamos, con mayor profundidad y aceleración. Los efectos de esta trasformación están más que a la vista: cambio climático el principal de todos. El increíble desarrollo tecnológico y científico que han generado el mejoramiento de las condiciones materiales de vida en la mayoría de las personas ha transferido un alto costo al planeta.
Y no es que sea innoble o mala, en su misma, dicha transformación, la inteligencia humana ha sido creada para ello, para gobernar a la naturaleza, solo que entre ese noble fin y como se realiza, existe una gran brecha construida por múltiples intereses y perspectivas.
El debate sobre el Antropoceno tiene en la crítica al abuso de los recursos naturales como tema principal y no es irrelevante, sin duda, se trata del quid del asunto. En las últimas décadas se han multiplicado esfuerzos en torno al mejoramiento de la producción de bienes y servicios a fin de lastimar lo menos posible los recursos naturales.
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Durante los últimos dos años, marcados significativamente por la pandemia, se pusieron en evidencia no solo las fallas estructurales en la gestión de los recursos naturales también dejaron en claro las capacidades humanas para reponerse a una crisis de tal magnitud. Podría decirse que esta es la primera en que verdaderamente está en juego la humanidad.
Me interesa destacar que frente a este gran reto de superar finalmente las dificultades que va imponiendo esta enfermedad, la solidaridad resulta altamente indispensable para una resiliente convivencia humana. Desde el modesto espacio de representación que ostento, la solidaridad viene siendo cada vez más una necesidad frente a lo que se nos presenta como realidad, por lo que la he adoptado como eje de trabajo.
Desde la Comisión de la Juventud y de la Comisión Participación Ciudadana y Reforma Política buscamos construir solidaridad, esto es, colaborar mutuamente con diversos grupos sociales para lograr fines comunes de bien. Particularmente con la Juventud, en sus aspiraciones de una vida más digna. Les invito a seguir las actividades del Parlamento Juvenil que persigue ese objetivo. Convencida estoy que desde ese sector se encuentra la plataforma para una mejor sociedad presente y futura. ¡Apoyémoslos!
