/ viernes 14 de enero de 2022

Descomposición del estado

La publicación de la fotografía en donde aparece el gobernador del estado de Morelos con tres líderes del narco ha destapado una cloaca de dimensiones muy profundas.

Una cloaca con ramificaciones que van en diferentes direcciones y tocan a varias instituciones: la gubernatura, la Comisión Estatal de Seguridad, así como a la Iglesia, en particular a la diócesis de Cuernavaca y a otras personalidades del estado.

La fotografía en sí misma no prueba nada, pero si insinúa que pudieron pasar muchas cosas. Insinúa que hubo una reunión y no solo fue un encuentro casual, que alguien propició dicha reunión y sirvió de enlace, que fue en un lugar privado con un relieve de fondo de la última cena, un lugar de gran religiosidad, que fue un encuentro cordial. Salta la pregunta: ¿porqué se reúnen y se toman fotos presuntos líderes de la delincuencia organizada antagonistas entre sí con el gobernador del estado en una casa parroquial?

En donde se empiezan a generar las dudas es a partir de las declaraciones inmediatas del propio gobernador en donde trata de desviar el tema con explicaciones infantiles. No solo no lo logra, sino que se enreda en sus propias contradicciones. Horas más tarde el secretario de gobierno da otra versión sobre la fecha de la foto cuando todavía no era gobernador; un día más tarde el vocero de la iglesia lo contradice diciendo que la foto fue el 12 de diciembre del 2018 en el marco de una misa. Sin embargo, para esas fechas la iglesia estaba cerrada por los daños sufridos en el sismo del 2017.

Aparece una primera manta señalando al gobernador por haber roto supuestos acuerdos y se menciona a otros actores políticos, refiere en una frase que la iglesia los había acercado, refiriéndose a los líderes y al primer mandatario. Entonces sale a escena un sacerdote muy conocido y querido entre la clase política, relacionado con todo tipo de gente, proclive a los negocios y a recibir los diezmos de los bondadosos feligreses. En alguna época fue el ecónomo de la diócesis.

Podemos dudar de la veracidad de la información que aparece en las mantas hasta que la realidad confirma los dichos. En este caso la propia iglesia reconoce que en sus propias instalaciones se tomó la foto.

La primera manta lanza una amenaza al gobernador por supuestamente haber roto los acuerdos. El martes 11 de enero asesinan al presidente municipal de Xoxocotla y el miércoles aparece otra manta adjudicándose la autoría del crimen con nuevas amenazas y con otros nombres de exfuncionarios involucrados en la negada reunión que propicio la foto de la discordia.

En todo este escándalo sale a relucir el asesinato de tres personas: Samir Flores, líder social de Temoac y opositor a la termo-eléctrica de Huexca; uno de los líderes de la delincuencia que aparece en la foto con el gobernador, llamado el Ray, muerto y quemado dentro del penal de Atlacholoaya; y ahora Benjamín López Palacios, alcalde del municipio indígena de Xoxocotla. La segunda manta amenaza con más muertes.

Morelos está atravesando una crisis de dimensiones inimaginables. El desafío que hacen los grupos delincuenciales al propio gobernador es abierto, directo, sin el menor recato ni respeto al titular de gobierno, sanguinario y con sed de venganza.

En Morelos nunca antes habíamos vivido una situación tan delicada. Lo terrible es que las y los ciudadanos estamos en medio de este desafío de la delincuencia, de este fuego cruzado entre el titular del gobierno y los grupos delictivos.

Morelos atraviesa una descomposición acelerada y se debe de actuar a fondo para devolverle a la gente la seguridad, la paz y la tranquilidad que el propio gobierno está obligado a proporcionar.

Hoy nadie está seguro en el estado.


La publicación de la fotografía en donde aparece el gobernador del estado de Morelos con tres líderes del narco ha destapado una cloaca de dimensiones muy profundas.

Una cloaca con ramificaciones que van en diferentes direcciones y tocan a varias instituciones: la gubernatura, la Comisión Estatal de Seguridad, así como a la Iglesia, en particular a la diócesis de Cuernavaca y a otras personalidades del estado.

La fotografía en sí misma no prueba nada, pero si insinúa que pudieron pasar muchas cosas. Insinúa que hubo una reunión y no solo fue un encuentro casual, que alguien propició dicha reunión y sirvió de enlace, que fue en un lugar privado con un relieve de fondo de la última cena, un lugar de gran religiosidad, que fue un encuentro cordial. Salta la pregunta: ¿porqué se reúnen y se toman fotos presuntos líderes de la delincuencia organizada antagonistas entre sí con el gobernador del estado en una casa parroquial?

En donde se empiezan a generar las dudas es a partir de las declaraciones inmediatas del propio gobernador en donde trata de desviar el tema con explicaciones infantiles. No solo no lo logra, sino que se enreda en sus propias contradicciones. Horas más tarde el secretario de gobierno da otra versión sobre la fecha de la foto cuando todavía no era gobernador; un día más tarde el vocero de la iglesia lo contradice diciendo que la foto fue el 12 de diciembre del 2018 en el marco de una misa. Sin embargo, para esas fechas la iglesia estaba cerrada por los daños sufridos en el sismo del 2017.

Aparece una primera manta señalando al gobernador por haber roto supuestos acuerdos y se menciona a otros actores políticos, refiere en una frase que la iglesia los había acercado, refiriéndose a los líderes y al primer mandatario. Entonces sale a escena un sacerdote muy conocido y querido entre la clase política, relacionado con todo tipo de gente, proclive a los negocios y a recibir los diezmos de los bondadosos feligreses. En alguna época fue el ecónomo de la diócesis.

Podemos dudar de la veracidad de la información que aparece en las mantas hasta que la realidad confirma los dichos. En este caso la propia iglesia reconoce que en sus propias instalaciones se tomó la foto.

La primera manta lanza una amenaza al gobernador por supuestamente haber roto los acuerdos. El martes 11 de enero asesinan al presidente municipal de Xoxocotla y el miércoles aparece otra manta adjudicándose la autoría del crimen con nuevas amenazas y con otros nombres de exfuncionarios involucrados en la negada reunión que propicio la foto de la discordia.

En todo este escándalo sale a relucir el asesinato de tres personas: Samir Flores, líder social de Temoac y opositor a la termo-eléctrica de Huexca; uno de los líderes de la delincuencia que aparece en la foto con el gobernador, llamado el Ray, muerto y quemado dentro del penal de Atlacholoaya; y ahora Benjamín López Palacios, alcalde del municipio indígena de Xoxocotla. La segunda manta amenaza con más muertes.

Morelos está atravesando una crisis de dimensiones inimaginables. El desafío que hacen los grupos delincuenciales al propio gobernador es abierto, directo, sin el menor recato ni respeto al titular de gobierno, sanguinario y con sed de venganza.

En Morelos nunca antes habíamos vivido una situación tan delicada. Lo terrible es que las y los ciudadanos estamos en medio de este desafío de la delincuencia, de este fuego cruzado entre el titular del gobierno y los grupos delictivos.

Morelos atraviesa una descomposición acelerada y se debe de actuar a fondo para devolverle a la gente la seguridad, la paz y la tranquilidad que el propio gobierno está obligado a proporcionar.

Hoy nadie está seguro en el estado.


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