/ lunes 12 de julio de 2021

Democracia a largo plazo

En el análisis del funcionamiento de las instituciones y sus resultados, es ineludible la contextualización y la caracterización para determinar si existen teorías que pueden predecir su buena operatividad y –por nuestra parte agregamos este elemento- éxito. Problemas como el diseño institucional, como la selección de quienes presiden las instituciones, los mecanismos de evaluación y desempeño, también explican en gran medida el funcionamiento y hasta el éxito o fracaso de una institución, pero no son planteamientos que en la práctica necesariamente se aborden. Entendemos este tipo de estudios, como un acercamiento tanto a la génesis como la evolución de los análisis en torno de las instituciones y otra literatura que ofrecen un panorama más amplio del funcionamiento, evolución, los mecanismos del desarrollo institucional y las herramientas para medir tanto el liderazgo y conducción de quienes las encabezan, y la evaluación de sus resultados, para calificarlas de exitosas, o para reformarlas. El esfuerzo hecho por diversos estudios sobre la evolución del análisis de las instituciones, su disputa con los economistas que en ciertos momentos tomaron la batuta en su estudio no precisamente enfocado desde la ciencia política, son muy útiles para comprender la necesidad del análisis de las instituciones y su impacto tanto en grupos sociales como en los individuos. Entendemos también la valía de plantear la necesidad de separar muy claramente lo que es pensamiento político de la teoría política. Por sobre todo, es muy valioso descubrir cómo en la evolución de la teoría de la elección racional es posible percatarse de que “De la perspectiva filosófica ha rescatado una preocupación por las instituciones como la “adhesión” que mantiene a los individuos -atomizados y egoístas-, unidos en una sociedad organizada”. El paso dado ayuda a comprender por qué es importante el estudio –desde la ciencia política y no solamente desde la mirada de los economistas- de las instituciones, su funcionamiento, su impacto en los grupos sociales y los individuos. En gran medida, trátese de la institución que sea, sólo mediante su estudio podemos partir hacia el trabajo en su perfeccionamiento y en la creación de mejores resultados para la convivencia tanto entre grupos sociales, como la plena confianza y satisfacción con las instituciones desde lo individual. Lo mismo aplica para toda forma de democracia que, al no respetar el diseño de las instituciones pierde la oportunidad de analizar y evaluar las políticas gubernamentales más convenientes para el desarrollo de un Estado. Aún estamos a tiempo en México de frenar el desmantelamiento de las capacidades estatales por las personales, evocando a Don Daniel Cosío Villegas, dado que el estilo personal de gobernar debe atenerse a las reglas del juego y no viceversa. La segunda mitad del sexenio del presidente, López Obrador es la oportunidad para oposiciones y ciudadanos para la continuidad a largo plazo de nuestra democracia.

Facebook: Daniel Adame Osorio

Instagram: @danieladameosorio

Twitter: @Danieldao1

En el análisis del funcionamiento de las instituciones y sus resultados, es ineludible la contextualización y la caracterización para determinar si existen teorías que pueden predecir su buena operatividad y –por nuestra parte agregamos este elemento- éxito. Problemas como el diseño institucional, como la selección de quienes presiden las instituciones, los mecanismos de evaluación y desempeño, también explican en gran medida el funcionamiento y hasta el éxito o fracaso de una institución, pero no son planteamientos que en la práctica necesariamente se aborden. Entendemos este tipo de estudios, como un acercamiento tanto a la génesis como la evolución de los análisis en torno de las instituciones y otra literatura que ofrecen un panorama más amplio del funcionamiento, evolución, los mecanismos del desarrollo institucional y las herramientas para medir tanto el liderazgo y conducción de quienes las encabezan, y la evaluación de sus resultados, para calificarlas de exitosas, o para reformarlas. El esfuerzo hecho por diversos estudios sobre la evolución del análisis de las instituciones, su disputa con los economistas que en ciertos momentos tomaron la batuta en su estudio no precisamente enfocado desde la ciencia política, son muy útiles para comprender la necesidad del análisis de las instituciones y su impacto tanto en grupos sociales como en los individuos. Entendemos también la valía de plantear la necesidad de separar muy claramente lo que es pensamiento político de la teoría política. Por sobre todo, es muy valioso descubrir cómo en la evolución de la teoría de la elección racional es posible percatarse de que “De la perspectiva filosófica ha rescatado una preocupación por las instituciones como la “adhesión” que mantiene a los individuos -atomizados y egoístas-, unidos en una sociedad organizada”. El paso dado ayuda a comprender por qué es importante el estudio –desde la ciencia política y no solamente desde la mirada de los economistas- de las instituciones, su funcionamiento, su impacto en los grupos sociales y los individuos. En gran medida, trátese de la institución que sea, sólo mediante su estudio podemos partir hacia el trabajo en su perfeccionamiento y en la creación de mejores resultados para la convivencia tanto entre grupos sociales, como la plena confianza y satisfacción con las instituciones desde lo individual. Lo mismo aplica para toda forma de democracia que, al no respetar el diseño de las instituciones pierde la oportunidad de analizar y evaluar las políticas gubernamentales más convenientes para el desarrollo de un Estado. Aún estamos a tiempo en México de frenar el desmantelamiento de las capacidades estatales por las personales, evocando a Don Daniel Cosío Villegas, dado que el estilo personal de gobernar debe atenerse a las reglas del juego y no viceversa. La segunda mitad del sexenio del presidente, López Obrador es la oportunidad para oposiciones y ciudadanos para la continuidad a largo plazo de nuestra democracia.

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