/ miércoles 12 de enero de 2022

Cultura ciudadana, el reto para 2022

Generalmente las problemáticas que aquejan a una sociedad se las atribuyen a los gobiernos, en sus distintos niveles; sin embargo, el papel de los ciudadanos es medular para prevenir y resolver dichas problemáticas.

Y en el caso de México se necesita que el ciudadano sea más participativo en la prevención y solución de los problemas de la vida pública. Vemos que hay temas de contaminación, inseguridad, desempleo, y ahora, hasta de salud derivado de la pandemia por Covid-19 y sus diferentes variantes, en donde el ciudadano debe jugar un rol importante para atenuar dichos fenómenos que nos aquejan.

Aristóteles dijo que la comunidad está conformada por seres distintos y desiguales; sin embargo, la igualación política que recae en la amistad es el vínculo que permite que los individuos se conviertan en compañeros que construyan una comunidad donde cada uno pueda ver y comprender la realidad del otro, y así establecer una comunicación entre los ciudadanos, pero parece que en tiempos de la postmodernidad se han ido perdiendo esos vínculos de amistad, de comunicación y de empatía entre los miembros de la sociedad que han ocasionado que hoy en día haya una fractura en las distintas esferas de la comunidad política, es lo que Zygmund Bauman podría llamar modernidad liquida, caracterizada por la inestabilidad en las distintas dimensiones de la comunidad. Y en este sentido, Bauman hace referencia al fenómeno de la globalización, donde el poder de las grandes empresas trasnacionales ha contribuido a la formación de ciudadanos que dan más valor al aspecto económico y por ende a cosas materiales, configurándose así sociedades consumistas en detrimento de temas ambientales, humanistas y sociales.

Por lo tanto, hoy en día, percibimos que muchas personas sólo ven por beneficios personales y no colectivos, hacen a un lado el interés general, no hay empatía por el compañero o vecino, se observan calles y avenidas llenas no sólo de baches sino de basura, la falta de limpieza en los espacios públicos, personas en automóviles que tiran latas de cerveza en la carretera, automovilistas que se estacionan en lugares no permitidos, y ahora con la pandemia ciudadanos que no acatan las medidas de salud en algo tan básico como es traer un cubrebocas.

En Morelos se aprobó en noviembre de 2020 la Ley que regula el uso de cubrebocas que tiene como objeto establecer como medida de prevención y cuidado a la salud pública, pero vemos que en muchos lugares dicho instrumento normativo no tiene efectividad, por lo que el Derecho en México, no es aplicable en muchos casos, en virtud de una falta de cultura jurídica, cívica, y política, tanto de las autoridades como de los mismos ciudadanos.

Con las variantes de coronavirus como es el caso del Ómicron, en Morelos se vive una ola más de contagios que van en aumento, derivado del tránsito de personas por las festividades navideñas, pero también porque muchos ciudadanos regresan a las andadas de no tomar las medidas sanitarias pertinentes, vemos así lugares concurridos como mercados y tianguis donde los vendedores y trabajadores no traen cubrebocas no pensando en los efectos hacia los demás, aunado a que las autoridades municipales no hacen algo al respecto, clásico en la política mexicana de no prevenir, sólo hasta que hay consecuencias, como se dice “ahogado el niño, a tapar el pozo”.

De tal forma, en estos tiempos de postmodernidad y globalización que han contribuido a la conformación del individuo unidimensional, se necesita la reconfiguración de los ciudadanos con una cultura cívica, jurídica y política más desarrollada para ser más activos en la esfera pública, que coadyuve no sólo en la solución de problemas sino de su prevención. Necesitamos ese sentido de conciencia hacia nuestro entorno y al prójimo.

Generalmente las problemáticas que aquejan a una sociedad se las atribuyen a los gobiernos, en sus distintos niveles; sin embargo, el papel de los ciudadanos es medular para prevenir y resolver dichas problemáticas.

Y en el caso de México se necesita que el ciudadano sea más participativo en la prevención y solución de los problemas de la vida pública. Vemos que hay temas de contaminación, inseguridad, desempleo, y ahora, hasta de salud derivado de la pandemia por Covid-19 y sus diferentes variantes, en donde el ciudadano debe jugar un rol importante para atenuar dichos fenómenos que nos aquejan.

Aristóteles dijo que la comunidad está conformada por seres distintos y desiguales; sin embargo, la igualación política que recae en la amistad es el vínculo que permite que los individuos se conviertan en compañeros que construyan una comunidad donde cada uno pueda ver y comprender la realidad del otro, y así establecer una comunicación entre los ciudadanos, pero parece que en tiempos de la postmodernidad se han ido perdiendo esos vínculos de amistad, de comunicación y de empatía entre los miembros de la sociedad que han ocasionado que hoy en día haya una fractura en las distintas esferas de la comunidad política, es lo que Zygmund Bauman podría llamar modernidad liquida, caracterizada por la inestabilidad en las distintas dimensiones de la comunidad. Y en este sentido, Bauman hace referencia al fenómeno de la globalización, donde el poder de las grandes empresas trasnacionales ha contribuido a la formación de ciudadanos que dan más valor al aspecto económico y por ende a cosas materiales, configurándose así sociedades consumistas en detrimento de temas ambientales, humanistas y sociales.

Por lo tanto, hoy en día, percibimos que muchas personas sólo ven por beneficios personales y no colectivos, hacen a un lado el interés general, no hay empatía por el compañero o vecino, se observan calles y avenidas llenas no sólo de baches sino de basura, la falta de limpieza en los espacios públicos, personas en automóviles que tiran latas de cerveza en la carretera, automovilistas que se estacionan en lugares no permitidos, y ahora con la pandemia ciudadanos que no acatan las medidas de salud en algo tan básico como es traer un cubrebocas.

En Morelos se aprobó en noviembre de 2020 la Ley que regula el uso de cubrebocas que tiene como objeto establecer como medida de prevención y cuidado a la salud pública, pero vemos que en muchos lugares dicho instrumento normativo no tiene efectividad, por lo que el Derecho en México, no es aplicable en muchos casos, en virtud de una falta de cultura jurídica, cívica, y política, tanto de las autoridades como de los mismos ciudadanos.

Con las variantes de coronavirus como es el caso del Ómicron, en Morelos se vive una ola más de contagios que van en aumento, derivado del tránsito de personas por las festividades navideñas, pero también porque muchos ciudadanos regresan a las andadas de no tomar las medidas sanitarias pertinentes, vemos así lugares concurridos como mercados y tianguis donde los vendedores y trabajadores no traen cubrebocas no pensando en los efectos hacia los demás, aunado a que las autoridades municipales no hacen algo al respecto, clásico en la política mexicana de no prevenir, sólo hasta que hay consecuencias, como se dice “ahogado el niño, a tapar el pozo”.

De tal forma, en estos tiempos de postmodernidad y globalización que han contribuido a la conformación del individuo unidimensional, se necesita la reconfiguración de los ciudadanos con una cultura cívica, jurídica y política más desarrollada para ser más activos en la esfera pública, que coadyuve no sólo en la solución de problemas sino de su prevención. Necesitamos ese sentido de conciencia hacia nuestro entorno y al prójimo.