/ jueves 20 de enero de 2022

Cuauhtémoc, el apoyo languidece

Para el gobernador Cuauhtémoc Blanco y su equipo, la única relación que resultaba indispensable para mantenerse en la política local era con el gobierno federal, y más exactamente, la de amistad que presume con el presidente, Andrés Manuel López Obrador. En la lógica de la 4t, la simpatía del presidente pareciera transferir una especie simbólica de legitimidad que resultaría suficiente para el ejercicio del poder sobre sociedades poco críticas y participativas. Así que el gobernador de Morelos se dedicó mucho más al cuidado de esa relación que a cualquier acercamiento con las fuerzas políticas locales. La buena relación con el gobierno federal, sin embargo, no se tradujo en apoyos mayores para Morelos, que por el contrario ha sido marginado de los proyectos federales, los recursos federales para la entidad se han reducido en términos reales obligando a la solicitud constante de “rescates” financieros, pero también de la escasa operación política que puede ofrecer la Federación a los estados.

Contrastó el afán de Cuauhtémoc y su equipo de ganarse la simpatía presidencial, con el descuido que se puso en prácticamente todas las demás relaciones políticas necesarias para ofrecer cierta estabilidad al estado. Las historias de desencuentros con grupos sociales, actores políticos, representantes empresariales y en general con la ciudadanía, son frecuentes y la línea discursiva del gobernador y su equipo durante las últimas semanas resultan sólo una entrega en compendio de las mismas expresiones que el gobernador ha tenido desde el inicio de su gobierno.

La apuesta del Ejecutivo estatal tiene dos puntos débiles, primero que muy poco ha beneficiado al estado que gobierna la relación de subordinación absoluta al gobierno federal, lo que ha generado una profunda inconformidad de cientos de miles de morelenses; y segundo, que perder el apoyo de una persona resulta bastante sencillo, y entonces las cosas pueden descomponerse demasiado rápido. Y por supuesto que, entre escándalos y sospechas constantes y la baja calidad del gobierno estatal, en la federación empiezan a preguntarse si la figura de Cuauhtémoc Blanco es aún un activo del presidente o empieza a generar más costos que beneficios.

La especie de que Morena consideraría al Cuauhtémoc Blanco como un activo electoral en la Ciudad de México, como lo fue en el Morelos del 2018, se ha agotado bastante rápido, y el gobernador de Morelos aparentemente ha sido arrumbado al rincón de los sospechosos. Desde el anuncio del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, de una investigación sobre los posibles nexos del gobernador con grupos delictivos; y la reiteración del propio López Obrador sobre la pertinencia de investigar los hechos. No hubo una defensa como ha ocurrido con otros personajes de la 4t, Manuel Bartlett, Félix Salgado, y más recientemente Delfina Gómez y hasta Pedro Salmerón; lo que hace a muchos suponer una relación dañada entre el gobierno federal y el titular del Ejecutivo morelense.

De eso a pensar que convendría a Morelos que el gobernador se retire, hay aún un largo trecho, lo cierto es que sólo su equipo cercano defiende a Cuauhtémoc y eso, como están las cosas resulta sumamente peligroso.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Para el gobernador Cuauhtémoc Blanco y su equipo, la única relación que resultaba indispensable para mantenerse en la política local era con el gobierno federal, y más exactamente, la de amistad que presume con el presidente, Andrés Manuel López Obrador. En la lógica de la 4t, la simpatía del presidente pareciera transferir una especie simbólica de legitimidad que resultaría suficiente para el ejercicio del poder sobre sociedades poco críticas y participativas. Así que el gobernador de Morelos se dedicó mucho más al cuidado de esa relación que a cualquier acercamiento con las fuerzas políticas locales. La buena relación con el gobierno federal, sin embargo, no se tradujo en apoyos mayores para Morelos, que por el contrario ha sido marginado de los proyectos federales, los recursos federales para la entidad se han reducido en términos reales obligando a la solicitud constante de “rescates” financieros, pero también de la escasa operación política que puede ofrecer la Federación a los estados.

Contrastó el afán de Cuauhtémoc y su equipo de ganarse la simpatía presidencial, con el descuido que se puso en prácticamente todas las demás relaciones políticas necesarias para ofrecer cierta estabilidad al estado. Las historias de desencuentros con grupos sociales, actores políticos, representantes empresariales y en general con la ciudadanía, son frecuentes y la línea discursiva del gobernador y su equipo durante las últimas semanas resultan sólo una entrega en compendio de las mismas expresiones que el gobernador ha tenido desde el inicio de su gobierno.

La apuesta del Ejecutivo estatal tiene dos puntos débiles, primero que muy poco ha beneficiado al estado que gobierna la relación de subordinación absoluta al gobierno federal, lo que ha generado una profunda inconformidad de cientos de miles de morelenses; y segundo, que perder el apoyo de una persona resulta bastante sencillo, y entonces las cosas pueden descomponerse demasiado rápido. Y por supuesto que, entre escándalos y sospechas constantes y la baja calidad del gobierno estatal, en la federación empiezan a preguntarse si la figura de Cuauhtémoc Blanco es aún un activo del presidente o empieza a generar más costos que beneficios.

La especie de que Morena consideraría al Cuauhtémoc Blanco como un activo electoral en la Ciudad de México, como lo fue en el Morelos del 2018, se ha agotado bastante rápido, y el gobernador de Morelos aparentemente ha sido arrumbado al rincón de los sospechosos. Desde el anuncio del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, de una investigación sobre los posibles nexos del gobernador con grupos delictivos; y la reiteración del propio López Obrador sobre la pertinencia de investigar los hechos. No hubo una defensa como ha ocurrido con otros personajes de la 4t, Manuel Bartlett, Félix Salgado, y más recientemente Delfina Gómez y hasta Pedro Salmerón; lo que hace a muchos suponer una relación dañada entre el gobierno federal y el titular del Ejecutivo morelense.

De eso a pensar que convendría a Morelos que el gobernador se retire, hay aún un largo trecho, lo cierto es que sólo su equipo cercano defiende a Cuauhtémoc y eso, como están las cosas resulta sumamente peligroso.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx