/ lunes 10 de agosto de 2020

Cuauh como candidato

Cuauhtémoc Blanco dio el banderazo de salida a las hostilidades del proceso electoral 2020-2021. Cual si fuera candidato en campaña, el gobernador advirtió que los mismos que hicieron daño al estado buscan ahora cargos de elección popular y, ya encarrerado, dio nombres, olvidando que los funcionarios públicos están obligados a respetar el principio de presunción de inocencia.

“Y te doy nombres: (José Manuel) Agüero; ¿cómo se llama el de Cuautla? (Raúl) Tadeo (Nava); Matías Nazario; ¿quién más? Jorge Meade; eeeh (Manuel Martínez) Garrigós; eeeeh (Rodrigo) Gayosso, muchos, y del PRI...”, lanzó el gobernador y luego pidió a la prensa que, en una suerte de juego de adivinanzas, pusiera nombre a los otros ex diputados locales y federales, ex senadores, y ex secretarios de gabinete a quienes el gobernador ubica como quienes “le han hecho daño a la gente”.

Con apenas el 17.3% de aprobación ciudadana, más baja que cualquiera otro de los 32 gobernadores en funciones, a Cuauhtémoc Blanco le empieza a preocupar el próximo proceso electoral. Advierte que quienes empiezan a hacer “sus campañitas”, son quienes han hecho al estado y pide a los electores “que se den cuenta”.

Lo cierto es que, salvo el caso de José Manuel Agüero, que enfrenta un proceso por presuntos actos de corrupción durante su gobierno, ni Raúl Tadeo Nava, ni Matías Nazario, ni Jorge Meade, ni Rodrigo Gayosso, han sido llevados a la justicia por delitos cometidos en sus encargos. Dice Cuauhtémoc Blanco que ello se debe a una presumible colusión entre la Fiscalía Anticorrupción, los jueces, y el ex gobernador, Graco Ramírez. “No hay justicia” lamenta Blanco Bravo, y tiene razón, porque la corrupción del pasado sigue impune, pero los señalamientos sin evidencias suficientes hechos por su administración tampoco reciben más castigo que el desgaste de la enorme credibilidad que en algún momento tuvo el hoy gobernador.

Y conste que no se trata de defender a sujetos de malísima fama, pero el hecho de que el gobernador sea quienes los señale equivale a lanzar el poder del Estado en contra de ciudadanos que no han sido llevados a proceso por las conductas que la vox populi les atribuye, por lo que merecen del gobierno estatal el mismo respeto que cualquier otro ciudadano. En lo que tiene razón el gobernador es que será el voto en el 2021 lo que determine la vuelta a la escena política de muchos figurines que hoy miran desde el graderío. Con el defecto de que la decisión popular en este proceso estará seguramente influida por los éxitos y los fracasos de la administración de Cuauhtémoc Blanco. Es decir, en el escenario que plantea Cuauhtémoc Blanco los votantes operan sobre dos variables, qué tanto rechazan a los políticos de antes y qué tanto rechazan a quienes hoy ostentan el poder. Pareciera urgente, entonces, la aparición de figuras políticas emergentes que pudieran lograr, ya no el menor rechazo, sino algún respaldo ciudadano.

“Esto se va a poner bonito”, juzga Cuauhtémoc, a lo mejor recordando aquello que decían los operadores políticos de antaño: “lo único bonito es lo feo que todo se está poniendo”.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Cuauhtémoc Blanco dio el banderazo de salida a las hostilidades del proceso electoral 2020-2021. Cual si fuera candidato en campaña, el gobernador advirtió que los mismos que hicieron daño al estado buscan ahora cargos de elección popular y, ya encarrerado, dio nombres, olvidando que los funcionarios públicos están obligados a respetar el principio de presunción de inocencia.

“Y te doy nombres: (José Manuel) Agüero; ¿cómo se llama el de Cuautla? (Raúl) Tadeo (Nava); Matías Nazario; ¿quién más? Jorge Meade; eeeh (Manuel Martínez) Garrigós; eeeeh (Rodrigo) Gayosso, muchos, y del PRI...”, lanzó el gobernador y luego pidió a la prensa que, en una suerte de juego de adivinanzas, pusiera nombre a los otros ex diputados locales y federales, ex senadores, y ex secretarios de gabinete a quienes el gobernador ubica como quienes “le han hecho daño a la gente”.

Con apenas el 17.3% de aprobación ciudadana, más baja que cualquiera otro de los 32 gobernadores en funciones, a Cuauhtémoc Blanco le empieza a preocupar el próximo proceso electoral. Advierte que quienes empiezan a hacer “sus campañitas”, son quienes han hecho al estado y pide a los electores “que se den cuenta”.

Lo cierto es que, salvo el caso de José Manuel Agüero, que enfrenta un proceso por presuntos actos de corrupción durante su gobierno, ni Raúl Tadeo Nava, ni Matías Nazario, ni Jorge Meade, ni Rodrigo Gayosso, han sido llevados a la justicia por delitos cometidos en sus encargos. Dice Cuauhtémoc Blanco que ello se debe a una presumible colusión entre la Fiscalía Anticorrupción, los jueces, y el ex gobernador, Graco Ramírez. “No hay justicia” lamenta Blanco Bravo, y tiene razón, porque la corrupción del pasado sigue impune, pero los señalamientos sin evidencias suficientes hechos por su administración tampoco reciben más castigo que el desgaste de la enorme credibilidad que en algún momento tuvo el hoy gobernador.

Y conste que no se trata de defender a sujetos de malísima fama, pero el hecho de que el gobernador sea quienes los señale equivale a lanzar el poder del Estado en contra de ciudadanos que no han sido llevados a proceso por las conductas que la vox populi les atribuye, por lo que merecen del gobierno estatal el mismo respeto que cualquier otro ciudadano. En lo que tiene razón el gobernador es que será el voto en el 2021 lo que determine la vuelta a la escena política de muchos figurines que hoy miran desde el graderío. Con el defecto de que la decisión popular en este proceso estará seguramente influida por los éxitos y los fracasos de la administración de Cuauhtémoc Blanco. Es decir, en el escenario que plantea Cuauhtémoc Blanco los votantes operan sobre dos variables, qué tanto rechazan a los políticos de antes y qué tanto rechazan a quienes hoy ostentan el poder. Pareciera urgente, entonces, la aparición de figuras políticas emergentes que pudieran lograr, ya no el menor rechazo, sino algún respaldo ciudadano.

“Esto se va a poner bonito”, juzga Cuauhtémoc, a lo mejor recordando aquello que decían los operadores políticos de antaño: “lo único bonito es lo feo que todo se está poniendo”.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx