/ miércoles 15 de agosto de 2018

Conciliación y unidad nacional

Finalmente comenzaron los denominados foros para la pacificación y la reconciliación nacional. Desde su formulación, la idea de ofrecer una nueva amnistía nunca logró transmitirse a la sociedad con la suficiente claridad como para dar a conocer sus aspectos básicos, de ahí que sigan siendo las críticas y recomendaciones las que continúen moldeándola.


En este espacio expresé que era importante iniciar la construcción de un proceso general de pacificación de manera distinta a lo que se había intentado en otros gobiernos y discutir los alcances de una nueva amnistía (abril 2018); una que desde mi opinión debería parecerse más a lo que ocurrió en Guatemala o Colombia (guardando las debidas proporciones) y menos a lo que conocimos en México durante los setentas y noventas.


Al momento de su preparación, distintas organizaciones sociales cuestionaron la ausencia de una metodología, así como la forma y orientación que tendrían los 18 foros a realizar; desde los cuales se desprenderá, se ha dicho, la estrategia de reconciliación, seguridad y pacificación. A pesar de los cuestionamientos, se llevó a cabo en Chihuahua el primer foro sin cambios en la coordinación; lo que representa un contrasentido para el futuro de la estrategia, por no aceptar un interlocutor con enfoque de derechos humanos.


En Torreón, Gómez Palacio, La Laguna y Morelia ocurrió lo mismo; lo que hace pensar que el plan está más centrado en la construcción de la próxima policía y las instituciones de seguridad. Escuchar es importante, pero en este proceso siguen ausentes tanto el enfoque de derechos humanos como el de justicia restaurativa; las víctimas, los defensores de derechos humanos y los ciudadanos tienen un papel relevante, pero se requieren respuestas y compromisos más allá de la seguridad pública del próximo gobierno federal.


Hay una frase que tienen los historiadores: “no existe suceso presente o futuro, que no tenga su correspondencia con el pasado”. El triunfo de AMLO, sus ideas sobre la reconciliación, el contexto y lo que representa MORENA en términos de control político, nos hace encontrar coincidencias con lo sucedido en el gobierno de Ávila Camacho y sus ideas de la conciliación y la unidad nacional.


Para la materialización de la idea de conciliación y unidad nacional, Ávila Camacho creó leyes e instituciones sociales. Restableció una nueva relación con sectores prioritarios para sellar ese proceso ideológico al mejorar las relaciones con la iglesia; los conflictos entre empresarios y obreros; la atención del campo y la propiedad rural; impulsó la alfabetización y la educación; la promoción de inversiones. La idea de la unidad también se practicó entre las distintas fuerzas políticas, con la creación e impulso de organizaciones populares, cámaras empresariales y nuevas formas en las cámaras legislativas para promover la pacificación nacional y sentar nuevas bases para el crecimiento económico.


AMLO ha llamado a la unidad para hacer frente a la “guerra interna” generada por la delincuencia; se reúne con líderes empresariales, obreros, campesinos y actores políticos sin distinción de partido. Ejerce su fuerza política para empujar la idea de la reconciliación de todos los sectores para dirigir “todos” los esfuerzos en el combate de la pobreza, mejorar la calidad de vida y atención de jóvenes y adultos mayores; promover inversiones productivas; rescatar el campo y mejorar los servicios públicos; entre otras cosas.


Los foros para la pacificación y la reconciliación nacional son un ejemplo de la repetición de la historia. Surge de una misma idea y necesidad; y parece que comienza a construirse de la misma forma que en los cuarenta: enmarcar todas las prioridades nacionales bajo una sola visión o en el mejor de los casos, elementos agrupados en un conjunto homogéneo.


Hay un riesgo de seguir por este camino, la historia nos enseña las consecuencias de no reconocer la diferencia y las distintas voces que reclaman una construcción de paz a partir de procesos participativos y reconstrucción comunitaria del tejido social.

Finalmente comenzaron los denominados foros para la pacificación y la reconciliación nacional. Desde su formulación, la idea de ofrecer una nueva amnistía nunca logró transmitirse a la sociedad con la suficiente claridad como para dar a conocer sus aspectos básicos, de ahí que sigan siendo las críticas y recomendaciones las que continúen moldeándola.


En este espacio expresé que era importante iniciar la construcción de un proceso general de pacificación de manera distinta a lo que se había intentado en otros gobiernos y discutir los alcances de una nueva amnistía (abril 2018); una que desde mi opinión debería parecerse más a lo que ocurrió en Guatemala o Colombia (guardando las debidas proporciones) y menos a lo que conocimos en México durante los setentas y noventas.


Al momento de su preparación, distintas organizaciones sociales cuestionaron la ausencia de una metodología, así como la forma y orientación que tendrían los 18 foros a realizar; desde los cuales se desprenderá, se ha dicho, la estrategia de reconciliación, seguridad y pacificación. A pesar de los cuestionamientos, se llevó a cabo en Chihuahua el primer foro sin cambios en la coordinación; lo que representa un contrasentido para el futuro de la estrategia, por no aceptar un interlocutor con enfoque de derechos humanos.


En Torreón, Gómez Palacio, La Laguna y Morelia ocurrió lo mismo; lo que hace pensar que el plan está más centrado en la construcción de la próxima policía y las instituciones de seguridad. Escuchar es importante, pero en este proceso siguen ausentes tanto el enfoque de derechos humanos como el de justicia restaurativa; las víctimas, los defensores de derechos humanos y los ciudadanos tienen un papel relevante, pero se requieren respuestas y compromisos más allá de la seguridad pública del próximo gobierno federal.


Hay una frase que tienen los historiadores: “no existe suceso presente o futuro, que no tenga su correspondencia con el pasado”. El triunfo de AMLO, sus ideas sobre la reconciliación, el contexto y lo que representa MORENA en términos de control político, nos hace encontrar coincidencias con lo sucedido en el gobierno de Ávila Camacho y sus ideas de la conciliación y la unidad nacional.


Para la materialización de la idea de conciliación y unidad nacional, Ávila Camacho creó leyes e instituciones sociales. Restableció una nueva relación con sectores prioritarios para sellar ese proceso ideológico al mejorar las relaciones con la iglesia; los conflictos entre empresarios y obreros; la atención del campo y la propiedad rural; impulsó la alfabetización y la educación; la promoción de inversiones. La idea de la unidad también se practicó entre las distintas fuerzas políticas, con la creación e impulso de organizaciones populares, cámaras empresariales y nuevas formas en las cámaras legislativas para promover la pacificación nacional y sentar nuevas bases para el crecimiento económico.


AMLO ha llamado a la unidad para hacer frente a la “guerra interna” generada por la delincuencia; se reúne con líderes empresariales, obreros, campesinos y actores políticos sin distinción de partido. Ejerce su fuerza política para empujar la idea de la reconciliación de todos los sectores para dirigir “todos” los esfuerzos en el combate de la pobreza, mejorar la calidad de vida y atención de jóvenes y adultos mayores; promover inversiones productivas; rescatar el campo y mejorar los servicios públicos; entre otras cosas.


Los foros para la pacificación y la reconciliación nacional son un ejemplo de la repetición de la historia. Surge de una misma idea y necesidad; y parece que comienza a construirse de la misma forma que en los cuarenta: enmarcar todas las prioridades nacionales bajo una sola visión o en el mejor de los casos, elementos agrupados en un conjunto homogéneo.


Hay un riesgo de seguir por este camino, la historia nos enseña las consecuencias de no reconocer la diferencia y las distintas voces que reclaman una construcción de paz a partir de procesos participativos y reconstrucción comunitaria del tejido social.

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