/ domingo 20 de mayo de 2018

Católicos y política…

Dividirá opiniones entre muchos, pero la participación de la Iglesia Católica en la política se incrementa en este trecho electoral de forma notoria y, si bien no tiene más intencionalidad partidista que el llamado al voto razonado y de conciencia, no son pocos a quienes parece incomodarles de forma extrema porque consideran que la orientación del sufragio a una serie de valores éticos que los católicos debieran asumir, podría hacerles perder esos votos.


En la Diócesis de Cuernavaca, se han celebrado reuniones del presbiterio en que se trata además de la mejora del servicio pastoral, “temas urgentes como las elecciones y nuestro servicio para acrecentar la conciencia ciudadana”, como expone el obispo Ramón Castro. Y por supuesto que, frente al enrarecimiento del clima político, la diatriba como forma de hacer campaña y lo barato de la oferta política, conviene que una autoridad moral recuerde a los electores la importancia de votar en conciencia.


Desde alguna jacobina perspectiva podría criticarse a la Iglesia católica por la participación en torno al voto razonado, lo que parece profundamente injusto en un sistema que ha admitido la participación formal en la política de grupos de evangélicos que, incluso, advierten la importancia de que las instituciones religiosas intervengan en temas sociales como apoyo al Estado mexicano. El dirigente del Partido Encuentro Social, Hugo Eric Flores, ha repetido esta postura muchas veces, y uno diría que si los evangélicos que junto con otras derivaciones protestantes que representan entre el ocho y diez por ciento de los creyentes en el país, pueden tener un partido político; los católicos que superan el 85 por ciento de los creyentes, bien podrían hacer pronunciamientos políticos abiertos.


Lejos de una calificación sobre la participación política de los católicos, lo que convendría es revisar si realmente tiene los efectos de influencia sobre el comportamiento de los votantes que comparten esa religión. Y por decirlo de manera coloquial-catolicona “es como las llamadas a misa y en efecto, va quien quiere”, pero como quien quiere ya iba aunque no lo llamaran, podríamos decir que la influencia real del mensaje político de la Iglesia es francamente limitada en tanto quienes comparten los valores morales del catolicismo ya tendrían definida la forma de su voto, y quienes no comparten esos valores son audiencias entre quienes el mensaje de la iglesia no parece penetrar en lo mínimo.


Pero igual que otros grupos constructores de discursos y símbolos, lo que sí parece hacer la Iglesia de forma bastante eficiente, es colocar temas en la agenda de discusión pública que, a final de cuentas pudieran, a través de mecanismos complejos de construcción, orientar las preferencias electorales para quienes apoyan la agenda de temas de la Iglesia.


Por eso es digna de observarse también desde una perspectiva de política electoral (y no solo desde la óptica del estudio religioso o del comportamiento de la feligresía), la IV Caminata por la Paz a que convoca la Iglesia el 2 de junio próximo que, a final de cuentas, tendrá una interpretación política y hasta habrá los que piensen que es una forma de “mostrar músculo”, lugarcomuneros ellos; nada más errado, pero con la reciente caminata por el aniversario del PRD, las comparaciones serán inevitables en cuanto al número de gente.


En todo caso, lo que la Diócesis de Cuernavaca logrará con la movilización a la que acudirán seguramente millares de católicos será colocar nuevamente el tema de la paz, la convivencia armónica, como añadidos necesarios y urgentes al de la seguridad pública en el discurso de los candidatos.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Dividirá opiniones entre muchos, pero la participación de la Iglesia Católica en la política se incrementa en este trecho electoral de forma notoria y, si bien no tiene más intencionalidad partidista que el llamado al voto razonado y de conciencia, no son pocos a quienes parece incomodarles de forma extrema porque consideran que la orientación del sufragio a una serie de valores éticos que los católicos debieran asumir, podría hacerles perder esos votos.


En la Diócesis de Cuernavaca, se han celebrado reuniones del presbiterio en que se trata además de la mejora del servicio pastoral, “temas urgentes como las elecciones y nuestro servicio para acrecentar la conciencia ciudadana”, como expone el obispo Ramón Castro. Y por supuesto que, frente al enrarecimiento del clima político, la diatriba como forma de hacer campaña y lo barato de la oferta política, conviene que una autoridad moral recuerde a los electores la importancia de votar en conciencia.


Desde alguna jacobina perspectiva podría criticarse a la Iglesia católica por la participación en torno al voto razonado, lo que parece profundamente injusto en un sistema que ha admitido la participación formal en la política de grupos de evangélicos que, incluso, advierten la importancia de que las instituciones religiosas intervengan en temas sociales como apoyo al Estado mexicano. El dirigente del Partido Encuentro Social, Hugo Eric Flores, ha repetido esta postura muchas veces, y uno diría que si los evangélicos que junto con otras derivaciones protestantes que representan entre el ocho y diez por ciento de los creyentes en el país, pueden tener un partido político; los católicos que superan el 85 por ciento de los creyentes, bien podrían hacer pronunciamientos políticos abiertos.


Lejos de una calificación sobre la participación política de los católicos, lo que convendría es revisar si realmente tiene los efectos de influencia sobre el comportamiento de los votantes que comparten esa religión. Y por decirlo de manera coloquial-catolicona “es como las llamadas a misa y en efecto, va quien quiere”, pero como quien quiere ya iba aunque no lo llamaran, podríamos decir que la influencia real del mensaje político de la Iglesia es francamente limitada en tanto quienes comparten los valores morales del catolicismo ya tendrían definida la forma de su voto, y quienes no comparten esos valores son audiencias entre quienes el mensaje de la iglesia no parece penetrar en lo mínimo.


Pero igual que otros grupos constructores de discursos y símbolos, lo que sí parece hacer la Iglesia de forma bastante eficiente, es colocar temas en la agenda de discusión pública que, a final de cuentas pudieran, a través de mecanismos complejos de construcción, orientar las preferencias electorales para quienes apoyan la agenda de temas de la Iglesia.


Por eso es digna de observarse también desde una perspectiva de política electoral (y no solo desde la óptica del estudio religioso o del comportamiento de la feligresía), la IV Caminata por la Paz a que convoca la Iglesia el 2 de junio próximo que, a final de cuentas, tendrá una interpretación política y hasta habrá los que piensen que es una forma de “mostrar músculo”, lugarcomuneros ellos; nada más errado, pero con la reciente caminata por el aniversario del PRD, las comparaciones serán inevitables en cuanto al número de gente.


En todo caso, lo que la Diócesis de Cuernavaca logrará con la movilización a la que acudirán seguramente millares de católicos será colocar nuevamente el tema de la paz, la convivencia armónica, como añadidos necesarios y urgentes al de la seguridad pública en el discurso de los candidatos.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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