/ domingo 19 de julio de 2020

Cadena de solidaridad

El coronavirus llegó de sorpresa e impactó con fuerza al planeta. Empleos se han perdido, negocios han cerrado y, con mucho dolor, hemos dicho adiós a familiares y seres queridos. Todos los países del mundo, sin excepción, han tenido que adoptar medidas extraordinarias para minimizar los daños, modificando la vida social, económica y política. Este virus no distingue banderas, colores o fronteras. Todas y todos hemos sufrido sus consecuencias.

Sobre ello, un grupo de jóvenes me escribió con una inquietud que, creo, todas y todos compartimos: “¿Qué podemos hacer? ¿Qué se necesita para vencer?”. El coronavirus llegó para quedarse y, con la vacuna lejos de aterrizar, debemos pensar fuera de la caja para encontrar la manera de salir adelante.

Entonces, ¿qué hacemos? Bien, en primer lugar, hay que pensar en las afectaciones del virus y sus víctimas. Además de la ya lamentable amenaza a la salud, con la entrada de la Nueva Normalidad pudimos observar con mayor claridad los impactos económicos que el covid ha tenido sobre nuestro país. Desde los pequeños negocios, trabajadoras y trabajadores informales, hasta empresas y quienes laboran para ellas; todos los frentes se han visto dañados por esta pandemia.

Entonces, teniendo en cuenta que el virus y sus consecuencias han golpeado a la mayor parte del país, podemos entender que la respuesta a esta problemática debe ser por y para todas y todos; es decir, debemos velar por todos los sectores para mantener íntegra esta gran nación, mientras que la cooperación de estos es fundamental para poder reducir realmente los impactos del covid.

Ahora bien, el escenario extraordinario que es el 2020 debe ser enfrentado con medidas extraordinarias: con cooperación, consenso, apoyo sin distinciones y empatía hacia los demás. Una manera de hacer frente al covid de manera integral sería mediante una “cadena de solidaridad”, que se realizara de manera escalonada desde los niveles más generales hasta los más particulares de la vida pública y privada del país. Me explico.

Esta cadena partiría de la coordinación de todos los niveles del poder ejecutivo para que, de esta forma, los apoyos que se generan desde el nivel más alto lleguen de manera ordenada e íntegra hasta las y los ciudadanos; y podría ser aplicado, por ejemplo, al precio de los servicios básicos. Algo similar a lo que ya ocurre con las tarifas de luz.

Asimismo, el sector privado debería responder a estos apoyos transmitiéndolos hasta las personas que laboran y consumen. Si tomamos, por ejemplo, el caso específico de un supermercado dentro de la cadena de solidaridad, este negocio debería respetar el puesto de sus trabajadoras y trabajadores al no hacer despidos. Además, tendría que extender el apoyo hacia la ciudadanía manteniendo el precio de los productos básicos o, inclusive, reducirlo en la manera de lo posible. Cada peso cuenta.

Es decir, los esfuerzos realizados deberán ver más allá de colores y partidos, para enfocarse en quienes son la prioridad número uno: las y los ciudadanos. La cadena de solidaridad funcionaría sí y solo sí todos sus eslabones cumplen con su función y transmiten la ayuda al siguiente, de otro modo, la cadena se rompe.

En Morelos urge la coordinación de todos los sectores por el bien de la sociedad, hace falta que se de la mano —desde la distancia— a nuestra gente y nuestras familias. Hay que entender que no es tiempo de ver hacia el 2021.

El 2020 sigue aquí, sus retos no se han superado y nuestra atención debe estar en el presente, en nuestro estado y en nuestra sociedad. Necesitamos pensar fuera de lo común para resolver este problema extraordinario. Necesitamos tener nuestro objetivo claro y nuestra determinación al máximo. Necesitamos entender que, hoy, el bienestar de México y nuestras familias es lo más importante.


Senadora por Morelos

Redes sociales: @LuciaMezaGzm

El coronavirus llegó de sorpresa e impactó con fuerza al planeta. Empleos se han perdido, negocios han cerrado y, con mucho dolor, hemos dicho adiós a familiares y seres queridos. Todos los países del mundo, sin excepción, han tenido que adoptar medidas extraordinarias para minimizar los daños, modificando la vida social, económica y política. Este virus no distingue banderas, colores o fronteras. Todas y todos hemos sufrido sus consecuencias.

Sobre ello, un grupo de jóvenes me escribió con una inquietud que, creo, todas y todos compartimos: “¿Qué podemos hacer? ¿Qué se necesita para vencer?”. El coronavirus llegó para quedarse y, con la vacuna lejos de aterrizar, debemos pensar fuera de la caja para encontrar la manera de salir adelante.

Entonces, ¿qué hacemos? Bien, en primer lugar, hay que pensar en las afectaciones del virus y sus víctimas. Además de la ya lamentable amenaza a la salud, con la entrada de la Nueva Normalidad pudimos observar con mayor claridad los impactos económicos que el covid ha tenido sobre nuestro país. Desde los pequeños negocios, trabajadoras y trabajadores informales, hasta empresas y quienes laboran para ellas; todos los frentes se han visto dañados por esta pandemia.

Entonces, teniendo en cuenta que el virus y sus consecuencias han golpeado a la mayor parte del país, podemos entender que la respuesta a esta problemática debe ser por y para todas y todos; es decir, debemos velar por todos los sectores para mantener íntegra esta gran nación, mientras que la cooperación de estos es fundamental para poder reducir realmente los impactos del covid.

Ahora bien, el escenario extraordinario que es el 2020 debe ser enfrentado con medidas extraordinarias: con cooperación, consenso, apoyo sin distinciones y empatía hacia los demás. Una manera de hacer frente al covid de manera integral sería mediante una “cadena de solidaridad”, que se realizara de manera escalonada desde los niveles más generales hasta los más particulares de la vida pública y privada del país. Me explico.

Esta cadena partiría de la coordinación de todos los niveles del poder ejecutivo para que, de esta forma, los apoyos que se generan desde el nivel más alto lleguen de manera ordenada e íntegra hasta las y los ciudadanos; y podría ser aplicado, por ejemplo, al precio de los servicios básicos. Algo similar a lo que ya ocurre con las tarifas de luz.

Asimismo, el sector privado debería responder a estos apoyos transmitiéndolos hasta las personas que laboran y consumen. Si tomamos, por ejemplo, el caso específico de un supermercado dentro de la cadena de solidaridad, este negocio debería respetar el puesto de sus trabajadoras y trabajadores al no hacer despidos. Además, tendría que extender el apoyo hacia la ciudadanía manteniendo el precio de los productos básicos o, inclusive, reducirlo en la manera de lo posible. Cada peso cuenta.

Es decir, los esfuerzos realizados deberán ver más allá de colores y partidos, para enfocarse en quienes son la prioridad número uno: las y los ciudadanos. La cadena de solidaridad funcionaría sí y solo sí todos sus eslabones cumplen con su función y transmiten la ayuda al siguiente, de otro modo, la cadena se rompe.

En Morelos urge la coordinación de todos los sectores por el bien de la sociedad, hace falta que se de la mano —desde la distancia— a nuestra gente y nuestras familias. Hay que entender que no es tiempo de ver hacia el 2021.

El 2020 sigue aquí, sus retos no se han superado y nuestra atención debe estar en el presente, en nuestro estado y en nuestra sociedad. Necesitamos pensar fuera de lo común para resolver este problema extraordinario. Necesitamos tener nuestro objetivo claro y nuestra determinación al máximo. Necesitamos entender que, hoy, el bienestar de México y nuestras familias es lo más importante.


Senadora por Morelos

Redes sociales: @LuciaMezaGzm