/ domingo 9 de enero de 2022

Cabildos pragmáticos

Por más que algunos se pronuncien por la urgencia de restaurarla, la era de las grandes ideologías y de los pronunciamientos terminó para nunca volver. No fue sencillo, llevó a los pragmáticos del poder varias décadas de democracias y escenarios electorales impuestos por agendas breves, pero finalmente lograron desterrar las camisas de fuerza que representaban los grandes sistemas de ideas que proponían utopías que a la larga se traducían en modelos falaces y autoritarios.

Pero los pragmatismos tampoco han representado alguna garantía. Si bien han permitido la incorporación a la agenda política de temas incompatibles con los esquemas ideológicos (como el aborto, la ampliación de derechos, la inclusión; también han sido esos pragmatismos los que han permitido convertir a la arena política en un espacio que promueve y permite los negocios personales, la perversión de la función pública en aras del beneficio particular o de grupo, y la renuncia a cualquier escala de moral en aras de mantener vivas las carreras de verdaderos inútiles siempre que sean leales a una posición determinada.

El pragmatismo ha encarecido la política en tanto las negociaciones con minorías “bisagra” se convierten en vitales especialmente en escenarios tan divididos como, por ejemplo, los cabildos de Morelos. La dificultad de lograr acuerdos obliga a los alcaldes a ceder posiciones para dar cauce a las políticas públicas que propusieron desde las campañas. La escasa habilidad con que muchos alcaldes enfrentan las negociaciones los coloca en posiciones débiles frente a regidores que buscan consolidar espacios de poder político y económico al interior de los ayuntamientos. Los escenarios de ruptura son frecuentes, especialmente en las etapas de establecimiento de los cabildos, como la que hoy atravesamos. ¿Qué tanto están dispuestos a ceder los alcaldes que enfrentan a regidores ambiciosos por aumentar su influencia? ¿qué tanto los regidores pueden ceder en aras de dar viabilidad a los proyectos de los ayuntamientos? De esas respuestas depende la marcha de los municipios durante los próximos tres años.

La tendencia en el análisis es considerar que la autoridad del alcalde es mucho más relevante que el cabildo. Suele pensarse que el alcalde fue electo por la mayoría y que los regidores en todo caso son producto de la representación proporcional y no del voto personal y directo de la ciudadanía; pero al final, los votos de los regidores son vitales para la aprobación de la mayor parte de las políticas públicas relevantes. Ojalá y las actuales discusiones en los cabildos versaran sobre temas trascendentes de políticas públicas. Lo que se ha visto en la primera semana de gestión municipal ha sido un pleito por espacios de poder y dinero, disfrazado con acusaciones contra los alcaldes a quienes se tacha de autoritarios. Malo porque ojalá y el mayor problema de cualquiera de los municipios fuera qué regidor debe presidir cuáles posiciones.

En el caso de Cuernavaca no parece haber mayor conflicto en la repartición de espacios. Probablemente los acuerdos hayan llegado desde antes o, en el mejor de los casos, la convicción de los problemas de la ciudad sobrepasa las ambiciones personales.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Por más que algunos se pronuncien por la urgencia de restaurarla, la era de las grandes ideologías y de los pronunciamientos terminó para nunca volver. No fue sencillo, llevó a los pragmáticos del poder varias décadas de democracias y escenarios electorales impuestos por agendas breves, pero finalmente lograron desterrar las camisas de fuerza que representaban los grandes sistemas de ideas que proponían utopías que a la larga se traducían en modelos falaces y autoritarios.

Pero los pragmatismos tampoco han representado alguna garantía. Si bien han permitido la incorporación a la agenda política de temas incompatibles con los esquemas ideológicos (como el aborto, la ampliación de derechos, la inclusión; también han sido esos pragmatismos los que han permitido convertir a la arena política en un espacio que promueve y permite los negocios personales, la perversión de la función pública en aras del beneficio particular o de grupo, y la renuncia a cualquier escala de moral en aras de mantener vivas las carreras de verdaderos inútiles siempre que sean leales a una posición determinada.

El pragmatismo ha encarecido la política en tanto las negociaciones con minorías “bisagra” se convierten en vitales especialmente en escenarios tan divididos como, por ejemplo, los cabildos de Morelos. La dificultad de lograr acuerdos obliga a los alcaldes a ceder posiciones para dar cauce a las políticas públicas que propusieron desde las campañas. La escasa habilidad con que muchos alcaldes enfrentan las negociaciones los coloca en posiciones débiles frente a regidores que buscan consolidar espacios de poder político y económico al interior de los ayuntamientos. Los escenarios de ruptura son frecuentes, especialmente en las etapas de establecimiento de los cabildos, como la que hoy atravesamos. ¿Qué tanto están dispuestos a ceder los alcaldes que enfrentan a regidores ambiciosos por aumentar su influencia? ¿qué tanto los regidores pueden ceder en aras de dar viabilidad a los proyectos de los ayuntamientos? De esas respuestas depende la marcha de los municipios durante los próximos tres años.

La tendencia en el análisis es considerar que la autoridad del alcalde es mucho más relevante que el cabildo. Suele pensarse que el alcalde fue electo por la mayoría y que los regidores en todo caso son producto de la representación proporcional y no del voto personal y directo de la ciudadanía; pero al final, los votos de los regidores son vitales para la aprobación de la mayor parte de las políticas públicas relevantes. Ojalá y las actuales discusiones en los cabildos versaran sobre temas trascendentes de políticas públicas. Lo que se ha visto en la primera semana de gestión municipal ha sido un pleito por espacios de poder y dinero, disfrazado con acusaciones contra los alcaldes a quienes se tacha de autoritarios. Malo porque ojalá y el mayor problema de cualquiera de los municipios fuera qué regidor debe presidir cuáles posiciones.

En el caso de Cuernavaca no parece haber mayor conflicto en la repartición de espacios. Probablemente los acuerdos hayan llegado desde antes o, en el mejor de los casos, la convicción de los problemas de la ciudad sobrepasa las ambiciones personales.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx