/ lunes 3 de enero de 2022

¡Atención 2022!

La pandemia nos trajo un cambio de paradigma hace ya dos años y los gobiernos y las sociedades hemos aprendido a convivir con la nueva dinámica política, social, económica y cultural en el mundo entero. Las puertas se han reabierto a la nueva normalidad, los eventos deportivos y culturales regresaron al tiempo en que las economías comenzaron a re agendar sus eventos y compromisos, de hecho, las escuelas, los negocios y la vida rutinaria de los más de 7 mil millones de habitantes del orbe estamos ávidos de nuevos retos, sin embargo, el virus no se fue, más bien mutó y con él mutaron nuestros planes.

Entonces, en México y en el mundo hay temas que deben tener nuestra atención para poder tomar mejores decisiones con respecto al porvenir económico, político y social que nos pueda catapultar a lo que alguna vez fuimos antes de la pandemia. En este orden de ideas, en esta columna se plantean algunos posibles (más no únicos) hechos que llamarán la atención en este año que justo acaba de comenzar.

Primero, se debe analizar la forma en que los gobiernos seguirán dando promoción a la vacunación y a cómo la aplicarán a todos sus ciudadanos, desde los que están entrando a las segundas dosis por su edad hasta los que no se han vacunado por razones personales, pasando por los menores de edad que no han sido contemplados en el esquema de vacunación debido a la gestión de sus gobiernos, como lo es el caso de México, por ejemplo.

Segundo, en el ámbito internacional debe considerarse el hecho de los retrasos en las entregas de las mercancías y/o productos debido a la -ya casi constante- crisis de los contenedores que ha detenido el mundo y que, también, ha elevado los precios de manera inimaginable para la transportación local y global. Habrá que evaluar el impacto en la economía y en el bolsillo de los ciudadanos de a pie en el mundo.

Tercero, el posicionamiento que las naciones hegemónicas tendrán y las piezas de ajedrez que se moverán para demostrar si Estados Unidos, China o Rusia serán los que dominen el mundo a través de la geopolítica; es decir, quién estará más dispuesto a negociar para tener al mundo a sus pies, tanto política como económicamente.

Cuarto, el apoyo u oposición que tendrán las mayores naciones receptoras de migrantes, así como la evaluación de sus políticas públicas en detrimento o mejora de las personas que buscan una mejor calidad de vida; habrá que seguir especialmente los casos de Brasil, México, Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea.

Quinto, el avance del autoritarismo en el mundo, ya sea por la vía democrática o antidemocrática, especialmente lo que pasará con casos como los de Cuba, Venezuela, El Salvador, Brasil, Rusia, China, Turquía, Siria, Etiopía o Myanmar, por mencionar solamente algunos.

Sexto, el papel que los organismos internacionales han de tomar con respecto a la producción y repartición equitativa de las vacunas entre las naciones menos favorecidas, principalmente en el sur global, donde las asimetrías sociales y económicas son más marcadas.

Séptimo, los resultados de las elecciones legislativas y presidenciales a celebrarse en este año, sobre todo en países clave para el desarrollo internacional tales como Brasil, Francia, India, Australia, Corea del Sur o Japón.

Luego, el 2022 no debiera ser muy distinto al 2021 porque el mundo -y las cosas- no cambian solamente porque el calendario si lo hizo, es así que el análisis que propongo debe ser visto con las medidas necesarias para no esperar cambios sustanciales que nos pudieran subir muy arriba para luego dejarnos caer y que el golpe fuese más fuerte. Afrontemos el 2022 como un año de transición hacia una nueva normalidad que no tenemos bien definida y procuremos tomar lo bueno de los conflictos vividos en los últimos dos años, porque el nuevo cambio de año viene recargado de expectativas que, de concretarse, pueden ser benéficas para el mundo, pero de no hacerlo, nos hundirán más de lo que ya logró el COVID-19.

Twitter: @fabrecam

La pandemia nos trajo un cambio de paradigma hace ya dos años y los gobiernos y las sociedades hemos aprendido a convivir con la nueva dinámica política, social, económica y cultural en el mundo entero. Las puertas se han reabierto a la nueva normalidad, los eventos deportivos y culturales regresaron al tiempo en que las economías comenzaron a re agendar sus eventos y compromisos, de hecho, las escuelas, los negocios y la vida rutinaria de los más de 7 mil millones de habitantes del orbe estamos ávidos de nuevos retos, sin embargo, el virus no se fue, más bien mutó y con él mutaron nuestros planes.

Entonces, en México y en el mundo hay temas que deben tener nuestra atención para poder tomar mejores decisiones con respecto al porvenir económico, político y social que nos pueda catapultar a lo que alguna vez fuimos antes de la pandemia. En este orden de ideas, en esta columna se plantean algunos posibles (más no únicos) hechos que llamarán la atención en este año que justo acaba de comenzar.

Primero, se debe analizar la forma en que los gobiernos seguirán dando promoción a la vacunación y a cómo la aplicarán a todos sus ciudadanos, desde los que están entrando a las segundas dosis por su edad hasta los que no se han vacunado por razones personales, pasando por los menores de edad que no han sido contemplados en el esquema de vacunación debido a la gestión de sus gobiernos, como lo es el caso de México, por ejemplo.

Segundo, en el ámbito internacional debe considerarse el hecho de los retrasos en las entregas de las mercancías y/o productos debido a la -ya casi constante- crisis de los contenedores que ha detenido el mundo y que, también, ha elevado los precios de manera inimaginable para la transportación local y global. Habrá que evaluar el impacto en la economía y en el bolsillo de los ciudadanos de a pie en el mundo.

Tercero, el posicionamiento que las naciones hegemónicas tendrán y las piezas de ajedrez que se moverán para demostrar si Estados Unidos, China o Rusia serán los que dominen el mundo a través de la geopolítica; es decir, quién estará más dispuesto a negociar para tener al mundo a sus pies, tanto política como económicamente.

Cuarto, el apoyo u oposición que tendrán las mayores naciones receptoras de migrantes, así como la evaluación de sus políticas públicas en detrimento o mejora de las personas que buscan una mejor calidad de vida; habrá que seguir especialmente los casos de Brasil, México, Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea.

Quinto, el avance del autoritarismo en el mundo, ya sea por la vía democrática o antidemocrática, especialmente lo que pasará con casos como los de Cuba, Venezuela, El Salvador, Brasil, Rusia, China, Turquía, Siria, Etiopía o Myanmar, por mencionar solamente algunos.

Sexto, el papel que los organismos internacionales han de tomar con respecto a la producción y repartición equitativa de las vacunas entre las naciones menos favorecidas, principalmente en el sur global, donde las asimetrías sociales y económicas son más marcadas.

Séptimo, los resultados de las elecciones legislativas y presidenciales a celebrarse en este año, sobre todo en países clave para el desarrollo internacional tales como Brasil, Francia, India, Australia, Corea del Sur o Japón.

Luego, el 2022 no debiera ser muy distinto al 2021 porque el mundo -y las cosas- no cambian solamente porque el calendario si lo hizo, es así que el análisis que propongo debe ser visto con las medidas necesarias para no esperar cambios sustanciales que nos pudieran subir muy arriba para luego dejarnos caer y que el golpe fuese más fuerte. Afrontemos el 2022 como un año de transición hacia una nueva normalidad que no tenemos bien definida y procuremos tomar lo bueno de los conflictos vividos en los últimos dos años, porque el nuevo cambio de año viene recargado de expectativas que, de concretarse, pueden ser benéficas para el mundo, pero de no hacerlo, nos hundirán más de lo que ya logró el COVID-19.

Twitter: @fabrecam