/ martes 28 de septiembre de 2021

Así de la nada Carmen se va

Y un buen día ella desapareció y nos regaló su infinita ausencia. Así de la “Nada” como la obra homónima de su primera novela. Carmen Laforet siempre fue una mujer en fuga porque tuvo una vida difícil. Tal vez por esa razón, la escritora barcelonesa siempre trató de escapar.

Carmen respiraba una vida con tonos grises salpicados de locura y de enfermedad. Pero sin duda, su interesante huella en la Literatura me volcó a escribir de su vida y de todo aporte que dejó a los amantes de libros y de historias.

Carmen Laforet Díaz nació el 6 de septiembre de 1921 en Barcelona, aunque su infancia transcurrió en las Islas Canarias por motivos laborales de su padre que trabajaba como profesor de la Escuela de Peritaje Industrial.

Tras la muerte de su madre, su padre de nuevo contrae nupcias. Sin embargo, Carmen nunca tuvo una buena relación con su madrastra. Así que de alguna manera, ella cargaba con un persistente vacío materno. Y eso se reflejó en algunas de sus obras como “La isla y sus demonios” (1952) y “La insolación” (1963).

Llegada la época estudiantil, ingresó a la Universidad Central de Madrid, pero nunca concluyó sus estudios en las carreras de Filosofía y en Derecho.

En 1945 se casó con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales con quien procreó cinco hijos: Marta, Manuel, Cristina, Agustín y Silvia.

Empero, en 1970 firman el divorcio debido a que su relación se fue marchitando. En ese periodo, Carmen pasó por una racha complicada. Carecía de estabilidad económica y si a ello le agregamos que prevalecía un clima político-social repleto de machismo. Al grado de que cuando era entrevistada, ella debía responder a preguntas como si quería más a sus hijos o a sus libros.

Es ahí donde lanzo este cuestionamiento que no puedo dejar pasar. Entonces, las mujeres que somos madres, ¿no tenemos derecho a realizarnos en el ámbito profesional?. ¿Tenemos que olvidar por completo nuestras aspiraciones personales y cumplir con los roles que nos impone la sociedad?.

Carmen fue valiente. Pese a mostrarse como una mujer llena de miedo y complejos. Ella encontró refugio en las cartas que por mucho tiempo escribió a su amigo escritor, Ramón J. Sender. Aunque también recibió amparo en la fe. Y parte de esta transformación es notoria en la obra “La mujer nueva”, donde la protagonista, Paulina, pasa de criticar a la iglesia a practicar la religión católica.

Pero qué guardaba en su interior la bella Carmen. Cuáles eran sus pensamientos y emociones constantes. Frágil, tímida y huidiza. Padecía de fobia social.

Proyectaba una autoestima bastante deteriorada al despreciar en repetidas ocasiones su trabajo. Experimentó un conflicto sexual latente, al sentirse atraída por mujeres como Elena Fortún o Lili Álvarez, de quien tal vez llegó a enamorarse. Laforet se enganchaba con el encanto de féminas seguras de sí mismas y con un fuerte bagaje intelectual.

No obstante, los últimos años de Carmen Laforet se asemejan a muchos de esos personajes que sufren un dolor encarnado en los huesos, así como los que encontramos en los cuentos y novelas. El desenlace fue muy triste. A ella le detectaron Alzheimer, enfermedad que hizo que perdiera el habla.

// Y así de la “Nada” surge la fama //

Carmen se consagra como una de las mejores narradoras de la realidad española de la época. Su talento indiscutible se destapa a los 24 años cuando publica “Nada”, la novela que la catapultó a la fama, y pasando a formar parte de la primera generación literaria de la postguerra. Esta obra le bastó para ganarse los premios Nadal (1944) y Fastenrath.

Además, de dejarnos un listado de novelas y cuentos breves como La muerta (1952), El piano (1952), Un noviazgo (1953), Un viaje divertido (1954), por mencionar solo algunos.

Laforet podría considerarse precursora de la novela policiaca en España, puesto que ella lo hizo treinta años antes que el resto de otros autores.

“Tal vez el sentido de la vida para una mujer consiste únicamente en ser descubierta así, mirada de manera que ella misma se sienta irradiante de luz.” Carmen Laforet.

Y un buen día ella desapareció y nos regaló su infinita ausencia. Así de la “Nada” como la obra homónima de su primera novela. Carmen Laforet siempre fue una mujer en fuga porque tuvo una vida difícil. Tal vez por esa razón, la escritora barcelonesa siempre trató de escapar.

Carmen respiraba una vida con tonos grises salpicados de locura y de enfermedad. Pero sin duda, su interesante huella en la Literatura me volcó a escribir de su vida y de todo aporte que dejó a los amantes de libros y de historias.

Carmen Laforet Díaz nació el 6 de septiembre de 1921 en Barcelona, aunque su infancia transcurrió en las Islas Canarias por motivos laborales de su padre que trabajaba como profesor de la Escuela de Peritaje Industrial.

Tras la muerte de su madre, su padre de nuevo contrae nupcias. Sin embargo, Carmen nunca tuvo una buena relación con su madrastra. Así que de alguna manera, ella cargaba con un persistente vacío materno. Y eso se reflejó en algunas de sus obras como “La isla y sus demonios” (1952) y “La insolación” (1963).

Llegada la época estudiantil, ingresó a la Universidad Central de Madrid, pero nunca concluyó sus estudios en las carreras de Filosofía y en Derecho.

En 1945 se casó con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales con quien procreó cinco hijos: Marta, Manuel, Cristina, Agustín y Silvia.

Empero, en 1970 firman el divorcio debido a que su relación se fue marchitando. En ese periodo, Carmen pasó por una racha complicada. Carecía de estabilidad económica y si a ello le agregamos que prevalecía un clima político-social repleto de machismo. Al grado de que cuando era entrevistada, ella debía responder a preguntas como si quería más a sus hijos o a sus libros.

Es ahí donde lanzo este cuestionamiento que no puedo dejar pasar. Entonces, las mujeres que somos madres, ¿no tenemos derecho a realizarnos en el ámbito profesional?. ¿Tenemos que olvidar por completo nuestras aspiraciones personales y cumplir con los roles que nos impone la sociedad?.

Carmen fue valiente. Pese a mostrarse como una mujer llena de miedo y complejos. Ella encontró refugio en las cartas que por mucho tiempo escribió a su amigo escritor, Ramón J. Sender. Aunque también recibió amparo en la fe. Y parte de esta transformación es notoria en la obra “La mujer nueva”, donde la protagonista, Paulina, pasa de criticar a la iglesia a practicar la religión católica.

Pero qué guardaba en su interior la bella Carmen. Cuáles eran sus pensamientos y emociones constantes. Frágil, tímida y huidiza. Padecía de fobia social.

Proyectaba una autoestima bastante deteriorada al despreciar en repetidas ocasiones su trabajo. Experimentó un conflicto sexual latente, al sentirse atraída por mujeres como Elena Fortún o Lili Álvarez, de quien tal vez llegó a enamorarse. Laforet se enganchaba con el encanto de féminas seguras de sí mismas y con un fuerte bagaje intelectual.

No obstante, los últimos años de Carmen Laforet se asemejan a muchos de esos personajes que sufren un dolor encarnado en los huesos, así como los que encontramos en los cuentos y novelas. El desenlace fue muy triste. A ella le detectaron Alzheimer, enfermedad que hizo que perdiera el habla.

// Y así de la “Nada” surge la fama //

Carmen se consagra como una de las mejores narradoras de la realidad española de la época. Su talento indiscutible se destapa a los 24 años cuando publica “Nada”, la novela que la catapultó a la fama, y pasando a formar parte de la primera generación literaria de la postguerra. Esta obra le bastó para ganarse los premios Nadal (1944) y Fastenrath.

Además, de dejarnos un listado de novelas y cuentos breves como La muerta (1952), El piano (1952), Un noviazgo (1953), Un viaje divertido (1954), por mencionar solo algunos.

Laforet podría considerarse precursora de la novela policiaca en España, puesto que ella lo hizo treinta años antes que el resto de otros autores.

“Tal vez el sentido de la vida para una mujer consiste únicamente en ser descubierta así, mirada de manera que ella misma se sienta irradiante de luz.” Carmen Laforet.