Los triunfos de Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco Bravo en las elecciones del pasado domingo, no debieran ser interpretados como el arribo de cierta intolerancia izquierdista al poder, sino como la expresión legítima del fastidio de la sociedad mexicana con el sistema de partidos y la corrupción dominante en la clase política.
Tanto Andrés Manuel López Obrador, como Cuauhtémoc Blanco Bravo, derrotaron a candidatos que representaban partidos políticos, no a los ciudadanos críticos del sistema político que incluye, por cierto a AMLO y al Cuauh por igual. Y ha sido justamente esa crítica al quehacer público la que ha permitido la democracia y la renovación y oxigenación del poder que les ha puesto en posiciones de diseño y operación de las políticas públicas.
Regularmente, el encono entre políticos y sociedad, no lo generan quienes ganaron la elección, sino quienes creen que ganaron, todos los grupos de adláteres que resultan sumamente útiles en campaña al mantener un discurso de diferencia discriminatoria en contra de quienes no piensan como ellos, pero son un enorme estorbo a la hora de ejercer el gobierno. Tranquiliza que haya quienes, como Marisol Becerra de la Fuente en Morelos, quien será declarada síndica procuradora electa del municipio de Cuernavaca en los próximos días, muestren una extraordinaria tolerancia a quienes no piensan como ella, que llamen a construir a partir de las coincidencias y no ahondar en las diferencias. Tratándose de alguien cercana a Cuauhtémoc Blanco, podríamos desear que pueda extenderse ese ánimo de tolerancia y esa voluntad de crear una sociedad en la que podemos reconocernos diferentes y trabajar de la mano.
Lo mismo debe ocurrir en la otra parte, a estas alturas resulta sumamente desafortunado mantener un discurso de campaña. Sin claudicar a la crítica en los temas que verdaderamente importan al estado, la actitud de los adversarios a Cuauhtémoc Blanco y a López Obrador, debiera enfilarse hacia cómo construimos juntos un estado y un país en donde podamos cohabitar todos y ser felices en nuestras enormes y profundas diversidades. Mantener el encono pasadas las elecciones es de un extraordinario riesgo para el estado y para el país.
Esta mañana deberán reunirse, en su primer acercamiento, las autoridades del gobierno estatal con la comisión de enlace designada por Cuauhtémoc Blanco Bravo para iniciar el proceso de transición. Parece el momento propicio para dar buenas señales, aunque para muchos se trate de innecesario toda vez que Blanco aún no recibe constancia de mayoría por lo que no ha sido declarado gobernador electo. Sinceramente, eso parece una nimiedad, considerando el nivel de encono y temor que en muchos han provocado los resultados de la contienda electoral. Será una buena señal ver a los equipos reunirse para garantizar una transición ordenada.
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En otro tema, que no se espanten los partidarios, de acuerdo con las cifras que arroja el Programa de Resultados Electorales Preliminares del Impepac, sólo el Partido Social Demócrata de Morelos estaría en riesgo de perder el registro local, dado que el resto lograrían sobrepasar, en términos de votación efectiva, el umbral del 3 por ciento que requiere la legislación electoral para mantener su vigencia en el sistema de partidos de la entidad. Así, en la entidad habría 10 partidos ya con registro para la siguiente contienda.
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