/ lunes 6 de marzo de 2023

¡Llegó el #8M!

El Día Internacional de la Mujer no tendría que ser solo uno. Debería ser una reivindicación permanente del trabajo que realizan las mujeres en los diferentes ámbitos en los que ellas ejercen, así como un cúmulo de oportunidades que les permita seguir contribuyendo a la formación de la sociedad.

Es innegable que seguimos teniendo brechas importantes en materia de género, seguimos sin generar espacios equitativos de desarrollo. En la actualidad, estamos viviendo un momento lleno de contrastes, de cambios sin precedentes y situaciones que alcanzan a todos los sectores de la población, a todas las generaciones y a todos los ámbitos de nuestras vidas.

Hemos visto en un período corto, la transformación de los esquemas de trabajo, el surgimiento de nuevas necesidades, nuevos perfiles laborales, la generación de nuevas oportunidades, y al mismo tiempo el crecimiento de brechas previamente existentes.

Son estos contrastes los que nos enfrentan con las distintas caras y tonalidades de una realidad persistente en la sociedad, los hogares y las organizaciones: la brecha de género, así como el rol y posición que desempeñamos las mujeres en los distintos ámbitos en los que nos desarrollamos.

Mucho se ha hablado alrededor de este tema; sin embargo, todavía existe un camino largo por andar y mucho por hacer.

El Día Internacional de la Mujer ha ido cobrando más y más relevancia en nuestro país en los últimos años. Y es que el descontento de las mujeres ha crecido tanto, y cada ocho de marzo, nos damos cuenta de que sólo tenemos las calles para demostrar nuestra fuerza, para seguir luchando, esta fecha nos recuerda más que nunca que hay formas de resistencia frente a la violencia que no pueden, ni deben dejar de pronunciarse.

Al grito de guerra, al grito de paz, con lágrimas en los ojos, con la risa y el dolor encarnado en la piel, cientos de mujeres marcharan este año por aquellas que ya no están, que han desaparecido, que han perdido la voz, o que no tienen ya la fuerza para marchar.

Aún tenemos mucho por hacer, necesitamos avanzar decididamente en la promoción de responsabilidad y el aseguramiento de derechos y de oportunidades para eliminar las actuales disparidades de género. Necesitamos ser y hacer consciente nuestra cultura para transformarnos en la ciudadanía que queremos ser.

Cerca de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, necesitamos renovar nuestro compromiso en la visibilización de las inequidades que aún persisten, para fortalecer esa ciudadanía que queremos ser, inclusiva, diversa y con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.

La marcha de esta semana nos recuerda el potencial que tenemos como sociedad para destruirnos, pero también las capacidades que podemos crear en la resistencia, posibilidades para imaginar un mundo donde nuestras relaciones no estén basadas en la violencia y dónde los principios puedan estar de nuestro lado.

El 8M ya llegó, se siente, se ve y se vive en las calles.


El Día Internacional de la Mujer no tendría que ser solo uno. Debería ser una reivindicación permanente del trabajo que realizan las mujeres en los diferentes ámbitos en los que ellas ejercen, así como un cúmulo de oportunidades que les permita seguir contribuyendo a la formación de la sociedad.

Es innegable que seguimos teniendo brechas importantes en materia de género, seguimos sin generar espacios equitativos de desarrollo. En la actualidad, estamos viviendo un momento lleno de contrastes, de cambios sin precedentes y situaciones que alcanzan a todos los sectores de la población, a todas las generaciones y a todos los ámbitos de nuestras vidas.

Hemos visto en un período corto, la transformación de los esquemas de trabajo, el surgimiento de nuevas necesidades, nuevos perfiles laborales, la generación de nuevas oportunidades, y al mismo tiempo el crecimiento de brechas previamente existentes.

Son estos contrastes los que nos enfrentan con las distintas caras y tonalidades de una realidad persistente en la sociedad, los hogares y las organizaciones: la brecha de género, así como el rol y posición que desempeñamos las mujeres en los distintos ámbitos en los que nos desarrollamos.

Mucho se ha hablado alrededor de este tema; sin embargo, todavía existe un camino largo por andar y mucho por hacer.

El Día Internacional de la Mujer ha ido cobrando más y más relevancia en nuestro país en los últimos años. Y es que el descontento de las mujeres ha crecido tanto, y cada ocho de marzo, nos damos cuenta de que sólo tenemos las calles para demostrar nuestra fuerza, para seguir luchando, esta fecha nos recuerda más que nunca que hay formas de resistencia frente a la violencia que no pueden, ni deben dejar de pronunciarse.

Al grito de guerra, al grito de paz, con lágrimas en los ojos, con la risa y el dolor encarnado en la piel, cientos de mujeres marcharan este año por aquellas que ya no están, que han desaparecido, que han perdido la voz, o que no tienen ya la fuerza para marchar.

Aún tenemos mucho por hacer, necesitamos avanzar decididamente en la promoción de responsabilidad y el aseguramiento de derechos y de oportunidades para eliminar las actuales disparidades de género. Necesitamos ser y hacer consciente nuestra cultura para transformarnos en la ciudadanía que queremos ser.

Cerca de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, necesitamos renovar nuestro compromiso en la visibilización de las inequidades que aún persisten, para fortalecer esa ciudadanía que queremos ser, inclusiva, diversa y con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.

La marcha de esta semana nos recuerda el potencial que tenemos como sociedad para destruirnos, pero también las capacidades que podemos crear en la resistencia, posibilidades para imaginar un mundo donde nuestras relaciones no estén basadas en la violencia y dónde los principios puedan estar de nuestro lado.

El 8M ya llegó, se siente, se ve y se vive en las calles.