/ lunes 29 de octubre de 2018

¿AMLO se disparó en el pie?

Desde hace casi cuatro meses conocimos un resultado contundente, Andrés Manuel López Obrador, se convertiría en el Presidente de México; hubo gran ánimo, la gente votó y más del 53% le dieron el triunfo.

Pero parecieran gustarle los casos complicados, ha definido sus batallas, por más innecesarias e infructíferas que parezcan, para él son momentos clave, colocándolo en las primeras planas y como el único tema a tratar para la “comentocracia”.

Así, en algún evento de campaña de entre los más de 2 mil municipios que visitó, habló de una “amnistía”, de inmediato y a pesar de no contar si quiera con la imagen del momento, salvo un audio en mala calidad, todos los medios de comunicación retomaron el hecho; y él, no reculó, al contrario, tal asunto fue escalando sin que alguien de su equipo pudiera realmente explicar sus alcances.

Luego fue el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, cuyas cifras de inversión son escandalosas, la rendición de cuentas muy cuestionable y ¿cómo no? Si se trata de la obra cumbre del gobierno de Peña Nieto, el más tachado por corrupción y el más desacreditado en la historia del país (eso no podemos olvidarlo), sin embargo el asunto dejó de ser la falta de transparencia para convertirse sólo en la posibilidad de cumplir o no las promesas de campaña; ahí una vez más se enganchó en una complicada decisión.

El discurso de Obrador dejó de ser inquisidor, pues insistir en investigar los contratos también se contrapone a su república del amor donde el perdón es lo más importante.

La consulta hecha por cuatro días fue una gran intención, el fondo era llevar las decisiones importantes a la población, eso significó un avance en un país donde a ningún gobernante le interesó nuestra opinión; muchos se jactan de hablar de las consultas en un marco legal, pero este fue hecho convenientemente para que ninguna fuera aprobada o ¿acaso olvidamos los intentos por llevar a consulta la reforma energética? La Corte no avaló ningún ejercicio y todas las reformas se hicieron sin importar el pensamiento del pueblo. El problema de la consulta es que la forma fue ineficiente.

Ahora bien, el resultado arrojó ganador al “proyecto” de San Lucía, algo totalmente incierto, incluso al anunciarlo no pudo sino decirse que ganó “la posibilidad de estudiar” esa propuesta.

Hay muchas consecuencias, de acuerdo a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la inversión en Texcoco supera los 100 mil millones de pesos, dinero que representará pérdidas; aunado a los riesgos para la inversión extranjera.

Lamento citar que esa cifra hoy es cuestionada porque la SCT a pesar de escándalos y corrupción traducidos en la pérdida de vidas en el Paso Exprés, llevó la obra con empresarios conocidos y beneficiados siempre durante el sexenio "peñista", sólo la corrupción puede explicar la participación de grupo Higa o de Aldesa en el NAIM.

AMLO decidió meterse en un tema sin salida clara, cuando primero habló de corrupción y de sanciones para luego sepultar esa postura; entonces dijo que habilitar San Lucía sería más barato, pero en la misma boleta de la consulta pública, la primera desventaja expuesta en esa opción frente a Texcoco, era precisamente sus mayores costos.

¿Por qué sería mejor Santa Lucía cuando retrasará dos años la entrega y saldrá más caro que tener un aeropuerto nuevo, concentrando todos los vuelos en un lugar?

Andrés Manuel se adjudicó la pelea y deja muchas incógnitas en lo que representa su primera decisión de gobierno; ¿habrá estudiado tanto el escenario que nos intenta dejar claro un nuevo mensaje de mando? ¿Se trata del primer golpe de timón a los poderes fácticos?

En ese sentido su legitimidad es muy amplia, la popularidad sigue ascendiendo, según distintas casas encuestadoras; hoy parece invencible, la pregunta es ¿le alcanzará durante todo su sexenio?

Desde hace casi cuatro meses conocimos un resultado contundente, Andrés Manuel López Obrador, se convertiría en el Presidente de México; hubo gran ánimo, la gente votó y más del 53% le dieron el triunfo.

Pero parecieran gustarle los casos complicados, ha definido sus batallas, por más innecesarias e infructíferas que parezcan, para él son momentos clave, colocándolo en las primeras planas y como el único tema a tratar para la “comentocracia”.

Así, en algún evento de campaña de entre los más de 2 mil municipios que visitó, habló de una “amnistía”, de inmediato y a pesar de no contar si quiera con la imagen del momento, salvo un audio en mala calidad, todos los medios de comunicación retomaron el hecho; y él, no reculó, al contrario, tal asunto fue escalando sin que alguien de su equipo pudiera realmente explicar sus alcances.

Luego fue el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, cuyas cifras de inversión son escandalosas, la rendición de cuentas muy cuestionable y ¿cómo no? Si se trata de la obra cumbre del gobierno de Peña Nieto, el más tachado por corrupción y el más desacreditado en la historia del país (eso no podemos olvidarlo), sin embargo el asunto dejó de ser la falta de transparencia para convertirse sólo en la posibilidad de cumplir o no las promesas de campaña; ahí una vez más se enganchó en una complicada decisión.

El discurso de Obrador dejó de ser inquisidor, pues insistir en investigar los contratos también se contrapone a su república del amor donde el perdón es lo más importante.

La consulta hecha por cuatro días fue una gran intención, el fondo era llevar las decisiones importantes a la población, eso significó un avance en un país donde a ningún gobernante le interesó nuestra opinión; muchos se jactan de hablar de las consultas en un marco legal, pero este fue hecho convenientemente para que ninguna fuera aprobada o ¿acaso olvidamos los intentos por llevar a consulta la reforma energética? La Corte no avaló ningún ejercicio y todas las reformas se hicieron sin importar el pensamiento del pueblo. El problema de la consulta es que la forma fue ineficiente.

Ahora bien, el resultado arrojó ganador al “proyecto” de San Lucía, algo totalmente incierto, incluso al anunciarlo no pudo sino decirse que ganó “la posibilidad de estudiar” esa propuesta.

Hay muchas consecuencias, de acuerdo a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la inversión en Texcoco supera los 100 mil millones de pesos, dinero que representará pérdidas; aunado a los riesgos para la inversión extranjera.

Lamento citar que esa cifra hoy es cuestionada porque la SCT a pesar de escándalos y corrupción traducidos en la pérdida de vidas en el Paso Exprés, llevó la obra con empresarios conocidos y beneficiados siempre durante el sexenio "peñista", sólo la corrupción puede explicar la participación de grupo Higa o de Aldesa en el NAIM.

AMLO decidió meterse en un tema sin salida clara, cuando primero habló de corrupción y de sanciones para luego sepultar esa postura; entonces dijo que habilitar San Lucía sería más barato, pero en la misma boleta de la consulta pública, la primera desventaja expuesta en esa opción frente a Texcoco, era precisamente sus mayores costos.

¿Por qué sería mejor Santa Lucía cuando retrasará dos años la entrega y saldrá más caro que tener un aeropuerto nuevo, concentrando todos los vuelos en un lugar?

Andrés Manuel se adjudicó la pelea y deja muchas incógnitas en lo que representa su primera decisión de gobierno; ¿habrá estudiado tanto el escenario que nos intenta dejar claro un nuevo mensaje de mando? ¿Se trata del primer golpe de timón a los poderes fácticos?

En ese sentido su legitimidad es muy amplia, la popularidad sigue ascendiendo, según distintas casas encuestadoras; hoy parece invencible, la pregunta es ¿le alcanzará durante todo su sexenio?

ÚLTIMASCOLUMNAS