/ martes 28 de septiembre de 2021

AMLO en la Arena Teques

La serie de pendientes que el gobierno federal mantiene en la región oriente de Morelos (termoeléctrica, apoyos al campo, inseguridad, etcétera), ha provocado que las visitas del presidente López Obrador eviten la zona como una forma de sortear las protestas de grupos específicos. Cuidar la investidura presidencial parece validar el traslado de un sitio a otro incluso celebraciones que revisten un carácter simbólico también por su ubicación geográfica.

La gran gesta de José María Morelos y Pavón, cuyo natalicio se celebra mañana, fue el Sitio de Cuautla, resistencia fundamental en la lucha de independencia. Por ello, Cuautla se ha apropiado, a lo mejor con justicia, de la figura del generalísimo y la celebración de su nacimiento es una fiesta mayor en la región oriente que en el resto del estado. La tradición era que el presidente de la República, o altos funcionarios federales (según estuviera la relación entre los gobiernos estatal y federal), acudieran a los festejos y encabezaran diversas ceremonias cívicas para conmemorar la fecha.

El traslado de la ceremonia a Jojutla resultaba previsible dadas las condiciones políticas actuales y la proclividad de la actual administración federal a reubicar las giras presidenciales. Hasta ahí, todo parecería ir bien. En todo caso, el problema mayor, y conste que hablamos de símbolos, es que la Presidencia determinó que la ceremonia oficial en honor al prócer sería en la Arena Teques, un espacio de más de 102 mil metros cuadrados que la actual administración de Morelos identifica casi como la catedral de la corrupción.

Inaugurado en el 2015 por Graco Ramírez, el espacio recibió conciertos de Sting, Emmanuel y Mijares, Plácido Domingo Timbiriche, Maluma y presentaciones en festivales de Amigos Invisibles, Fobia, Donald Cumming, entre otros. Pero resulta que, unos años después, la administración de Cuauhtémoc Blanco documentó presuntos desvíos de recursos y pagos a sobreprecio en por lo menos dos de esos conciertos por cantidades que sumarían 100 millones de pesos.

Podrían identificarse por lo menos cinco grandes obras de la administración anterior que remiten inmediatamente al ex gobernador. La remodelación del estadio Coruco Díaz, el Centro Cultural Teopanzolco, el Museo Juan Soriano, el actual Palacio Legislativo y la Arena Teques. En cada una de ellas, su sucesor ha hecho señalamientos de corrupción, aunque aparentemente sólo en el caso de la Arena se han judicializado. Curioso que una administración federal que ha hecho del combate a la corrupción el leitmotiv de su discurso, haya escogido justamente la Arena Teques como sede de la ceremonia cívica con que cerrará el mes patrio en el bicentenario de la consumación de la independencia. En defensa podría decirse que no es fácil encontrar otro sitio con las facilidades logísticas que ofrece el ubicado en el Lago de Tequesquitengo y que ahora, a lo mejor por simbolismo, se mantiene subutilizado. O probablemente, desde una perspectiva práctica, se asuma que esas grandes obras del ahora oscurísimo período de Graco Ramírez, ya están ahí y sería un desperdicio abandonarlas del todo. Los símbolos suelen usarse sólo cuando resulta conveniente al discurso oficial.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La serie de pendientes que el gobierno federal mantiene en la región oriente de Morelos (termoeléctrica, apoyos al campo, inseguridad, etcétera), ha provocado que las visitas del presidente López Obrador eviten la zona como una forma de sortear las protestas de grupos específicos. Cuidar la investidura presidencial parece validar el traslado de un sitio a otro incluso celebraciones que revisten un carácter simbólico también por su ubicación geográfica.

La gran gesta de José María Morelos y Pavón, cuyo natalicio se celebra mañana, fue el Sitio de Cuautla, resistencia fundamental en la lucha de independencia. Por ello, Cuautla se ha apropiado, a lo mejor con justicia, de la figura del generalísimo y la celebración de su nacimiento es una fiesta mayor en la región oriente que en el resto del estado. La tradición era que el presidente de la República, o altos funcionarios federales (según estuviera la relación entre los gobiernos estatal y federal), acudieran a los festejos y encabezaran diversas ceremonias cívicas para conmemorar la fecha.

El traslado de la ceremonia a Jojutla resultaba previsible dadas las condiciones políticas actuales y la proclividad de la actual administración federal a reubicar las giras presidenciales. Hasta ahí, todo parecería ir bien. En todo caso, el problema mayor, y conste que hablamos de símbolos, es que la Presidencia determinó que la ceremonia oficial en honor al prócer sería en la Arena Teques, un espacio de más de 102 mil metros cuadrados que la actual administración de Morelos identifica casi como la catedral de la corrupción.

Inaugurado en el 2015 por Graco Ramírez, el espacio recibió conciertos de Sting, Emmanuel y Mijares, Plácido Domingo Timbiriche, Maluma y presentaciones en festivales de Amigos Invisibles, Fobia, Donald Cumming, entre otros. Pero resulta que, unos años después, la administración de Cuauhtémoc Blanco documentó presuntos desvíos de recursos y pagos a sobreprecio en por lo menos dos de esos conciertos por cantidades que sumarían 100 millones de pesos.

Podrían identificarse por lo menos cinco grandes obras de la administración anterior que remiten inmediatamente al ex gobernador. La remodelación del estadio Coruco Díaz, el Centro Cultural Teopanzolco, el Museo Juan Soriano, el actual Palacio Legislativo y la Arena Teques. En cada una de ellas, su sucesor ha hecho señalamientos de corrupción, aunque aparentemente sólo en el caso de la Arena se han judicializado. Curioso que una administración federal que ha hecho del combate a la corrupción el leitmotiv de su discurso, haya escogido justamente la Arena Teques como sede de la ceremonia cívica con que cerrará el mes patrio en el bicentenario de la consumación de la independencia. En defensa podría decirse que no es fácil encontrar otro sitio con las facilidades logísticas que ofrece el ubicado en el Lago de Tequesquitengo y que ahora, a lo mejor por simbolismo, se mantiene subutilizado. O probablemente, desde una perspectiva práctica, se asuma que esas grandes obras del ahora oscurísimo período de Graco Ramírez, ya están ahí y sería un desperdicio abandonarlas del todo. Los símbolos suelen usarse sólo cuando resulta conveniente al discurso oficial.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx