/ lunes 27 de septiembre de 2021

Al perder la batalla y la vida, ganaron la gloria

Fíjense queridos lectores que de todas las felicitaciones que recibió el gobierno de México por el 200 Aniversario de la Consumación de nuestra Independencia, la que más disfruté fue la del presidente de Irlanda, Michael D. Higgins.

El mandatario, con 80 años de edad y en perfecto español nos dio cátedra con la voz plena de emoción de los lazos de amistad que unen a su país con México, “que se remontan al siglo XVII -dijo Higgins-, cuando México aún era parte de la Nueva España.

En ese entonces, -continuó- un irlandés soñó con liberar a México para abolir la esclavitud, se trataba de Guillén de Lampart”. Al escuchar el nombre, puse pausa, investigué y sí, Lampart, de origen noble y católico, fue un soldado y poeta irlandés, aventurero y trotamundos, que viajó a la Nueva España y dos años después de llegar, viendo el grado de opresión en que tenían a las clases más vulnerables, se propone ayudarlos y verán amigos, que novelesca historia.

Lampart que se había integrado al séquito del muy noble Virrey Diego López Pacheco, Grande de España, en 1640, audaz como era, falsifica documentos y se hace pasar por un hijo natural del rey Felipe III de España con el fin de usurpar el puesto del Virrey y cumplir con su misión liberadora a favor de indios, negros y mestizos.

Lo descubren, lo enjuicia la Inquisición y es encarcelado ocho años. Se escapa y luego de un tiempo vuelve a ser aprehendido, lo condenan a 9 años, vuelve a huir y al escapar de nuevo lanza su famosa proclama contra España y es condenado a morir en la hoguera.

En reconocimiento a esa proclama independista es conocido como el extranjero que intentó liberar a México de la esclavitud y su estatua se encuentra en el Mausoleo de la Columna ó Ángel de la Independencia que se encuentra en la glorieta principal del Paseo de la Reforma en la CDMX y la placa a los pies de la estatua, dice: Guillén de Lampart, precursor de la Independencia de México. “Lo que para mí, dijo Higgins, es un gran orgullo. Años después, -continuó el presidente de Irlanda en su felicitación-, don Juan O Donojú O´Ryan, (Sevilla 1762, Ciudad de México 1821), militar y gobernador español de ascendencia irlandesa por ambos padres, siendo el último Jefe político superior de la provincia de Nueva España, firmó los Tratados de Córdoba, con don Agustín de Iturbide que era Comandante del Ejército Trigarante, el 24 de agosto de 1821 en los que se acuerda la Independencia de México y la retirada de las tropas españolas de la capital del país.”

Aunque eso le costó la vida a O´Donojú, murió dos meses después diagnosticado de pleuresía en la Ciudad de México, se dijo entonces que murió envenenado. Fue sepultado con honores de Virrey en la Catedral de México. “Y muchos más irlandeses -escucho de nuevo a Higgins- abrazaron la causa de México, los más notables, John Riley y el Batallón de San Patricio”. Vuelvo a poner pausa y describo que la gota que derramó el agua con los irlandeses fue por causas religiosas, todos ellos crecieron en hogares católicos y eran discriminados por los militares protestantes.

Desertaron y formaron una unidad militar compuesta de varios cientos de inmigrantes europeos, principalmente irlandeses que lucharon en el ejército mexicano de 1846 a 1848 en la llamada intervención estadounidense en México y aunque finalmente todos sucumbieron, alcanzaron la gloria.

“Pero los lazos que desde entonces se crearon entre ambas patrias: Irlanda y México, se fortalecieron a partir de 1847. Ya unidos participaron en las batallas en Monterrey, Angostura, Cerro Gordo, Padierna y Churubusco, entre otras. Dirigidos por John Riley (1805-|850) por lo que los lazos históricos y de amistad que unen a nuestras naciones son indisolubles” y resaltó Higgins, que México es conocido en el mundo por su extraordinario patrimonio.

Me siento muy honrado de formar parte de la celebración a 700 años de la fundación de su ciudad, 500 años de la llegada de los españoles, 200 años desde la consumación de la independencia y los diez años del final de la guerra civil. Nuestra historia compartida une a nuestros pueblos, nuestras dos naciones tienen mucho en común”.

Y aunque todos murieron, “su defensa de México motivó que desde el año 2006, el nombre del Batallón de San Patricio está inscrito con Letras de Oro en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados, únicos extranjeros con ese honor.

Los descendientes de estos migrantes se encuentran aquí contribuyendo en la vida de México y a las celebraciones cada año a los soldados de San Patricio”, finaliza el presidente y yo con él exclamo: ¡Viva Higgins! ¡Viva Irlanda! y ¡VIVA MÉXICO! Y hasta el próximo lunes queridos lectores.

Fíjense queridos lectores que de todas las felicitaciones que recibió el gobierno de México por el 200 Aniversario de la Consumación de nuestra Independencia, la que más disfruté fue la del presidente de Irlanda, Michael D. Higgins.

El mandatario, con 80 años de edad y en perfecto español nos dio cátedra con la voz plena de emoción de los lazos de amistad que unen a su país con México, “que se remontan al siglo XVII -dijo Higgins-, cuando México aún era parte de la Nueva España.

En ese entonces, -continuó- un irlandés soñó con liberar a México para abolir la esclavitud, se trataba de Guillén de Lampart”. Al escuchar el nombre, puse pausa, investigué y sí, Lampart, de origen noble y católico, fue un soldado y poeta irlandés, aventurero y trotamundos, que viajó a la Nueva España y dos años después de llegar, viendo el grado de opresión en que tenían a las clases más vulnerables, se propone ayudarlos y verán amigos, que novelesca historia.

Lampart que se había integrado al séquito del muy noble Virrey Diego López Pacheco, Grande de España, en 1640, audaz como era, falsifica documentos y se hace pasar por un hijo natural del rey Felipe III de España con el fin de usurpar el puesto del Virrey y cumplir con su misión liberadora a favor de indios, negros y mestizos.

Lo descubren, lo enjuicia la Inquisición y es encarcelado ocho años. Se escapa y luego de un tiempo vuelve a ser aprehendido, lo condenan a 9 años, vuelve a huir y al escapar de nuevo lanza su famosa proclama contra España y es condenado a morir en la hoguera.

En reconocimiento a esa proclama independista es conocido como el extranjero que intentó liberar a México de la esclavitud y su estatua se encuentra en el Mausoleo de la Columna ó Ángel de la Independencia que se encuentra en la glorieta principal del Paseo de la Reforma en la CDMX y la placa a los pies de la estatua, dice: Guillén de Lampart, precursor de la Independencia de México. “Lo que para mí, dijo Higgins, es un gran orgullo. Años después, -continuó el presidente de Irlanda en su felicitación-, don Juan O Donojú O´Ryan, (Sevilla 1762, Ciudad de México 1821), militar y gobernador español de ascendencia irlandesa por ambos padres, siendo el último Jefe político superior de la provincia de Nueva España, firmó los Tratados de Córdoba, con don Agustín de Iturbide que era Comandante del Ejército Trigarante, el 24 de agosto de 1821 en los que se acuerda la Independencia de México y la retirada de las tropas españolas de la capital del país.”

Aunque eso le costó la vida a O´Donojú, murió dos meses después diagnosticado de pleuresía en la Ciudad de México, se dijo entonces que murió envenenado. Fue sepultado con honores de Virrey en la Catedral de México. “Y muchos más irlandeses -escucho de nuevo a Higgins- abrazaron la causa de México, los más notables, John Riley y el Batallón de San Patricio”. Vuelvo a poner pausa y describo que la gota que derramó el agua con los irlandeses fue por causas religiosas, todos ellos crecieron en hogares católicos y eran discriminados por los militares protestantes.

Desertaron y formaron una unidad militar compuesta de varios cientos de inmigrantes europeos, principalmente irlandeses que lucharon en el ejército mexicano de 1846 a 1848 en la llamada intervención estadounidense en México y aunque finalmente todos sucumbieron, alcanzaron la gloria.

“Pero los lazos que desde entonces se crearon entre ambas patrias: Irlanda y México, se fortalecieron a partir de 1847. Ya unidos participaron en las batallas en Monterrey, Angostura, Cerro Gordo, Padierna y Churubusco, entre otras. Dirigidos por John Riley (1805-|850) por lo que los lazos históricos y de amistad que unen a nuestras naciones son indisolubles” y resaltó Higgins, que México es conocido en el mundo por su extraordinario patrimonio.

Me siento muy honrado de formar parte de la celebración a 700 años de la fundación de su ciudad, 500 años de la llegada de los españoles, 200 años desde la consumación de la independencia y los diez años del final de la guerra civil. Nuestra historia compartida une a nuestros pueblos, nuestras dos naciones tienen mucho en común”.

Y aunque todos murieron, “su defensa de México motivó que desde el año 2006, el nombre del Batallón de San Patricio está inscrito con Letras de Oro en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados, únicos extranjeros con ese honor.

Los descendientes de estos migrantes se encuentran aquí contribuyendo en la vida de México y a las celebraciones cada año a los soldados de San Patricio”, finaliza el presidente y yo con él exclamo: ¡Viva Higgins! ¡Viva Irlanda! y ¡VIVA MÉXICO! Y hasta el próximo lunes queridos lectores.