/ jueves 24 de marzo de 2022

Aguas subterráneas: realidades y mitos

El agua es una sola, recorre el cuerpo humano y la de todos los demás seres vivos y es la misma que luego, puede estar en el suelo, en la atmósfera, en ríos, lagos, mares, océanos, o en el interior de nuestro planeta, ya sea en la parte superior de la corteza, entre los poros y fracturas de las rocas, o a lo largo de todo el interior del subsuelo, muchas veces formando parte de magmas líquidos precursores de las rocas o incluso integrando los minerales de roca en sí mismos.

Dentro de las consideradas “aguas dulces” aprovechables para el hombre, las aguas subterráneas corresponden a un porcentaje entre el 97 y el 98% de toda el agua dulce líquida disponible en el planeta, es decir, excluyendo las masas polares y los glaciares, pero incluyendo todos los grandes lagos de agua dulce y ríos del planeta.

La interconexión permanente entre el agua en su conjunto dentro del llamado "Ciclo Hidrológico" hace que las gotas de agua que hoy pueden considerarse subterráneas, mañana estarán fluyendo en un río, luego desembocando en el océano, en los días siguientes estará en la atmósfera, precipitándose dos días después sobre un continente, integra un ser vivo días después, y que, por transpiración o muerte de ese ser, por ejemplo, vuelve nuevamente a la atmósfera o al suelo para seguir cualquier otro ritmo de su ciclo.

Sin embargo, por encontrarse bajo tierra, el agua subterránea es un recurso casi “invisible”, debido a la gran dificultad que tienen los “no especialistas” para evaluarla y predecir su comportamiento.

Por otra parte, debemos considerar que existen una serie de situaciones en el mundo que configuran cambios en los regímenes hídricos de lagos, ríos y niveles freáticos que muestran que las consecuencias ambientales de estos cambios pueden ser, en su dimensión total, sumamente dañinas, tanto para la vida de las comunidades que dependen de estos recursos, como de los ecosistemas que dependen de ellos, incluyendo plantas y animales, es decir, ecosistemas que a veces son únicos o raros en todo el mundo.

Otra afectación de los recursos hídricos puede ser la contaminación, con consecuencias igualmente dañinas para todos los seres vivos y ecosistemas, incluido el hombre; hablamos de actividades u omisiones propias de la intervención humana, que resultan en desastres ambientales relacionados con el agua.

México es quizás el país del mundo con mayores problemas de exploración y aguas subterráneas vinculados tanto a problemas de hundimiento como a problemas de salinización en las zonas costeras.

Utilizado principalmente para la agricultura en los valles intramontañosos, elevaciones que en su mayoría son de origen volcánico, es también en estos valles, principalmente en el centro de México, donde se encuentran algunas de las ciudades mexicanas más importantes.

Grandes centros urbanos como la Ciudad de México, Toluca o Querétaro, sufren el descenso del nivel freático en las formaciones aluviales de los valles donde caen, lo que provoca fuertes hundimientos en los terrenos bajo las ciudades. Este hundimiento es un fenómeno de descenso del nivel del suelo provocado principalmente por el drenaje de aguas subterráneas de capas arcillosas intercaladas en los acuíferos, lo que conduce a la reducción de su espesor bajo el peso de los sedimentos suprayacentes y de las construcciones urbanas sobre el terreno.

De particular importancia para todos los seres vivos es la interacción entre las llamadas aguas subterráneas y superficiales (la misma agua, pero de dos formas de apreciarla) y un extraordinario mecanismo de purificación del agua que conduce al agua evaporada del mayor tipo de reservorio en el mundo, sus océanos, para cambiar de salado a dulce a través del proceso de evaporación.

Este proceso hace que en los continentes, los seres vivos estén mucho más diversificados, y muchos ciertamente no existirían si no se produjera este proceso de “desalinización natural”.

Son conocidos los problemas de hundimiento en la zona de la Catedral de la Ciudad de México, con inclinación de estructuras, fracturas de edificaciones, etc., pero en general muchas partes más sensibles de esta ciudad se ven afectadas por este fenómeno, lo que genera gran dificultad en el mantenimiento de las redes de abastecimiento de agua y alcantarillado, además de todas las demás estructuras subterráneas, debido a los movimientos subterráneos permanentes.

En la Ciudad de México, las ondulaciones del terreno provocadas por estos movimientos del subsuelo inducidos por las extracciones de agua subterránea son visibles incluso en las vías, y se encuentran edificaciones fracturadas y/o inclinadas.

El descenso del nivel freático bajo algunas zonas de estas ciudades ya es del orden de decenas de metros, alcanzando el descenso de la superficie del suelo, en las zonas más afectadas, cerca de 10 m desde la construcción de la moderna ciudad de México, en el siglo XVI.

El reto es generar una gestión de sistemas basados en aguas subterráneas, considerando que más del 97-98% de toda el agua dulce líquida de la Tierra se encuentra en los acuíferos. Estos suministran la mitad de toda el agua potable y más del 40% de todas las áreas irrigadas en el planeta. El agua subterránea es un amortiguador crucial en áreas con escasez de agua, ya que es mucho más resistente que el agua superficial, tanto en términos de cantidad como de calidad.

La extracción total de agua subterránea en el mundo, estimada en 2020, es de aproximadamente 1.4 millones de m3 por año: 67% para riego; 22% para uso doméstico; y, 11% para usos industriales.

La sostenibilidad de la gestión de los sistemas de uso diverso basados total o parcialmente en las aguas subterráneas, debe tener en cuenta factores externos tales como: qué uso tendrá el agua, necesidades de agua, el período de uso, necesidades de vanguardia, calidad del agua.

Los factores internos del acuífero: el tipo de acuífero (roca, meteorización, fracturamiento, etc.), capacidad productiva del acuífero, capacidad de recarga del acuífero; otros factores geológicos e hidrológicos: precipitaciones, calidad del agua de infiltración, conexión con otras fuentes de recarga, conexión con otros acuíferos. Y, finalmente, otros factores antropogénicos como la contaminación, sobreexplotación y recarga artificial.

Las amenazas actuales para las aguas subterráneas son la disminución del almacenamiento; el deterioro de la calidad debido al aumento de la explotación y las actividades humanas; la falta de información y la gobernanza inadecuada de los sistemas.

Una de las principales prioridades es el tema relacionado con los acuíferos transestatales y/o transmunicipales. La legislación sobre los mismos se encuentra aún en diseño y es fundamental para que la gestión de los acuíferos compartidos pueda realizarse sin perjuicio de las partes interesadas.

En 2013, se elaboró un proyecto con miras a lograr una Visión para el Mundo al 2030, en el que cada país tomaría acciones adecuadas y efectivas para gestionar sus aguas subterráneas, de manera que con el fin de lograr los objetivos globales de desarrollo social y económico, y evitar la degradación irreversible de los recursos de aguas subterráneas y los sistemas acuíferos.

Se definieron las metas a alcanzar en 2030 de manera que exista un marco normativo e institucional legal apropiado e implementado para las aguas subterráneas que establezca la supervisión pública y la responsabilidad colectiva, la participación continua de las partes interesadas y la integración beneficiosa con otros sectores, incluidos otros usos del espacio subterráneo y sus recursos.

Todos los acuíferos principales se gestionaran adecuadamente, con la información y el conocimiento resultantes compartidos, utilizando técnicas de comunicación actualizadas. Para entonces se deberá contar con planes de manejo elaborados e implementados para los acuíferos prioritarios.

Las agencias locales, regionales, nacionales e internacionales de gestión de aguas subterráneas estarán adecuadamente financiadas y sus tareas principales de desarrollo de capacidades, monitoreo de recursos y calidad y promoción de la gestión de la demanda, junto con medidas del lado de la oferta, estarán aseguradas.

Se contará entonces con programas de inversión e incentivos para la sustentabilidad, uso eficiente del agua y adecuada protección de los sistemas acuíferos. No nos queda entonces más que aportar con un uso racional y responsable de este recurso y rogar porque estas medidas se vayan implementando y no se cumpla la sentencia de la famosa película de 1973 dirigida por Richard Fleischer “cuando el destino nos alcance”.


El agua es una sola, recorre el cuerpo humano y la de todos los demás seres vivos y es la misma que luego, puede estar en el suelo, en la atmósfera, en ríos, lagos, mares, océanos, o en el interior de nuestro planeta, ya sea en la parte superior de la corteza, entre los poros y fracturas de las rocas, o a lo largo de todo el interior del subsuelo, muchas veces formando parte de magmas líquidos precursores de las rocas o incluso integrando los minerales de roca en sí mismos.

Dentro de las consideradas “aguas dulces” aprovechables para el hombre, las aguas subterráneas corresponden a un porcentaje entre el 97 y el 98% de toda el agua dulce líquida disponible en el planeta, es decir, excluyendo las masas polares y los glaciares, pero incluyendo todos los grandes lagos de agua dulce y ríos del planeta.

La interconexión permanente entre el agua en su conjunto dentro del llamado "Ciclo Hidrológico" hace que las gotas de agua que hoy pueden considerarse subterráneas, mañana estarán fluyendo en un río, luego desembocando en el océano, en los días siguientes estará en la atmósfera, precipitándose dos días después sobre un continente, integra un ser vivo días después, y que, por transpiración o muerte de ese ser, por ejemplo, vuelve nuevamente a la atmósfera o al suelo para seguir cualquier otro ritmo de su ciclo.

Sin embargo, por encontrarse bajo tierra, el agua subterránea es un recurso casi “invisible”, debido a la gran dificultad que tienen los “no especialistas” para evaluarla y predecir su comportamiento.

Por otra parte, debemos considerar que existen una serie de situaciones en el mundo que configuran cambios en los regímenes hídricos de lagos, ríos y niveles freáticos que muestran que las consecuencias ambientales de estos cambios pueden ser, en su dimensión total, sumamente dañinas, tanto para la vida de las comunidades que dependen de estos recursos, como de los ecosistemas que dependen de ellos, incluyendo plantas y animales, es decir, ecosistemas que a veces son únicos o raros en todo el mundo.

Otra afectación de los recursos hídricos puede ser la contaminación, con consecuencias igualmente dañinas para todos los seres vivos y ecosistemas, incluido el hombre; hablamos de actividades u omisiones propias de la intervención humana, que resultan en desastres ambientales relacionados con el agua.

México es quizás el país del mundo con mayores problemas de exploración y aguas subterráneas vinculados tanto a problemas de hundimiento como a problemas de salinización en las zonas costeras.

Utilizado principalmente para la agricultura en los valles intramontañosos, elevaciones que en su mayoría son de origen volcánico, es también en estos valles, principalmente en el centro de México, donde se encuentran algunas de las ciudades mexicanas más importantes.

Grandes centros urbanos como la Ciudad de México, Toluca o Querétaro, sufren el descenso del nivel freático en las formaciones aluviales de los valles donde caen, lo que provoca fuertes hundimientos en los terrenos bajo las ciudades. Este hundimiento es un fenómeno de descenso del nivel del suelo provocado principalmente por el drenaje de aguas subterráneas de capas arcillosas intercaladas en los acuíferos, lo que conduce a la reducción de su espesor bajo el peso de los sedimentos suprayacentes y de las construcciones urbanas sobre el terreno.

De particular importancia para todos los seres vivos es la interacción entre las llamadas aguas subterráneas y superficiales (la misma agua, pero de dos formas de apreciarla) y un extraordinario mecanismo de purificación del agua que conduce al agua evaporada del mayor tipo de reservorio en el mundo, sus océanos, para cambiar de salado a dulce a través del proceso de evaporación.

Este proceso hace que en los continentes, los seres vivos estén mucho más diversificados, y muchos ciertamente no existirían si no se produjera este proceso de “desalinización natural”.

Son conocidos los problemas de hundimiento en la zona de la Catedral de la Ciudad de México, con inclinación de estructuras, fracturas de edificaciones, etc., pero en general muchas partes más sensibles de esta ciudad se ven afectadas por este fenómeno, lo que genera gran dificultad en el mantenimiento de las redes de abastecimiento de agua y alcantarillado, además de todas las demás estructuras subterráneas, debido a los movimientos subterráneos permanentes.

En la Ciudad de México, las ondulaciones del terreno provocadas por estos movimientos del subsuelo inducidos por las extracciones de agua subterránea son visibles incluso en las vías, y se encuentran edificaciones fracturadas y/o inclinadas.

El descenso del nivel freático bajo algunas zonas de estas ciudades ya es del orden de decenas de metros, alcanzando el descenso de la superficie del suelo, en las zonas más afectadas, cerca de 10 m desde la construcción de la moderna ciudad de México, en el siglo XVI.

El reto es generar una gestión de sistemas basados en aguas subterráneas, considerando que más del 97-98% de toda el agua dulce líquida de la Tierra se encuentra en los acuíferos. Estos suministran la mitad de toda el agua potable y más del 40% de todas las áreas irrigadas en el planeta. El agua subterránea es un amortiguador crucial en áreas con escasez de agua, ya que es mucho más resistente que el agua superficial, tanto en términos de cantidad como de calidad.

La extracción total de agua subterránea en el mundo, estimada en 2020, es de aproximadamente 1.4 millones de m3 por año: 67% para riego; 22% para uso doméstico; y, 11% para usos industriales.

La sostenibilidad de la gestión de los sistemas de uso diverso basados total o parcialmente en las aguas subterráneas, debe tener en cuenta factores externos tales como: qué uso tendrá el agua, necesidades de agua, el período de uso, necesidades de vanguardia, calidad del agua.

Los factores internos del acuífero: el tipo de acuífero (roca, meteorización, fracturamiento, etc.), capacidad productiva del acuífero, capacidad de recarga del acuífero; otros factores geológicos e hidrológicos: precipitaciones, calidad del agua de infiltración, conexión con otras fuentes de recarga, conexión con otros acuíferos. Y, finalmente, otros factores antropogénicos como la contaminación, sobreexplotación y recarga artificial.

Las amenazas actuales para las aguas subterráneas son la disminución del almacenamiento; el deterioro de la calidad debido al aumento de la explotación y las actividades humanas; la falta de información y la gobernanza inadecuada de los sistemas.

Una de las principales prioridades es el tema relacionado con los acuíferos transestatales y/o transmunicipales. La legislación sobre los mismos se encuentra aún en diseño y es fundamental para que la gestión de los acuíferos compartidos pueda realizarse sin perjuicio de las partes interesadas.

En 2013, se elaboró un proyecto con miras a lograr una Visión para el Mundo al 2030, en el que cada país tomaría acciones adecuadas y efectivas para gestionar sus aguas subterráneas, de manera que con el fin de lograr los objetivos globales de desarrollo social y económico, y evitar la degradación irreversible de los recursos de aguas subterráneas y los sistemas acuíferos.

Se definieron las metas a alcanzar en 2030 de manera que exista un marco normativo e institucional legal apropiado e implementado para las aguas subterráneas que establezca la supervisión pública y la responsabilidad colectiva, la participación continua de las partes interesadas y la integración beneficiosa con otros sectores, incluidos otros usos del espacio subterráneo y sus recursos.

Todos los acuíferos principales se gestionaran adecuadamente, con la información y el conocimiento resultantes compartidos, utilizando técnicas de comunicación actualizadas. Para entonces se deberá contar con planes de manejo elaborados e implementados para los acuíferos prioritarios.

Las agencias locales, regionales, nacionales e internacionales de gestión de aguas subterráneas estarán adecuadamente financiadas y sus tareas principales de desarrollo de capacidades, monitoreo de recursos y calidad y promoción de la gestión de la demanda, junto con medidas del lado de la oferta, estarán aseguradas.

Se contará entonces con programas de inversión e incentivos para la sustentabilidad, uso eficiente del agua y adecuada protección de los sistemas acuíferos. No nos queda entonces más que aportar con un uso racional y responsable de este recurso y rogar porque estas medidas se vayan implementando y no se cumpla la sentencia de la famosa película de 1973 dirigida por Richard Fleischer “cuando el destino nos alcance”.