/ lunes 24 de enero de 2022

Adversarios buenos y malos

Dice el gobernador que no hay pelea con el alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui. En cambio, repite que “hay líderes y hay conflictos entre ellos… opositores que están en otros partidos que quieren que a este gobierno le vaya mal, pero no lo vamos a permitir” y con esa distinción, Cuauhtémoc Blanco hace una distinción entre sus opositores que divide a los buenos -por ejemplo, Urióstegui, con quien inauguró obras ayer en una colonia marginada de la capital del estado-; de los malos como los diputados del Congreso local que buscaron y finalmente lograron de rebote detener el proyecto presupuestal del gobierno del estado para 2022.

Y en esa distinción parece también ir el trato del gobernador, porque invitó al acto de inauguración de obras al alcalde de Cuernavaca (que fue postulado por PAN y PSD) y a su correligionaria y ex colaboradora y ahora presunta colaboracionista, Mirna Zavala, diputada de su propio partido; pero evitó correr la atención a los dos diputados electos por mayoría en Cuernavaca, los panistas Andrea Gordillo y Ángel Adame que pertenecen, distingue el gobierno estatal a esos adversarios malos que no aprobaron el presupuesto y que se han mostrado como legisladores de oposición al Ejecutivo, ergo, los adversarios malos.

Mucho más barroco que aquél “se te cayó tu credencial del PRI”, que Graco le endilgó a un ciudadano que le reclamó, o que los desplantes en que los gobernadores panistas acusaban a sus opositores de izquierdosos o de plano amarillos, el esbozo de Cuauhtémoc Blanco ubica al mandatario que dice no ser político en la misma línea de pensamiento que tuvieron sus opositores respecto de las oposiciones que enfrentaron, bastante descafeinadas si se comparan con las de finales del siglo pasado, por cierto. Una clasificación peligrosa en tanto agrupa lo que no es agrupable y limita la posibilidad de diálogo a ejercicios de subordinación o sólo a aquellos temas en que las opiniones confluyen fácilmente. En el tema de dotar de servicios públicos a quienes carecen de ellos, difícilmente hay oposición, pero cuando nos referimos a la estrategia de seguridad pública, el distanciamiento suele ser enorme.

Es decir, la clasificación que los gobernadores hacen sobre sus adversarios no responde sino a convergencias ideológicas circunstanciales; si el opositor apoya al gobernador en algo (es decir, deja parcialmente de ser adversario), entonces es bienvenido. Pero en cuanto hay alguna diferencia, regresa a la oposición mala. El que sea una práctica común no resulta saludable, porque limita la capacidad de los gobernantes para construir soluciones que requieren de participación de alcaldes, diputados o funcionarios federales, y cuya falta lesiona directamente a uno o varios sectores de la sociedad, como el desarrollo económico o la seguridad pública.

Uno de los señalados como adversarios malos por el Ejecutivo durante la primera parte de su administración, es Rabindranath Salazar, quien desde oficina en la Secretaría de Gobernación tiene a cargo “la prevención social del delito y la reconstrucción del tejido social, claves para la pacificación del país y la preservación de la seguridad”, según un tweet que publicó ayer desde Querétaro.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Dice el gobernador que no hay pelea con el alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui. En cambio, repite que “hay líderes y hay conflictos entre ellos… opositores que están en otros partidos que quieren que a este gobierno le vaya mal, pero no lo vamos a permitir” y con esa distinción, Cuauhtémoc Blanco hace una distinción entre sus opositores que divide a los buenos -por ejemplo, Urióstegui, con quien inauguró obras ayer en una colonia marginada de la capital del estado-; de los malos como los diputados del Congreso local que buscaron y finalmente lograron de rebote detener el proyecto presupuestal del gobierno del estado para 2022.

Y en esa distinción parece también ir el trato del gobernador, porque invitó al acto de inauguración de obras al alcalde de Cuernavaca (que fue postulado por PAN y PSD) y a su correligionaria y ex colaboradora y ahora presunta colaboracionista, Mirna Zavala, diputada de su propio partido; pero evitó correr la atención a los dos diputados electos por mayoría en Cuernavaca, los panistas Andrea Gordillo y Ángel Adame que pertenecen, distingue el gobierno estatal a esos adversarios malos que no aprobaron el presupuesto y que se han mostrado como legisladores de oposición al Ejecutivo, ergo, los adversarios malos.

Mucho más barroco que aquél “se te cayó tu credencial del PRI”, que Graco le endilgó a un ciudadano que le reclamó, o que los desplantes en que los gobernadores panistas acusaban a sus opositores de izquierdosos o de plano amarillos, el esbozo de Cuauhtémoc Blanco ubica al mandatario que dice no ser político en la misma línea de pensamiento que tuvieron sus opositores respecto de las oposiciones que enfrentaron, bastante descafeinadas si se comparan con las de finales del siglo pasado, por cierto. Una clasificación peligrosa en tanto agrupa lo que no es agrupable y limita la posibilidad de diálogo a ejercicios de subordinación o sólo a aquellos temas en que las opiniones confluyen fácilmente. En el tema de dotar de servicios públicos a quienes carecen de ellos, difícilmente hay oposición, pero cuando nos referimos a la estrategia de seguridad pública, el distanciamiento suele ser enorme.

Es decir, la clasificación que los gobernadores hacen sobre sus adversarios no responde sino a convergencias ideológicas circunstanciales; si el opositor apoya al gobernador en algo (es decir, deja parcialmente de ser adversario), entonces es bienvenido. Pero en cuanto hay alguna diferencia, regresa a la oposición mala. El que sea una práctica común no resulta saludable, porque limita la capacidad de los gobernantes para construir soluciones que requieren de participación de alcaldes, diputados o funcionarios federales, y cuya falta lesiona directamente a uno o varios sectores de la sociedad, como el desarrollo económico o la seguridad pública.

Uno de los señalados como adversarios malos por el Ejecutivo durante la primera parte de su administración, es Rabindranath Salazar, quien desde oficina en la Secretaría de Gobernación tiene a cargo “la prevención social del delito y la reconstrucción del tejido social, claves para la pacificación del país y la preservación de la seguridad”, según un tweet que publicó ayer desde Querétaro.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx