/ martes 12 de abril de 2022

A pesar de todo y de todos

El día después de la revocatoria, las declaraciones y triunfalismos en todos los frentes no se hacen esperar, el partido en el poder presume más de 15 millones de votos a favor de la permanencia del Presidente, mientras el bloque opositor mira el vaso medio vacío y apunta que esa cifra es apenas la mitad lograda por Morena en 2018, ambos bandos intentan de forma desesperada comparar un inédito escenario con otras batallas libradas en distintas circunstancias y con diferente objetivo, craso error, no aprenden.

En la histórica jornada del domingo 10 de abril de 2022 no salimos a votar en unas elecciones tradicionales, no había candidatos en contienda y se trató exclusivamente de la importante decisión de permitir al titular del ejecutivo seguir en el poder o sencillamente correrlo, aunque siendo francos nunca se consideró ni remotamente la última opción como probable, 15.5 millones de personas acudieron por varias razones a las urnas, ya sea por integrarse a la fiesta democrática de un inédito acontecimiento o por simpatía hacia López Obrador o diversos motivos más, pero nadie lo hizo creyendo que estaba en peligro la continuidad del inquilino de Palacio Nacional.

Un 17 o 18% de participación no es lo ideal pero es lógico y hasta aceptable, para que la marea de ciudadanos rebase ese 40% de asistencia requerida que marcan nuestras leyes electorales se precisa una desaprobación y un reclamo generalizado, escenario que definitivamente no existe actualmente en nuestro país, todos lo sabemos. ¿Qué porcentaje de participación se habría alcanzado en un ejercicio similar en 2015? Con un Enrique Peña encerrado en su propia “casa blanca” y con una “verdad histórica” imposible de digerir ante la noche triste de Iguala, sin duda EPN habría sido echado a patadas de la residencia de los pinos, eso mide precisamente la revocatoria, el descontento y nunca la popularidad, pero eso no vende y por tal razón se habla de respaldo, unos dicen que ese apoyo permanece y otros que se ha diluido.

Tras la resaca del fin de fiesta es menester un cuestionamiento: ¿Quién gana y quién pierde? Gana la democracia (la real) eso es una realidad ineludible, ayer se estrenó en México una modalidad democrática que únicamente existe en 23 países y todo salió bien, el INE sin duda se fortalece pero no gracias al trabajo de un desmesurado Lorenzo Córdova, el órgano electoral gana confianza debido a la tranquilidad con la que se llevó a cabo el proceso y gracias a los dichos de Morena que involuntariamente dan una estrellita al Instituto cuando califican de exitosa la jornada, al consejero presidente se le debe calificar aparte porque él mismo se aleja del órgano que dirige cuando no puede separar de su manifiesta e impecable habilidad discursiva el odio profesado hacia López Obrador, seguramente lo veremos en alguna contienda por un puesto de elección popular en el futuro, contando con el capital político acumulado que esta rivalidad le va a procurar, un malestar me causó la noche del domingo escucharle a Córdova Vianello una mención de respeto y reconocimiento a las personas que decidieron abstenerse de participar, cierto es que el sufragio se trata de un derecho ciudadano y no de una obligación pero su tarea es precisamente promover y cuidar el voto, un organismo caro y un sueldo tan oneroso no son para aplaudir o “comprender” el abstencionismo, no resulta justo para los miles de mexicanos que murieron para que el derecho al voto se transformara en una realidad.

Otro ganador es AMLO, el ejercicio le sirve para medir el desempeño de sus gobernadores y secretarios, le da referencia sobre su voto duro y le fija objetivos para el apoyo flotante, en su mensaje nocturno enarboló el proceso como su logro, quizá habría obtenido más de no ser por su encono hacia INE pero el recuento no le resulta desfavorable.

Entre los perdedores definitivamente se encuentra el conocido amasijo de partidos opositores, siempre con un paso atrás de su adversario de Palacio, incapaces de capitalizar el descontento que aseguran existe, optaron por el vergonzoso despropósito de hacer un llamado a no acudir a manifestarse en las urnas aunque en ello se quedaran atascados en contrasentido, no entienden que no entienden.

La lista nominal es de 92,823,216 votantes, la participación de 17 de millones parece un hecho para comentar y llevar, tal vez bueno quizá malo pero resulta nimio ante el salto logrado en pos de la democracia, muchos voceros opinaran distinto, como si vieran diferentes escenarios, tal vez el punto más acertado sería el de Ramón de Campoamor “Y es que el mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.

Algo es cierto, a pesar de todo y de todos, México y la democracia ganaron, nunca más un Presidente sin limitaciones.

El día después de la revocatoria, las declaraciones y triunfalismos en todos los frentes no se hacen esperar, el partido en el poder presume más de 15 millones de votos a favor de la permanencia del Presidente, mientras el bloque opositor mira el vaso medio vacío y apunta que esa cifra es apenas la mitad lograda por Morena en 2018, ambos bandos intentan de forma desesperada comparar un inédito escenario con otras batallas libradas en distintas circunstancias y con diferente objetivo, craso error, no aprenden.

En la histórica jornada del domingo 10 de abril de 2022 no salimos a votar en unas elecciones tradicionales, no había candidatos en contienda y se trató exclusivamente de la importante decisión de permitir al titular del ejecutivo seguir en el poder o sencillamente correrlo, aunque siendo francos nunca se consideró ni remotamente la última opción como probable, 15.5 millones de personas acudieron por varias razones a las urnas, ya sea por integrarse a la fiesta democrática de un inédito acontecimiento o por simpatía hacia López Obrador o diversos motivos más, pero nadie lo hizo creyendo que estaba en peligro la continuidad del inquilino de Palacio Nacional.

Un 17 o 18% de participación no es lo ideal pero es lógico y hasta aceptable, para que la marea de ciudadanos rebase ese 40% de asistencia requerida que marcan nuestras leyes electorales se precisa una desaprobación y un reclamo generalizado, escenario que definitivamente no existe actualmente en nuestro país, todos lo sabemos. ¿Qué porcentaje de participación se habría alcanzado en un ejercicio similar en 2015? Con un Enrique Peña encerrado en su propia “casa blanca” y con una “verdad histórica” imposible de digerir ante la noche triste de Iguala, sin duda EPN habría sido echado a patadas de la residencia de los pinos, eso mide precisamente la revocatoria, el descontento y nunca la popularidad, pero eso no vende y por tal razón se habla de respaldo, unos dicen que ese apoyo permanece y otros que se ha diluido.

Tras la resaca del fin de fiesta es menester un cuestionamiento: ¿Quién gana y quién pierde? Gana la democracia (la real) eso es una realidad ineludible, ayer se estrenó en México una modalidad democrática que únicamente existe en 23 países y todo salió bien, el INE sin duda se fortalece pero no gracias al trabajo de un desmesurado Lorenzo Córdova, el órgano electoral gana confianza debido a la tranquilidad con la que se llevó a cabo el proceso y gracias a los dichos de Morena que involuntariamente dan una estrellita al Instituto cuando califican de exitosa la jornada, al consejero presidente se le debe calificar aparte porque él mismo se aleja del órgano que dirige cuando no puede separar de su manifiesta e impecable habilidad discursiva el odio profesado hacia López Obrador, seguramente lo veremos en alguna contienda por un puesto de elección popular en el futuro, contando con el capital político acumulado que esta rivalidad le va a procurar, un malestar me causó la noche del domingo escucharle a Córdova Vianello una mención de respeto y reconocimiento a las personas que decidieron abstenerse de participar, cierto es que el sufragio se trata de un derecho ciudadano y no de una obligación pero su tarea es precisamente promover y cuidar el voto, un organismo caro y un sueldo tan oneroso no son para aplaudir o “comprender” el abstencionismo, no resulta justo para los miles de mexicanos que murieron para que el derecho al voto se transformara en una realidad.

Otro ganador es AMLO, el ejercicio le sirve para medir el desempeño de sus gobernadores y secretarios, le da referencia sobre su voto duro y le fija objetivos para el apoyo flotante, en su mensaje nocturno enarboló el proceso como su logro, quizá habría obtenido más de no ser por su encono hacia INE pero el recuento no le resulta desfavorable.

Entre los perdedores definitivamente se encuentra el conocido amasijo de partidos opositores, siempre con un paso atrás de su adversario de Palacio, incapaces de capitalizar el descontento que aseguran existe, optaron por el vergonzoso despropósito de hacer un llamado a no acudir a manifestarse en las urnas aunque en ello se quedaran atascados en contrasentido, no entienden que no entienden.

La lista nominal es de 92,823,216 votantes, la participación de 17 de millones parece un hecho para comentar y llevar, tal vez bueno quizá malo pero resulta nimio ante el salto logrado en pos de la democracia, muchos voceros opinaran distinto, como si vieran diferentes escenarios, tal vez el punto más acertado sería el de Ramón de Campoamor “Y es que el mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.

Algo es cierto, a pesar de todo y de todos, México y la democracia ganaron, nunca más un Presidente sin limitaciones.