/ lunes 7 de marzo de 2022

8M: La lucha de todos

Qué mejor momento para hacer una reflexión sobre la igualdad de género y los retos que enfrentamos, que en el mes internacional de la mujer.

Resulta indignante pensar que a pesar de la lucha inagotable de décadas pasadas, las mujeres no disfrutamos de las mismas oportunidades que los hombres, y ni siquiera gozamos del mismo reconocimiento por parte de la propia sociedad.

Somos nosotras, sobre todo las jóvenes, el principal fermento de la justicia de género. La formación en el conocimiento y esencia de las cosas nos da legitimidad para defendernos y acabar con los estereotipos negativos que inhiben nuestro empoderamiento y desarrollo.

Una distribución equilibrada del poder y de las responsabilidades entre mujeres y hombres, es una de las condiciones para lograr una sociedad más igualitaria y justa. Las leyes y decretos vigentes en diversas áreas sociales, son la base formal para la igualdad de género.

Se trata de que todos, independiente del sexo al que pertenezcan, tengan mejores y mayores posibilidades de formación y empleo, para que el crecimiento aumente, al igual que la equidad. La igualdad de género es una lucha que aún persiste, su importancia radica en otorgar derechos humanos fundamentales a miles de niñas y mujeres.

En la vida pública, el hombre lleva una ventaja, ya que desde siempre, está arraigado en el mundo laboral, ocupando cargos públicos y por consiguiente al trabajo bien remunerado. Sin embargo, gracias a las mujeres que creyeron en un mundo mejor y lideraron las luchas que hoy nos tienen en mejores condiciones, muchas podemos con nuestro trabajo diario, desempeñar roles destacados en la política, economía y entre otras muchas áreas.

Lo que debe ser considerado como premisa para la participación activa de la mujer, y que puedan contar con una remuneración en el ámbito laboral que esté de acuerdo a sus competencias, igualándolas con las de los hombres que cumplen igual cargo, solo así es como podemos priorizar una política de igualdad de oportunidades como estrategia de igualdad social.

Hay que reconocer el trabajo que se está haciendo y detenernos a mirar el gran camino que hemos avanzando en aras de garantizar su continuidad, y seguir transformado parte de sus procesos y mejor aún, ser parte del resultado.

Nos encontramos en un momento que ofrece una gran oportunidad para avanzar en el desarrollo de una sociedad y un mundo más equitativo. La realidad de las mujeres aún tiene mucho por mejorar y eso nos debe motivar a trabajar por un Morelos inclusivo, con una visión de desarrollo, potencializando uno de los ejes esenciales y transversales de nuestro trabajo diario: hacer de la equidad de género un derecho y un compromiso de todas y todos, porque como bien dicen “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, y es justo lo que debemos eliminar, ese camino que nos impide que podamos trabajar por la paz, la democracia, el desarrollo y la integración de nosotras las mujeres.

Merecemos que tengamos los mismos derechos y obligaciones reales y tangibles, en concordancia con la ley. Las mujeres somos la mitad de la humanidad y necesitamos estar representadas, que nuestras reflexiones estén dentro de la discusión pública y al centro de las políticas públicas, las cuales no del todo han sido efectivas.

Sigamos unidas en una misma voz hasta conseguir igualdad entre mujeres y hombres, y logremos prevenir y eliminar la discriminación, buscando con esto el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia.

Recuerda que la humanidad no tiene género, no tiene edad, ni origen, mucho menos colores. El desarrollo tampoco, por lo que desde mi trinchera siempre tendré la apertura de espacios de acción para que las mujeres de la entidad hagan de esto una necesidad y un reto permanente.

Qué mejor momento para hacer una reflexión sobre la igualdad de género y los retos que enfrentamos, que en el mes internacional de la mujer.

Resulta indignante pensar que a pesar de la lucha inagotable de décadas pasadas, las mujeres no disfrutamos de las mismas oportunidades que los hombres, y ni siquiera gozamos del mismo reconocimiento por parte de la propia sociedad.

Somos nosotras, sobre todo las jóvenes, el principal fermento de la justicia de género. La formación en el conocimiento y esencia de las cosas nos da legitimidad para defendernos y acabar con los estereotipos negativos que inhiben nuestro empoderamiento y desarrollo.

Una distribución equilibrada del poder y de las responsabilidades entre mujeres y hombres, es una de las condiciones para lograr una sociedad más igualitaria y justa. Las leyes y decretos vigentes en diversas áreas sociales, son la base formal para la igualdad de género.

Se trata de que todos, independiente del sexo al que pertenezcan, tengan mejores y mayores posibilidades de formación y empleo, para que el crecimiento aumente, al igual que la equidad. La igualdad de género es una lucha que aún persiste, su importancia radica en otorgar derechos humanos fundamentales a miles de niñas y mujeres.

En la vida pública, el hombre lleva una ventaja, ya que desde siempre, está arraigado en el mundo laboral, ocupando cargos públicos y por consiguiente al trabajo bien remunerado. Sin embargo, gracias a las mujeres que creyeron en un mundo mejor y lideraron las luchas que hoy nos tienen en mejores condiciones, muchas podemos con nuestro trabajo diario, desempeñar roles destacados en la política, economía y entre otras muchas áreas.

Lo que debe ser considerado como premisa para la participación activa de la mujer, y que puedan contar con una remuneración en el ámbito laboral que esté de acuerdo a sus competencias, igualándolas con las de los hombres que cumplen igual cargo, solo así es como podemos priorizar una política de igualdad de oportunidades como estrategia de igualdad social.

Hay que reconocer el trabajo que se está haciendo y detenernos a mirar el gran camino que hemos avanzando en aras de garantizar su continuidad, y seguir transformado parte de sus procesos y mejor aún, ser parte del resultado.

Nos encontramos en un momento que ofrece una gran oportunidad para avanzar en el desarrollo de una sociedad y un mundo más equitativo. La realidad de las mujeres aún tiene mucho por mejorar y eso nos debe motivar a trabajar por un Morelos inclusivo, con una visión de desarrollo, potencializando uno de los ejes esenciales y transversales de nuestro trabajo diario: hacer de la equidad de género un derecho y un compromiso de todas y todos, porque como bien dicen “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, y es justo lo que debemos eliminar, ese camino que nos impide que podamos trabajar por la paz, la democracia, el desarrollo y la integración de nosotras las mujeres.

Merecemos que tengamos los mismos derechos y obligaciones reales y tangibles, en concordancia con la ley. Las mujeres somos la mitad de la humanidad y necesitamos estar representadas, que nuestras reflexiones estén dentro de la discusión pública y al centro de las políticas públicas, las cuales no del todo han sido efectivas.

Sigamos unidas en una misma voz hasta conseguir igualdad entre mujeres y hombres, y logremos prevenir y eliminar la discriminación, buscando con esto el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia.

Recuerda que la humanidad no tiene género, no tiene edad, ni origen, mucho menos colores. El desarrollo tampoco, por lo que desde mi trinchera siempre tendré la apertura de espacios de acción para que las mujeres de la entidad hagan de esto una necesidad y un reto permanente.